Hoy celebramos a María de Nazaret. Me fascina su figura, pero la verdadera, la María desnuda de cursilerías, coronas, joyas y ñoñería… la mujer creyente, sencilla y valerosa; la madre de todos que es ejemplo de seguimiento; la que no se cansa de interceder por nosotros.
La advocación de hoy, la del Carmen, nos recuerda, desde los primeros tiempos de la Iglesia, la proximidad de María, la presencia constante e incondicional; yo siento todo eso de una forma especialmente cercana, porque también es el santo de mi madre y mi hermana.
Hoy he salido a festejar la onomástica con mis padres, lo hemos pasado estupendamente y, claro, también nos hemos acordado de mis hermanos y cuñados que no están aquí, en Soria, con nosotros. Ha sido otro día lleno de Dios.
Las cosas de Dios no están lejanas ni son imposibles de comprender, todo lo contrario, las podemos ver aquí mismo, reflejadas en la bondad de los seres que tenemos cerca.
Podemos tratar de identificar en nuestra realidad, en las personas que nos rodean, las situaciones y actitudes de las que nos habla la Palabra. Con ello, conseguimos llevar esa Palabra a nuestra vida y comprenderla mejor, por un lado, y por el otro crecer en el amor, descubriendo el brillo de Dios en los hermanos.
Mi hermana, por ejemplo, ya que es su santo: es una persona que siempre está pendiente de todos, atenta a cualquier necesidad o sufrimiento; dispuesta a volcarse, con toda su generosidad, sobre quien lo necesite. Se ha atrevido a jugársela por amor, ha luchado y sufrido por protegerlo y desarrollarlo; las lágrimas nunca han podido ahogar su sonrisa ni la alegría que ofrece a quienes se acercan a ella. Una mujer sensible y esperanzada que hace posible que esa esperanza se ilumine para todos los que estamos cerca de ella.
En este ejemplo (y salvando siempre la lógica distancia), en esa vida y opciones, puedo comprender mejor en qué consisten, qué son y cómo se concretan algunas de las maneras y valores de María… puedo imaginarme el vértigo por el que pasó; su forma de estar al servicio, de apostar por amor; su sufrimiento y el modo de poder con él.
María es ejemplo siempre, por tanto nosotros estamos invitados a reproducirlo… podemos estar haciéndolo, incluso sin saberlo… podemos aprenderlo si miramos alrededor… a nuestros hermanos.
¡Muchas felicidades a todas las Cármenes!
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