Domingo es el día en el que los creyentes celebramos la victoria de Dios y su amor sobre todo lo que signifique muerte para el ser humano.
Yo estrenaba el día de hoy, además de con la eucaristía, viendo un programa en la tele que me ha emocionado tanto que casi me hace llorar.
Era “Pueblo de Dios”, que hoy estaba dedicado a la labor que la Iglesia realiza, a la vida que se comparte y se genera, en un sitio cercano a Madrid y extremadamente empobrecido.
Se nos presentaba al párroco de Santo Domingo de la calzada, un cura de esos que parece que no existen. Comprometido profundamente con esa realidad de miseria y carencias, es un sacerdote que no se preocupa por capisallos ni apariencias, porque está demasiado ocupado con el Evangelio y la dignificación de las personas que le rodean, dando cada minuto de su vida. Con él, toda una comunidad de religiosas y laicos, gentes de caritas, profesionales voluntarios, juntos, poniéndose al servicio de unas gentes, de una realidad ignorada por la administración, la sociedad… por todos. ¡Qué sugerentes me han resultado su vida y sus palabras!
“La pobreza es eso, un insulto y, por lo tanto, es una blasfemia contra Dios. No soy de las personas que piensan que, en medio de la pobreza, uno puede vivir cosas maravillosas. La vida es como es, y a veces es muy dura: no es la pobreza lo que yo percibo que me acerca a Dios, son las personas, aunque vivan en medio de la pobreza, porque Dios es capaz de dar sentido a todo lo que somos, incluidas las situaciones en las que nosotros no respondemos a su plan, y la pobreza es un no responder al plan de Dios. Ahí, como en la cruz, podemos encontrar también la presencia de Dios, pero no es la pobreza lo que marca ni lo que a mi me realiza. Muchas veces, cuando la gente dice: jo pero a ti te gusta estar ahí, en medio de los pobres… no, yo no quiero que haya pobres, porque creo que Dios entiende que no puede haber pobres. La pobreza es una realidad maldita con la que tenemos que vivir y ante la que tenemos que reaccionar y luchar.”
Casi se me saltan las lágrimas al ver y escuchar sus testimonios, porque en ellos he visto, hecha realidad, en un rincón perdido, esa lucha contra la muerte, la batalla de Dios.
Una lucha que Cristo ya ha ganado por todos, por encima del tiempo y el espacio, de forma definitiva y absoluta; pero una pelea que hoy, con Él y en Él, los creyentes tenemos que combatir.
Hemos de hacerlo porque tenemos “la muerte” en la puerta de casa, igual que el rico Epulón tenía a Lázaro a su lado… no hay más alternativa que tomar partido, una de dos, o dejar que la comodidad y la indiferencia nos alisten en las filas de la injusticia, la opresión y la indignidad o ponerse en pie y hacerlo en las del amor, las de Dios, las de los hombres.
Participar de una causa que es la del Padre y Madre de todos, que es la nuestra, porque no podemos ser felices del todo, ni sentirnos completamente humanos mientras exista muerte alrededor.
La decisión es sencilla, porque sabemos quien va a ganar, así que hay que posicionarse, con tiempo o trabajo, con apoyo económico, con oración sincera y comprometida… Cada uno desde sus propias capacidades y posibilidad.
Con Cristo comenzó una revolución, la de Dios, la del amor. La batalla ya se está lidiando, ya son muchos los hombres y mujeres empeñados en ella, en todos los rincones de la tierra… es la hora, el momento propicio para tomar nuestras “armas” (el compromiso, el trabajo, el dialogo… las armas del amor) y unirnos a ellos. Hoy es domingo, ¡nuestra es la victoria!
(Por si tenéis un ratito y queréis ver el programa, este es el enlace:)
http://www.rtve.es/alacarta/videos/pueblo-de-dios/pueblo-dios-frontera-invisible/1149957/
Gracias por el enlace, esta iglesia me suena más a evangelio que la que nos venden los medios de comunicación, no es utopía porque existe...
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