sábado, 16 de julio de 2011

15 de julio. INTRIGAS

Una de las cosas que peor suelo llevar es un misterio, jejeje … será que soy muy curioso, pero cuando me veo en esas circunstancias, cuando algo me intriga, ya no puedo pensar en otra cosa; no dejo de elucubrar posibles respuestas, de esperar ansioso que todo se desvele.

Hoy he estado envuelto en una de esas, sin esperarlo, un detalle que parece que no encaja, que cojea… que le falta algo… y ¡ya la hemos liado! Me he pasado el día entero pensando en la probabilidad de que se acercara una sorpresa, barajando posibilidades, ilusionándome con ellas; atento a la posibilidad de encontrar alguna nueva pista.

Esa sana preocupación nos ayuda a anticiparnos, a disfrutar antes de tiempo de las cosas buenas, de las sorpresas que la vida o nuestros seres queridos nos presentan.

Al final, mis sospechas no se han confirmado –al menos hoy-, pero da igual porque, aunque me haya “colao” y pasado de listo, he acariciado esa ilusión a lo largo de toda la jornada; he disfrutado pensando en mis seres queridos con un intensidad especial y al estar abierto a lo inesperado, he podido acoger infinidad de detalles que, a lo mejor, otro día se me escapan… el día ha sido especial.



Puede que esa sea una clave bonita para comenzar cada día desde una perspectiva creyente: el estar pendiente de los mensajes, de las señales que nos va dejando nuestro Dios; el dejar que eso nos intrigue, nos cuestione y nos motive.

El tener más presentes esa serie de cuestiones: “¿qué me tendrá preparado el Señor para hoy? ¿Por dónde encontrare sus huellas? ¿Me abrirá nuevos caminos? ¿Me enseñará algo nuevo?” debe ser, seguramente, el mejor remedio contra la rutina y el aburrimiento.

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