jueves, 14 de julio de 2011

14 de julio. POR SUPUESTO

En estos días me traigo una guasita con mi padre y a cuenta de eso me paso el día dándole besos.
Más allá de la broma, es verdad que solemos dar cosas “por supuestas”, precisamente las más importantes, tanto en asuntos de fe como de sencilla humanidad.

Hoy he estado pensando en eso, en que –aunque el amor y la fe se demuestran en los gestos de la vida- es importante que besar, acariciar, abrazar a quienes amamos; explicitar los sentimientos; decir te quiero, me importas; pedir perdón, dar las gracias…

También he recibido un mensaje precioso de un hermano que está empezando a sobrecogerse con su recién estrenado sacerdocio. En el ámbito eclesial también es necesario que nos digamos con claridad estas cosas: que nos reconozcamos en las diferentes vocaciones, que nos comuniquemos las necesidades, las dudas, la debilidad… que permitamos que nuestros procesos de fe “se besen”.

Explicitar esas pequeñas grandes cosas es necesario para los demás, para los que queremos y nos quieren; pero es igual de imprescindible para nosotros mismos, porque nos ayuda a vivir y disfrutar de aquello que racionalizamos.
Hoy, bicheando por Internet, me he encontrado un texto del gran Martín Descalzo que nos ofrece una lista de algunas de esas pequeñas cosas que podemos cultivar en lo cotidiano. No me puedo resistir a la tentación de compartirlos desde aquí; ¡que nos aproveche!




-Aprenderse los nombres de la gente que trabaja con nosotros o de los que nos
cruzamos en el ascensor y tratarles luego por su nombre.
- Estudiar los gustos ajenos y tratar de complacerles.
- Pensar, por principio, bien de todo el mundo.
- Tener la manía de hacer el bien, sobre todo a los que no se la merecerían
teóricamente.
- Sonreír. Sonreír a todas horas. Con ganas o sin ellas.
- Multiplicar el saludo, incluso a los semiconocidos.
- Visitar a los enfermos, sobre todo sin son crónicos.
- Prestar libros aunque te pierdan alguno. Devolverlos tú.
- Hacer favores. Y concederlos antes de que terminen de pedírtelos.
- Olvidar ofensas. Y sonreír especialmente a los ofensores.
- Aguantar a los pesados. No poner cara de vinagre escuchándolos.
- Tratar con antipáticos. Conversar con los sordos sin ponerte nervioso.
- Contestar, si te es posible, a todas las cartas.
- Entretener a los niños chiquitines. No pensar que con ellos pierdes el tiempo.
- Animar a los viejos. No engañarles como chiquillos, pero subrayar todo lo positivo
que encuentres en ellos.
- Recordar las fechas de los santos y cumpleaños de los conocidos y amigos.
- Hacer regalos muy pequeños, que demuestren el cariño pero no crean obligación
de ser compensados con otro regalo.
- Acudir puntualmente a las citas, aunque tengas que esperar tú.
- Contarle a la gente cosas buenas que alguien ha dicho de ellos.
- Dar buenas noticias.
- No contradecir por sistema a todos los que hablan con nosotros.
- Exponer nuestras razones en las discusiones, pero sin tratar de aplastar.
- Mandar con tono suave. No gritar nunca.
- Corregir de modo que se note que te duele el hacerlo.

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