Aquí va la segunda parte y final del
escrito de Vicente:
...Y la manera de hacerlo para mí, es la
que hace casi ocho siglos comenzó Domingo de Guzmán. Es la de la centralidad de
la Predicación. Llevar vida y hacer vida es contar al mundo entero que viviendo
con Dios, con el tesoro del Evangelio, se vive mejor, se es más feliz, más
humano, más libre, la vida se llena de sentido, es más justa y se apasiona
cuando se vive tratando que el amor sea la guía de tu vida. Eso es la
predicación, continuar contando la increíblemente buena noticia de Jesús de
Nazaret con palabras y con obras.
Y
la Predicación con unas notas especiales... las dominicanas.
La
Predicación de la Gracia de que hay más de Dios ya actuando, ya siendo en el
hombre y en el mundo de lo que a veces nos creemos, que el amor es más fuerte
que el odio, que la luz es más que la condena, que el hombre es más divino que
otra cosa, que podemos encontrarnos con este mundo que parece a veces
superficialmente que se ha olvidado de Dios, pero que tiene más de él de lo que
creemos. También es la Predicación de la Verdad, esa verdad que ensancha el
corazón y la mente, que aclara e ilumina a los hombres haciéndoles mejores, más
sabios, más humildes, más rectos, más humanos... lo cual significa también la
profecía de la denuncia de la injusticia y la inhumanidad, y desde luego el
diálogo con los que no creen o creen cosas diferentes, con este mundo que
cambia y vive y crea y crece fascinante. Y es así mismo la predicación de la
Compasión, de la misericordia, del perdón y la sanación que todos necesitamos,
que muestra el amor de un Dios que es acogida, que es Padre y Madre, una
misericordia que nace de la humildad de saberse uno mismo necesitado de perdón,
y de la experiencia de ese Dios que ante todo, pese a todo, sobre todo es amor
y sólo sabe dar amor.
Y
además con los elementos con los que Domingo estructuró esa predicación. Una
vida de Comunidad, de hermanos iguales, con sus miserias y sus grandezas, con
sus limitaciones y sus riquezas, que se sostienen unos a otros, que son unos para
los otros signos del amor de Dios, de su perdón, su gracia y su salvación para
cada uno, una comunidad que no es ni la mía, ni la tuya, ni la ideal, ni la
soñada, sino una comunidad real, hecha entre todos, decidida entre todos, con
sus virtudes y sus defectos, de personas elegidas por Dios para caminar tras de
sí, que quiere caminar según Dios lo soñó, que quiere mostrar al mundo que se
puede vivir juntos pese a las diferencias, que quiere ser el primer lugar donde
experimentar lo que se predica. Una vida también de Oración, de contemplación,
de relación con Dios y con los hombres desde lo más profundo, lo más hondo, lo
más cercano a Dios, lo más trascendente y espiritual, mostrado en todo lo que
nos rodea, una contemplación que busca el rostro de Dios, que busca
experimentar su presencia, su amor, su cercanía... para dar al mundo eso que se
ha contemplado. Una vida también de Estudio, de reflexión, de profundización en
el mensaje de Dios y en todo lo creado, que busca conocer para contar, saber
para darlo, estudiar para transformar, que es también experiencia de Dios y de
su presencia, que se hace contemplación, que anhela y desea algo de la
sabiduría de Dios para que la vida de uno y de los otros sea más conforme a ese
sueño de plenitud que es Dios. Una vida en pobreza como desprendimiento de si,
como una manera de amar, de darse, de querer que Dios sea lo único de nuestra
vida, de depender de Dios, de saberse necesitado de su cuidado y protección,
una pobreza que es signo en este mundo consumista y que grita que con menos se
vive mejor y que así además a todos les llega. Una vida en castidad, en amor de
verdad, sin dominio, sin aprovechamiento, sin búsqueda de uno mismo, amando en
libertad, sin deseo de posesión. Una vida en obediencia como escucha, como disponibilidad,
como humildad de saberse parte de un engranaje en el que cada pieza es única,
pero que juntas son como cobran sentido, como apertura a la acción sorprendente
de Dios en nuestra vida.
Sólo
puedo decir una cosa más, primero porque me he alargado muchísimo, y segundo,
porque sólo una sensación, un sentimiento cubre todo lo que os he querido
contar, el de la gratitud, el de la acción de gracias. A Dios por el regalo, inmerecido,
incomprensible, de este camino, el regalo de su Hijo, el regalo de Domingo de
Guzmán, el regalo de la Orden de Predicadores, el regalo de la vocación a
fraile dominico. La acción de gracias por todos los nombres, los rostros, los
momentos que ha regalado en mi camino hasta aquí, lugares, personas,
situaciones, buenas y no tan buenas, tiempos, señales... gracias por el camino,
el cuidado de ternura y mimo y amor que ha tenido conmigo, el regalo de su amor
mostrado y regalado en tantas y tantas personas que me han hecho ser quien soy,
caminar por donde camino, siendo ellas conscientes o no, pero regalos todos del
plan de plenitud de Dios para mi vida, y con la fe y la confianza de que si
hasta aquí ha sido un camino fascinante, todo lo que queda por llegar será aún
más increíble. Gracias. Para toda la vida, gracias.