El día 19 de noviembre se confirmarán los jóvenes que vienen preparándose en la parroquia desde hace varios años , el tiempo se nos echa encima, así que ya estamos encargándonos de ir preparando la ceremonia.
Están muy ilusionados, y yo creo que lo estoy incluso más que ellos… la otra catequista y yo hemos ido viendo cómo, con el paso del tiempo, aquellos chavalines desconocidos, se iban haciendo mayores, profundizaban en la fe y se nos iban colando en el corazón.
Hoy, cuando después de la eucaristía, acababa nuestra reunión semanal, he tomado conciencia del cariño tremendo que les tengo: me descubría con unas ganas tremendas de abrazarlos y decirles lo orgullosos que me siento de ellos.
Es otra dimensión preciosa de esta vida a la que Dios me ha llamado; uno anuncia el amor, invita a los demás a buscarlo y vivirlo y, cuando quiere darse cuenta, él mismo se ha llenado de eso que predicaba.
En el ejercicio del ministerio, he tenido la oportunidad de acompañar a mucha gente en los momentos importantes de la vida. Siempre trato de dar lo mejor de mí y todo el cariño del que soy capaz… reconozco que a veces puedes caer en el error de creer que todo es inútil, que nada de eso sirve de mucho, pero es mentira; enseguida te das cuenta de que hay mucha gente que te acaba considerando algo así como “parte de su familia”: vuelven parra que veas cómo crecen los bebes que has bautizado; a presentarte a los niños que han nacido de las parejas que casaste; a contarte cómo va aquél problema para el que te pidieron una oración; a compartir, en definitiva, sus alegrías y dolores.
Y eso me gusta… porque soy consciente de las muchas limitaciones que tengo para poder amar (poco tiempo, mis despistes, la falta de detalle, la dejadez…), seguramente todos tenemos las nuestras, pero ninguna de ellas es un obstáculo insalvable ni, mucho menos, una razón para desistir.
Muchas veces se critica a los que hablan de lo que no viven, pero en realidad, si sólo pudiesen anunciar el evangelio quienes lo practican por completo… ¡estaríamos todos más “callaos”…!
Es más bien al revés, ¡hay que hablar de lo que te llena y da sentido!, porque, al hacerlo, al ser predicadores del Evangelio y ponerlo todo en ese anuncio; poco a poco, casi sin darte cuenta, tu vida se va llenando de Jesucristo…
La incoherencia sería, más bien, hacer lo contrario de lo que se dice; pero no el hablar de lo que quieres vivir, aunque aún no lo hayas alcanzado.
Tenemos que contar lo que sentimos, hablar del amor nos ayuda a tomar conciencia de lo que vivimos y de aquello que podemos vivir; a encontrarnos con el otro (con el de cerca y con el de lejos) por encima de lo aparente o conocido; a descubrir en cada uno la riqueza que esconde –incluido en uno mismo-.
Hola "Ilustrador de Dios", leyendo tu experiencia recuerdo la mía. En el lugar que tu te encuentras aprendí yo hace algunoa años a conocer y a querer a las personas, a dejarme conocer y a ser querido. Mucho le debo a esas gentes de Triana. Me enseñaron a ser fraile dominico y a ser sacerdote. Hicieron que la predicación no fuera expresar lo poco que sabía sino compartir la vida y la fe.
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Todo esto se puede vivir, no te quepa duda, desde nuestro estilo dominicano. Vívelo intensamente y disfrútalo. Merece la pena. Dale gracias a Dios cada día por el regalo que te hace. Se feliz y haz feliz a los demás.
Un fuerte abrazo de un hermano que te recuerda con cariño.