lunes, 17 de octubre de 2011

16 de octubre. NADA NI NADIE

Por fin, aunque en el último momento, he conseguido terminar todos los trabajos pendientes. Ha sido con mucho esfuerzo y sacrificio, porque la vida no entiende de eso, no te espera ni se detiene para darte tiempo.




Desde el alivio y la satisfacción del deber cumplido, pienso en la forma en la que he tenido que vivir esta semana, en las horas de sueño que me he tenido que quitar, en el agobio que me ha perseguido cada minuto y, sobre todo, en ese sentimiento de impotencia que ha ido creciendo dentro de mí: lo que empezó como una insignificante idea pasajera se fue convirtiendo, con el paso de los días, en una duda descomunal y en la amenaza terrible del desánimo…¿me habré equivocado? ¿y si no llego? ¿me quedará esta nueva aventura demasiado grande?

Qué diferente se ve todo ahora, que ya está hecho… que se ha podido, que está cumplido y enviado. Trato de retener esta perspectiva, porque, seguramente, la situación volverá a repetirse cada semana y ni puedo ni quiero repetir los mismos errores (soy capaz de cometer tantos que lo único que me faltaba ¡era repetirlos! jejeje). Ahora sé que se puede, soy testigo de cómo Dios lo ha hecho posible; no porque haya intervenido en mi agenda para liberarme unas cuantas horas por arte de magia (Él no es así), sino porque me ha sostenido en medio de toda la inseguridad y el agobio; me ha ofrecido constantes motivaciones desde lo cotidiano; me ha dado la fuerza para no rendirme y las ganas de seguir queriendo poder.


Seguramente, esta historietilla de mi estudio, puede extrapolarse a muchas circunstancias de nuestras existencias: cuántas veces la vida nos pone en situaciones que parecen imposibles, insuperables, que nos hacen creer que estamos perdidos o que “hasta aquí hemos llegado”… pues bien, son mentira, todas ellas. De la mano de nuestro Dios, nunca está todo perdido, jamás seremos derrotados, siempre habrá un mañana nuevo y mejor.

“Si Dios está a nuestro favor, ¿quién estará en contra nuestra? El que no nos escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo junto a su Hijo? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Si Dios mismo es quien los perdona, ¿quién será el que los condene?¿Acaso Jesucristo, que murió, resucitó y está a la derecha de Dios para interceder por nosotros?

¿Quién podrá apartarnos del amor de Dios? ¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada?

Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a Aquél que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús” (Rom 8, 31-39)

1 comentario:

  1. En tu página veo la importancia que tiene la constancia y el trabajo y por supuesto Dios nos sostiene.Toda la ayuda nos viene del Señor pero con nuestro esfuerzo.Para que esto sea así tenemos que confiar y fiarnos de Él.Te animo a que sigas así.

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