La diferencia; entre lo que me ha pasado hace unas horas y otras miles de tardes, en las que encajo con serenidad y una sonrisa las tonterías y jugarretas de los chicos; está en mí, en que ahora mismo me descubro con la paciencia y las fuerzas mermadas… y no me gusta...
Y ahí está de nuevo, la vieja cuestión, la pregunta sobre cómo mantener el difícil equilibrio necesario entre el cuidado de uno mismo y la vida que se quiere entregar por completo. Porque si uno no atiende lo primero, no puede ofrecer lo segundo, eso está claro, pero es que… ¡me cuesta tanto vivir en esa tensión! no es que me crea un superman, ni tampoco me considero imprescindible, soy consciente de toda mi limitación y precariedad, pero es que son tantas las cosas que están por hacer, tantas capacidades las que tenemos por desarrollar, y ¡tan cortos los días, tan rápidas las horas!... tengo que reconocer que no, que no sé hacerlo, que esa es una de mis muchas asignaturas pendientes.
De cualquier manera, también es evidente que dar la vida y entregarte a los otros te desgasta, supone morir un poquito cada día; que esto del Evangelio, es perder la vida para llenarte de vida… y eso es lo que yo quiero, lo que siempre quise.
Yo no sé si algún día, en la práctica, aprobaré esta difícil lección que tengo muy clara a nivel racional y que todo el mundo insiste en recordarme… de momento, menos mal que tengo la oración, ese ratito al que me entregaré en cuanto suba este post y en el que sé que volveré a encontrar la paz y las fuerzas… ese rato en el que le diré a mi Dios: “no sé si lo habré hecho de la mejor manera, amor, pero hoy te he dado todo lo que he sabido y podido. Gracias mi Señor, porque eres tú quien lo ha hecho posible, tú el que me lo ha dado todo”.
Y Él te perdonará y te volverá a dar esa fuerza, y tú pedirás perdón con quién te hayas y de lo que te hayas arrepentido.Pero tu vida no consiste en decir a todo que sí.Hay veces que por desgracia,hay que soltar el "NO", porque si te queremos, te queremos sano, en toda tu plenitud, ayudando como siempre, pero pensando, saboreando lo que haces, con tranquilidad, como cuando recibimos el Cuerpo de Cristo.¿Para qué tenerte y que no estés?.No es cuestión de que Dios te de más fuerzas, sino que te las dé para seguir tu camino en la Tierra.TQ.Bss.
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