Estoy en Madrid, he venido esta mañana para una reunión a la que debía asistir… así que he comenzado el día viajando. Al llegar al convento donde iba a tener lugar la sesión, los frailes me han recibido con la fraternidad y cariño de siempre.
Luego comenzaba, junto a hermanos de todas las provincias de España, el trabajo sobre nuestra pagina de internet. Mientras nos iban contando, yo, a la vez que intentaba enterarme de la diferencia entre un “hosting” y un “housing” y otros palabros especializados, pensaba en lo mucho y lo bien que trabajan, cada uno en su especialidad y ámbito particular. Una vez más, volvía a sentirme orgulloso de ser dominico y de poder serlo con ellos.
El otro día, una persona amiga, me decía que no se atrevía a participar en una comunidad cristiana porque no se sentía digna; que no creía estar a la altura ni merecerlo. Yo le contestaba que esto de la fe, de seguir a Jesucristo, no era para gente perfecta (eso es el fariseísmo); que el Maestro no iba buscando a los más listos, ni a los guapos o buenos… que los creyentes, lo que estamos, es en camino….
Es cierto que son muchas las carencias e incoherencia que pueden encontrarse en la Orden o en la Iglesia; recuerdo un tiempo en que yo únicamente me daba cuenta de esa cara fea y oscura, engañándome al pensar que yo no participaba de ella… es fácil que a otros les pueda ocurrir lo mismo. Eso hay que saberlo, desde luego, pero tampoco se nos puede olvidar que estamos en camino; que la santidad no es algo estático, que se posee desde el principio, sino la meta, el destino al que Dios nos orienta.
Ahora, mis hermanos y yo, seguimos sin ser perfectos; continuamos padeciendo las mismas debilidades que antes, pero ya no es eso lo que centra mi atención. En la actualidad, me doy cuenta de que, precisamente eso, es lo que nos hace más humanos y compasivos. Gracias a que nos sabemos pequeños, sabemos también que nos hacemos falta unos a otros, que no somos nada sin nuestro Dios, que tenemos que seguir adelante y que Él lo es todo.
Ahora me maravillo y enorgullezco ante cada dominico o dominica, frente a cualquier cristiano, que poco a poco se va superando, que, a pesar de todo, se da por completo y lleno de ilusión a los hermanos por amor… me honra profundamente compartir con ellos el camino, saber que juntos vamos dejando que el Padre vaya deshaciendo nuestras calamidades y que, algún día, llegaremos a ser perfectos en Él.
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