domingo, 9 de octubre de 2011

8 de octubre. PUEBLO


Esta  noche escribo desde Madrid, he venido a una reunión del Movimiento Juvenil Dominicano que se celebrará mañana.

El bautizo de hoy ha ido fenomenal, siempre es un gustazo encontrarse con la familia para una ocasión así de feliz. Con los de hoy, he vivido muchos de los momentos más felices de mi infancia; con ellos, en un pueblecito de Soria, he volado tardes sin fin, sobre mi bicicleta, libre de todos los peligros de la ciudad; allí, mis hermanos y yo, hemos podido tener un privilegiado contacto con la naturaleza; vivir cosas, en el campo y con los animales, de las que ya nuestras generaciones de las grandes ciudades no tienen ni idea… pero sobre todo, ellos nos han recibido siempre con todo el cariño y la paciencia del mundo…

Pero, de quien me gustaría hablar hoy, es de los curas rurales. El párroco de hoy se ha deshecho en atenciones y hospitalidad conmigo, quisiera que estas líneas supusieran un sencillo, pero muy sentido homenaje a todos los sacerdotes que ejercen su ministerio en los pueblos.

Creo que sus vidas tienen un valor añadido, casi todos atienden a un montón de parroquias y comunidades cristianas y pasan gran parte del tiempo en la carretera. Conozco sacerdotes jóvenes que sirven en pequeñas aldeas a las que no llegan ni los periódicos y que viven en mucha soledad, porque en aquellos lugares no queda nadie de su edad… a veces se les critica porque se quedan anticuados, pero ¿cómo actualizarse en ciertas condiciones?

Viven muy de cerca la vida de la comunidad, conocen perfectamente las alegrías y sufrimientos de cada vecino, de la misma forma, también sus debilidades y limitación están más expuestas a la opinión de todos.

Hoy me hablaban de uno que reconstruía con sus propias manos la centenaria iglesia románica del pueblo; sé de otros que participan activamente en los trabajos del campo, que organizan cooperativas o promueven cierta cultura a su alrededor.

Seguramente son los curas más olvidados, más incomprendidos y, aún así, casi todos conservan una sonrisa serena y feliz… ellos, sus vidas entregadas en lo secreto, son una razón más para dar gracias a Dios; para sentirnos bien orgullosos de esta Iglesia que somos. 


3 comentarios:

  1. Estoy contigo en dar ese homenaje a los que están lejos, y desempeñan labores importantes .Ellos en esos lugares hacen de médicos, de psicólogos, de amigos,...en definitiva de la "FAMILIA" que no tienen o que se olvidan de ellos.Esa es la GRAN IMPORTANCIA de la labor que desempeñan y que la gente o no conoce, o no quiere conocer.TQ.Bss

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  2. ¡Y qué poco se habla de ellos! Tanto tiempo que dedican los telediarios a comentar errores de algunos curas-que la mayoría de las veces no son tales errores- y qué poco invierten en hablar de éstos, dedicados en cuerpo y alma a su labor. Eso no vende hoy........
    ¡Vaya mi homenaje para ellos!

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  3. Querido hermano:
    qué alegría me da que hables de una realidad tan difícil y desconocida para una gran mayoría que vive en las grandes urbanizaciones. y como es una realidad que me llegará más pronto que tarde, te agradezco mucho que hallas escrito con tanta hermosura dichas palabras. por que siempre fueste maestro en muchas cosas, y hoy lo sigues siendo, aun en la distancia.
    Gracias Fray!!

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