miércoles, 12 de octubre de 2011

11 de octubre. MALO OTRA VEZ

¡Qué mal me ha sentado el nuevo prefijo! No sé qué tengo que me pillo todos los virus que haya en el ambiente…. Nada más llegar a Salamanca, caí enfermo.



He estado  en la cama con fiebre y el estómago revuelto, levantándome sólo para las clases. Esa es la razón por la que anoche no escribí; si hubiese estado en casa habría hecho el esfuerzo, pero en Salamanca tenía un “enfermero” muy duro que no me dejó ¡ni intentarlo siquiera!



Ahora ya estoy de nuevo en Sevilla, hecho polvo por el viaje y el malestar que se me ha quedado de esta enfermedad que, casi, ya he pasado…



La fiebre y los dolores me han pillado por sorpresa, justo en un momento en que me sentía eufórico por el cumpleaños y con los nuevos proyectos que estoy comenzando. Supongo que casi siempre es así, que los tropezones de la vida, no suelen pedir cita, se presentan siempre sin avisar. Uno puede creerse que es todo lo fuerte, capaz o invencible del mundo y que, a la vuelta de la esquina, le esté esperando un virus insignificante que lo tire todo por tierra.



Por eso es imprescindible que todo lo que somos, lo que hacemos y lo que soñamos esté siempre iluminado por nuestro Dios; que dejemos las puertas de nuestros planes abiertas de par en par a su Espíritu; porque lo que queramos hacer únicamente desde nosotros mismos; como, cuando, con, donde sólo nosotros queremos; tarde o temprano, acaba estrellándose con la propia debilidad y limitación.





Caminar a la luz de Dios, evidentemente, no nos exime de ponernos malos o de las flaquezas… pero sí que es garantía del éxito. El que se deja impulsar por el Espíritu del Amor, es capaz de esperar cuando llega el vacío, de reconducir los pasos, de correr cuando el viento sopla a favor, de abrir la   mirada a un horizonte más amplio, de encontrar salidas cuando todas las puertas parecen haberse cerrado…

1 comentario:

  1. Vaya por Dios, parece que te ha pillado bien ese dichoso virus. Cuídate bien, que la armonía de caminar a la luz del Dios Padre-Madre también exige de cierta responsabilidad y mimo con nosotr@s mism@s. Él/Ella también nos regala la gracia de poder hacer una pequeña parada técnica, cuidarnos y dejarnos cuidar, y agradecer esa suerte. Otra entrega generosa que nos recuerda que no caminamos solos. Un abrazo fuerte, recupérate pronto.

    ResponderEliminar