martes, 22 de mayo de 2012

22 de mayo. PERROS


Cuando tratamos de vivir con sinceridad nuestra fe es inevitable que, tarde o temprano, aparezcan las críticas y las falsas acusaciones de aquellos que no pueden o no quieren comprender o de los que se sienten delatados o amenazados por tu forma de ser y vivir.

Tristemente, con el paso del tiempo, uno va aprendiendo en propia carne esa lección que ya se nos anuncia desde algunas de las principales líneas del Evangelio:

“Bienaventurados vosotros, cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.”

Las críticas siempre duelen, a nadie le gusta ser objeto de los insultos y las invenciones de los demás… pero es necesario escucharlas, pensarlas por si llevan algo de razón y poder corregirnos… en la Iglesia hemos crecido mucho cuando nos hemos atrevido a tener en cuenta las objeciones que se le presentaban y hoy no deberíamos dejar de hacerlo.  Lamentablemente no siempre es así, también es común que las personas de fe suframos ataques que, únicamente buscan hacer daño.

Cuando esto ocurre, a mí me gusta darle la vuelta a la situación, como Jesús nos enseñó en las bienaventuranzas y, de lo que quería ser una ofensa, extraer un halago.

Por ejemplo, a lo largo de la historia, de los dominicos se ha hecho un juego de palabras: se inventa el origen de nuestro nombre –que en realidad se debe a nuestro fundador, Domingo de Guzmán- al latín Domini canis (perros del Señor).  A través de los siglos, este “apodo” se ha usado como insulto, pero también como algo de lo que nos enorgullecemos. Yo le encuentro mucho más sentido a lo segundo.




Ante todo porque si somos del Señor ya tiene que ser algo bueno y a mí me encanta pensar que puedo llegar a ser eso, un perro de Dios: un amigo fiel que quiere permanecer incondicionalmente a su lado; un corredor que salta por encima de cualquier obstáculo para llegar a la meta, que lleva el fuego de la Palabra al mundo entero; un guardián que trata de proteger la casa, a la familia del Señor –la humanidad entera-  de las falsedades y la idolatría de los falsos dioses….un sabueso que lo rastrea; que por medio del estudio, la fraternidad y la oración;  no se detiene en la búsqueda de la Verdad.

Cuando, en conciencia, sepamos que las acusaciones y la incomprensión que puedan llegarnos, se deben a nuestra voluntad de ser fieles a nuestra fe; verdaderamente podremos estar orgullosos de cada mala palabra que recibamos; esa alegría además nos permitirá que veamos al que nos acosa, no como el enemigo que quiere ser, sino  con los ojos de la compasión y la misericordia.

1 comentario: