Ayer mismo celebrábamos la fiesta de la ascensión. Las experiencias, los
seres humanos, no podemos vivir en un constante estado de entusiasmo, de exaltación;
por intensas que sean las vivencias, tarde o temprano, nos acabamos relajando,
lo normalizamos todo.
Cristo ha sido glorificado, se “sienta”, se abraza con el Padre y nosotros
con Él. La certeza de que vive, que está presente entre nosotros, sigue estando
ahí…como al principio, pero ahora de otro modo; de esa forma misteriosa en que
Dios se nos muestra; de la única manera en que las criaturas podemos comprender
al que nos sobrepasa en todos los sentidos.
Compartía estas palabras en la homilía dominical y, entre los participantes
de la Eucaristía, una persona habitual de la parroquia; alguien a quien la vida
se le estaba poniendo muy cuesta arriba; que en muy poco tiempo se había
llevado varios golpes fuertes y que había quedado hoy conmigo para hablar de
todo ello…me escuchaba totalmente ajena a que, esta noche, aún le esperaba el
peor de los zarpazos; uno de los más
duros que la vida puede darnos.
Al llegar esta mañana, me comunicaba emocionada el fallecimiento de un ser
muy querido.
¡¡Puuuf!!! Mientras la abrazaba no dejaba de pensar en lo cruel que, en
ocasiones, se puede volver la
existencia; en dónde está el límite de sufrimiento que podemos resistir…
Buscaba inútilmente en mi interior una palabra, aunque sólo fuese un
poquito de aliento que poder ofrecerle.
Sin embargo, aunque estaba llena de dolor, enseguida he descubierto que
tenía delante a alguien que lo estaba afrontando todo desde la fe y la paz.
Me ha dicho que, cuando la muerte ha pasado por su casa, lo primero que ha
recordado han sido las palabras que dije ayer tarde en la eucaristía; el corazón dolía, sí, pero sabía que el Señor
había sido el primero, que todos iríamos después con Él.
Esta noche rezo por ellos, por quienes se han ido, por sus familias y le
doy gracias a Dios por esos testimonios tan grandes de fe cotidiana con los que,
muchos de mis hermanos, cristianos de a pie, me edifican y sostienen.
Me gusta tu blog. Me encantan las ilustraciones, tan llenas de vida.
ResponderEliminarSos sacerdote dominico? de qué lugar? Nuestro padre Domingo te bendiga.