lunes, 21 de febrero de 2011

20 de febrero. NO PUEDO

Estoy pachucho, esta mañana cuando rezábamos laudes ya estaba yo con unos tiritones tremendos y luego, el dolor de cabeza ha podido conmigo. Tengo varios encargos pendientes y me puse a trabajar pero las ideas no fluían y el físico no acompañaba, así que, al final he pasado el día empastillado y metido en la cama.

La verdad es que ahora tampoco tengo muchas ganas de escribir, me he levantado para la eucaristía de la tarde y no creo que tarde en volver a meterme debajo de la manta.

En fin, uno de esos días en los que uno sólo puede presentar a Dios la propia debilidad.

Mejor pensado, diría que es uno de esos días que te ponen en tu sitio; porque supongo que esa debilidad, la impotencia, es lo único que siempre podemos poner ante el Señor todos los días. Creer  que hacemos, que somos, que tenemos algo para el Padre que no haya venido de Él, es siempre una mentira.


Si pensáramos más en eso, no se nos ocurriría pensar que estamos por encima de nadie, que en nosotros hay más méritos que en los demás, o que no necesitamos al otro.

Espero estar un poco mejor mañana, pero esta noche no doy para más, lo siento… En lugar de explicar mi dibujo de hoy, invito a quien pueda leerme a completar esta entrada, a pensar, mirar el dibujo y reflexionar sobre qué es lo que tiene que ver con mi pobre y breve reflexión.

Hoy… ¡necesito ayuda! (TAMBIÉN)

2 comentarios:

  1. Un amigo y hermano mutuo siempre comentaba que le gustaba disfrutar de la tarde de los domingos para sí mismo, dedicándose un tiempo a aquello que más y mejor le placía. Como en tu dibujo de hoy, en esta tarde he sido capaz de sentarme y disfrutar de las cosas hermosas que Dios me ha dado en mi vida, y muchas de ellas vienen, incluso, representadas por una cruz. Hoy por fin ha llegado a mi ciudad un hermano muy querido, todo un padre para una “generación” de gente que ha encontrado a Dios en sus vidas de forma especial. Volver a reencontrarme con él ha sido un motivo de gran alegría. La última vez que le había visto había sido en momentos de gran dolor, de cruz, de sufrimiento. Pero compartiendo las experiencias de estos últimos meses, convenimos en la felicidad que nos rodea cuando nos sabemos queridos y mimados por Dios, aunque por el camino nos encontremos con pequeñas cruces que nos lo hagan pasar mal.
    Porque nuestra vida es compartida, hoy he querido dar yo mi testimonio, comentar tu dibujo. Y he de decir, que yo también me identifico con él. Y a estas horas, ya un poco tarde, me siento delante de mi crucificado, y no me salen más que palabras de agradecimiento. Gracias Señor por haberme puesto personas tan buenas en mi camino. Gracias por hacerme consciente de ello. Gracias.
    Un hermano

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