7 de diciembre. ADORNAR-SER

Hoy, como manda la tradición por aquí, y aprovechando que estoy en mi nueva y ordenada habitación, he colocado ya la decoración navideña.

Es la primera vez que lo hago y estoy encantado.

No me gustaba la idea de poner cosas vacías o sin sentido y he querido que todo tuviese una razón; que los adornos me ayudasen a tener presente el adviento, que supusieran para mí una ayuda a la hora de recorrer el camino y salir al encuentro del Señor.

He puesto una especie de corona de adviento, unas velas que cada día me recuerden que quiero permanecer despierto y atento, a la vida, al mundo y a mí mismo, para que no se me escape de las manos, para vivir consciente y percibir a Dios que, continuamente se me hace el encontradizo…primer domingo de Adviento.

También he colgado unas lucecillas que se encienden y se apagan, que me hagan ver que es “tiempo de cambiar”, de dejar que Dios ilumine mis oscuridades, de abajarme, de reducir las colinas en las que me empeño en subir y elevar los valles de aquello en lo que no doy lo suficiente… ¡preparad el camino!, segundo domingo.

Espumillón de muchos colores, la alegría de saber que llega la salvación, que el reino de Dios y su justicia ya están aquí y que, si me mantengo junto a los pequeños, a los que sufren y necesitan, si me sé uno de ellos, lo disfrutaré siempre. “Estad alegres”, tercer domingo de adviento.

Por último, era imprescindible un “misterio”, el de un amor tan grande que se despoja de sí para hacerse uno, con y junto a nosotros; la causa y el destino de todo; por lo que vivo, el que me seduce y apasiona, el que me hace capaz, el que me sana, el que me sueña y necesita,… el Dios-con-nosotros que celebramos y que es realidad… si tú quieres.