miércoles, 28 de diciembre de 2011

27 de diciembre. ESCARLATA LLEGABA SIEMPRE TARDE

El otro día, mientras hacía el dibujo para el blog, me vi “Lo que el viento se llevó”, sí, ya lo sé, todo un clásico de estas fechas… no fui nada original, pero siempre disfruto mucho con esta película.

La famosa frase de “ya lo pensaré mañana”, que Escarlata pronuncia repetidamente, hoy aparecía en una conversación que tenía con otro fraile y una amiga.



La protagonista la dice en diferentes momentos de la peli, en contextos y significados muy distintos.

Por ejemplo, son las palabras con las que termina la obra… es verdad que, a veces, no podemos más y no es bueno obsesionarse con las cosas, dejarlas reposar y buscarles solución más adelante.

Pero, la mayor parte de las veces –como ocurre también en el largometraje- son una trampa tremenda… cuando, consciente o inconscientemente, las usamos como excusa para no afrontar, para no molestarnos, para escapar de las realidades y problemas de la vida... ¡Y así le va, a la pobre!



Y es una mentira porque desconecta el futuro de lo que vivimos ahora, como si nuestras acciones u omisiones no fuesen a repercutir en lo que vendrá… es una lástima que vivamos así, dejando lo importante para otro momento, esperando un mañana ideal “Esto o lo otro lo haré cuando tenga más tiempo, esté mejor preparado, cuando haya más facilidades, en la próxima oportunidad”; pero ese día  nunca vendrá, porque nunca nos faltarán las dificultades ni tendremos las circunstancias que nos lo pongan todo rodado y así, se nos va pasando la vida, atendiendo a otras cosas, a compromisos y necesidades que no son las fundamentales.




Estamos en tiempo de navidad, ocasión para acoger a Dios en lo humano, en mí y en el que está al lado o más allá; para entregarnos por completo, para ofrecerle y poner a su servicio lo que somos y tenemos: lo material y lo personal; en ello nos jugamos la felicidad y lo que somos de verdad.

Todos sentimos en el interior esa invitación de Dios; sabemos en el fondo lo que podríamos hacer…

¡y es ahora! No mañana. El futuro es para continuar,  para afrontar desde el Señor lo que la vida nos presente, no para acumular pasos que no se dieron, no hay por qué esperar para desprendernos de los ruidos de la cabeza o el alma, para hacer hueco, para responder por completo…  para ser humano en y con lo humano y, sólo así, dejarnos ser completamente de Dios.

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