Fue uno de los primeros frailes que conocí siendo casi un niño y, aunque no sé si se lo llegué a decir alguna vez, era importante para mí, lo quería mucho.
Yo conocía la noticia justo antes de empezar la eucaristía y me ha costado la vida acabar la celebración sin romperme en llanto; Me había preparado una homilía sobre los santos inocentes, sobre el dar la vida por Jesucristo, en cada oración, en el padre nuestro, al partir el pan… no dejaba de ver su cara, sonriéndome con esa risilla suya tan contagiosa, en comunión con nosotros en aquella eucaristía… y la voz se me quebraba y los ojos se me humedecían.
Ahora sí, ahora escribo con la cara y el corazón cargados de lágrimas…
No lloro de dolor ni vacío, sé que ahora, Paco cuida de todos los que aún seguimos aquí desde la casa del Padre; le hablará de nosotros, de nuestras debilidades y grandezas, al lado de todos los hombres y mujeres que nos han precedido en la Orden… aquí nos hacía mucha falta en todos los sentidos, pero sé que –como ya nos dijo Nuestro padre Domingo- ahora nos será más útil.
Mi emoción brota de la gratitud, de lo que vivimos juntos, de lo mucho que ha dado a la Orden, del amor que me dio un hermano que supo estar cuando y como había que estar a mi lado. No era perfecto, pero para mí fue ejemplo, desafío, fraternidad, cercanía, honradez, amigo, risa, apoyo…
Lloro también de admiración ante un fraile y un sacerdote que, como supo y pudo, lo ha dado todo a su Dios, en todas las circunstancias y hasta el final…
Sé que conmigo lloran todos los frailes y la familia dominicana, porque no somos de piedra; porque lo queríamos, porque nos queremos; porque las certezas y la fe no evitan el sentir dolor… lloro porque no me lo creo, porque no puede ser que Paquito esté muerto…
Y cada lágrima mía, la de cada uno de los que lloramos su marcha, precisamente en esa fe que nos unió, se transforma en esperanza y alegría… Paco vive y nos ha demostrado a todos que es posible dar la vida, día a día, por amor y hacerlo con una sonrisa siempre en la cara.
El viernes lo despediremos en su pueblo natal; el mismo día en que, hace 22 años, fue ordenado sacerdote. Brinda desde el cielo con una cervecita por nosotros ¡Gracias para siempre, hermano!
Gracia Félix por esa entrañable Eucaristía que no olvidaré nunca por la fuerza y la entrega que transmitistes en ella.
ResponderEliminarYo me quedé cosida de tu tunica y me fuí a decirte lo agradecida que me sentía por ella, or haberme dado una gratitud nueva ante la injusticia, antes la inocencia de los que pagan para que siga permaneciendo viva la Algría, La Esperanza y El Amor de Aquel que nos acompañará en la batalla y en la recompensa que nos espera de una vida nueva junto a los justos y a los buenos que supieron proteger en la tierra todo lo hermoso que Dios puso en ella.
En tus ojos descubrí tamibén la tristeza que deja la huella de la inocencia arrebatada por la violencia de una muerte repentina y por eso tu Eucaristía era mas, y mas bella, era la Palabra Viva, era la certeza de que tras la vida de la inocencia ofrecida vendría una gran recompensa....
Gracias hermano por tu homilía que nunca olvidaré en mi vida y por hacer de ella Palabra Viva para continuar nuestra senda protegiendo en ella la Alegría, La Esperanza y el Amor de Aquel que nos guía y por el que tantos inocentes han dado su vida y seguirán dandola en nuestros días.
Que el Espíritu Santo te conforte con la llama de Amor viva y que el consuelo sea para tí una alegría compartida para que puedas seguir dandonos de comer Palabra Viva en la celebraciones de la Eucaristía y para que la sonrisa de Paco sea para todos una sonrisa eterna llena de la alegría que él desprendía en su vida terrena y ahora eterna. Marisabel Troya
¿Porqué, Señor, porqué...?
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