Todo el mundo se felicita hoy, pero no sé si saben por qué… si esas palabras significan algo más que un buen deseo, si conocen que están pronunciando una constatación de algo que no es que simplemente pasemos unos días contentos en los que tiremos la casa por la ventana y podamos disfrutar de los que tenemos.
Todo eso está muy bien, que se reúnan las familias, la fiesta, que se disfrute de esta noche que lo merece… que, por unos días tengamos más presente la generosidad, y el amor ya es mucho…pero es una pena quedarse sólo en eso, porque entonces, cuando nos falta alguien o existen necesidades, ¿se desvanece la felicidad?
La alegría que explota en la nochebuena no es precisamente un tener, no la disfrutaron los que estaban saciados ni los que estaban rodeados de seres queridos; sólo unos cuantos pastores, más allá del ruido, el consumo y las luces, pudieron escuchar el canto infinito “¡Gloria!” y en un rincón olvidado, oculto a la mayoría, encontraron a un crío, que es la fuente de la verdadera felicidad.
“El mundo entero, reunido en el hombre, se sirve de él como de un instrumento de voces múltiples, y, acompañándose de su canto, con este instrumento, que es el hombre, toca para Dios” Clemente de Alejandría.
Dios se hace hombre y, así, hace al hombre de su linaje; peregrinos, buscadores, valientes, confiados, rotos y perfectos, atentos y admirados, familia, apasionados, con los corazones llenos, las manos abiertas, pequeños pero únicos… la mayor obra de arte de la creación… reconciliados, eternos, capaces, con sentido…
Ya está completo nuestro Belén.
Hoy quiero desearnos a todos ese encuentro, esa felicidad buena, que no se pasa en quince días… que nació hace más de dos mil años y se quedó con nosotros para siempre.
¡¡FELIZ Y SANTA NOCHE BUENA !!
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