lunes, 7 de marzo de 2011

6 de marzo. EL MILAGRO

La postulante de la que hablaba hace unos días hoy ha tomado el hábito dominicano. Ha sido toda una fiesta de familia que he disfrutado tremendamente: la alegría de todas mis hermanas, su cariño, la ilusión de la nueva novicia…; la participación de los seglares dominicos, de otros frailes; también estaban allí mis padres y he gozado como un  enano al verlos disfrutar con todos nosotros; me emocionaba el recordar el día en que yo también me postré en tierra para pedir misericordia y vestir, por primera vez, nuestro hábito…
Tras la celebración, me ha sorprendido el que muchas personas han venido a decirme que se me nota en la cara que soy muy feliz, que transmito esa alegría; verdaderamente lo soy y lo estaba ¡cómo no serlo!

Por la tarde un par de encuentros con personas que lo están pasando muy mal y que, últimamente, empiezan a descubrir con más claridad la presencia de Dios junto a ellos; la necesidad de fortalecer su relación con Él para superar su sufrimiento.
También he vivido un momento muy bonito con la parejilla que suele venir a la puerta de la Iglesia a pedir limosna. El día terminaba con un grupo de amigos después de la misa de la tarde.
Y yo, en medio de todo eso; alegrándome con cada persona, con cada logro; pensando en el privilegio que supone ser testigo de tantos y tan bonitos procesos; que incluso, en algún caso, he podido aportar algo de lo que soy a esos caminos…
Una vez vi una película que se llama “un gangster para un milagro” (creo); es una peli muy conocida, de esas que suelen poner todos los años en la tele por navidad. En ella Betty Davis es una transeúnte alcohólica y maltratada por la vida hasta que en un momento determinado, gracias a las personas que la rodean, aparece transformada como toda una aristócrata; llena de elegancia, con una belleza madura y serena; con todos sus sueños haciéndose realidad y rodeada de amor por todas partes…
Algo así siento yo cuando pienso en mi vida; en una pequeñez (la mía) transformada –por pura gracia- en grandeza y hermosura. Cualquiera que me conozca sabe que no me merezco ni el regalo de ser religioso ni el del sacerdocio; pero es un regalo que acepto feliz, con temor  y confianza en la misericordia de Dios y mis hermanos.
Esta tarde, durante la misa, precipitaban todas las experiencias del día y pensaba en ese Dios que lo da todo por mí, por nosotros y que así aniquila nuestra miseria, nos hace grandes, enormes y eternos.
No he podido evitar el emocionarme en plena eucaristía… en mitad de la consagración se me ha hecho un nudo en la garganta; Con los ojos húmedos de gratitud he tragado saliva y he proclamado:
¡Este es el misterio de nuestra fe!

1 comentario:

  1. Los que estabamos cerca hemos podido comprobar esa emocion que ni mas ni menos brota desde el corazon y de la verdad, disfrutar de lo positivo de la gracia de DIOS es una manera de ser agradecido que es lo mismo que dar gracias por el regalo diario y permanente que cada uno disfrutamos y sentimos con los acontecimientos de nuestra vida, sentirse enamorado, los hijos, nietos, amigos y en cada una de la verdad que se bislumbra en personas que todavia no estan infectados por la contaminacion y las apariencias que parece estan inpresindiblemente en nuestras vidas.

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