jueves, 28 de febrero de 2013

28 de febrero. LAZARO Y EPULÓN


Sigo dándole vueltas al asunto de la sencillez. A mi edad, uno se empieza a dar cuenta de que la vida va pasando y de que muchas de las cosas que esperaba conseguir no han llegado; que va siendo hora de ir a por ellas, si de verdad las quieres…

El problema es depurar tus sueños  y averiguar qué es  lo que verdaderamente deseas. Ninguno de nosotros, y tampoco los religiosos, estamos libres de las tentaciones del consumo y el aparente éxito social que nuestra sociedad nos presenta, y esas tentaciones pueden colarse, sin que nos demos cuenta, en los sueños que acariciamos… y uno “quiere querer lo que Dios quiere”, sí, pero…

Estoy plenamente convencido de que en la voluntad de Dios está el camino: en el servicio, en la pequeñez, en dar la vida, en los olvidados. Del mismo modo, sé que eso supone que uno mismo acabe siendo igual de arrinconado e insignificante…
 


En esta vida hay unos pocos que triunfan, que son reconocidos y considerados; y una inmensa mayoría que trabaja, sufre  y vive en silencio, que nunca serán nada a los ojos del mundo. 

Mi lucha interior va por ahí últimamente, quiero estar del lado de los segundos, me esfuerzo por hacerlo, pero trato de que mi opción sea profunda y convencida… sin envidiar a los primeros, ni añorar los aplausos que no recibiré. Ciertamente, es un posicionamiento que se puede realizar desde infinidad de carismas diferentes, que no todos estamos llamados a hacerlo del mismo modo; pero no quiero que eso sea una excusa que justifique una existencia que, en el fondo, esté muy lejos de las víctimas de nuestra historia.


Y ¿cómo hacerlo? Pues ahí tengo el Evangelio, el modo en el que lo hizo Jesús: mirándome a mí mismo y a mi propia vida desde los ojos de Dios; dejando que sea, sólo Él, el que me reconozca; buscando afirmación desde su experiencia, por dentro y no por fuera.

En principio lo sé todo, tengo las respuestas que necesito; la Escritura nos lo dice muy clarito… pero no termina de entrarme en la cabeza ni en el corazón. Seguramente no soy el único, otro gallo cantaría si las gentes de Iglesia estuviésemos plenamente convencidos de ello; si sólo pusiéramos nuestra confianza y seguridad en Dios; si todo nuestro afán fuese ser pequeño con los pequeños.

Pero bueno, ¡para eso está la cuaresma! Para recordarnos que no podemos dejar de pelearnos con nuestros miedos, egoísmos, inseguridades y suficiencias; y una cosa está clara, puede que no sea conquista de un día pero,  mientras nos continuemos esforzando, iremos ganándonos pequeñas batallas; seguimos manteniendo abierta la puerta de la esperanza; la certeza de que algún día, Dios nos ganará por completo.

27 de febrero. PARROQUIA DE SAN JACINTO


Hoy he vivido una de las experiencias más bonitas que la parroquia me ha regalado en todos los años que llevo aquí, compartiendo camino.

Muchos miembros de los diferentes grupos de la parroquia nos reuníamos para celebrar la misa y la mesa después; lo hacíamos en un ambiente informal pero completamente cargado de sinceridad, como la familia que verdaderamente somos.

Hoy reflexionábamos juntos sobre el Evangelio de la sal y la luz y la invitación que Jesús nos hace de dar sabor e iluminar al mundo… mientras escuchaba cada aportación, yo pensaba que la sal y la luz no suelen llamar la atención, que cumplen con su función muy discretamente. No te das cuenta de que faltan hasta que empiezas a no ver bien, o cuando te ingresan en el hospital y tienes que comértelo todo soso… Así es mi parroquia, así es esta preciosa fraternidad de hombres y mujeres de fe: llena de vitalidad y de la alegría del Evangelio.

Puede que muchos de ellos ni lo sepan, que no lo vean con la claridad con la que yo lo he experimentado yo estando a su lado. Yo soy uno de los últimos que se  incorporó a esta comunidad y, desde el principio, fui recibido con los brazos y el corazón abiertos de par de en par. Estas gentes, mis hermanos de Triana, han sido pacientes con mis carencias y limitaciones, se han volcado conmigo en los momentos de celebración y también para apoyarme en las dificultades; juntos nos hemos mantenido fieles a nuestra identidad y convicciones cuando nos han querido comprar o nos han azotado con mentiras y falsas acusaciones… con el amor, la lucha, el ejemplo y la alegría, que sólo pueden brotar de la fe, me han enseñado mis primeras lecciones en esto de ser sacerdote.

Seguramente, en todo el mundo, hay montones de creyentes que no son conscientes que no terminan de creerse eso de que son sal y luz… pero aun así, dan sabor a la existencia y rompen infinidad de oscuridades… porque cuando, en su aparente insignificancia,  se reúnen los granos de sal, ya nada es como antes, nada es insípido; y cuando se enciende una luz, por minúscula que sea, todo deja de ser de color negro.
 

miércoles, 27 de febrero de 2013

26 de febrero. PEQUEÑO


Estos días, las lecturas nos hablan de la sencillez, de hacernos pequeños; o al menos así lo estoy recibiendo yo, que ando en esa clave desde que el sábado, en el encuentro, las palabras de un hermano me iluminaban al respecto.

Hacerse pequeño es reconocer la propia debilidad, admitir -con la benevolencia con que lo hace Dios-  nuestras caídas y fracasos interiores… partir de nuestra verdadera identidad como criaturas.
 


Es demasiado habitual el error de negarse a aceptar esa parte de nosotros, tanto a nivel personal como de toda la Iglesia y, cuando hacemos eso nos apartamos de la realidad, la propia y la del otro; empezamos a construir mentiras a nuestro alrededor, falsedades orientadas a la galería que pretenden recabar el reconocimiento exterior: mostrar a todos lo buenos que somos, alardear de riqueza o virtudes,  grandes manifestaciones públicas que demuestren que somos muchos, que tenemos poder e influencia. Superficialidades que no conducen a nadie a la felicidad, que no resultan significativas para la humanidad y que, en el fondo, tienen mucho de miedo.

Para colmo, si nos ensimismamos en esa película que nos montamos a veces, podemos llegar a creérnosla de tal manera que nos sentimos en posición de juzgar e imponer a los hermanos lo que nosotros, desde nuestra elevada posición, creemos que necesitan.

Sólo reconciliándonos con nuestra miseria, siendo compasivos y misericordiosos con nosotros mismos, podemos descubrirnos al mismo nivel en el que está cada ser humano; entender su vida, su situación, sus motivos, su dolor; escuchar de su boca lo que necesita en realidad y poder ofrecerlo, ponernos al servicio.

Encontrar las señales que nos orienten por ese camino tiene que ser una de las principales ocupaciones del creyente, de la Iglesia entera, especialmente en este tiempo de cuaresma… por ahí, siendo Iglesia humilde y servidora, está la grandeza de verdad.

martes, 26 de febrero de 2013

25 de febrero. COLLADO...


 

He pasado el fin de semana en un encuentro del MJD (Movimiento Juvenil Dominicano); sólo han sido un par de días, objetivamente no es mucho tiempo, pero si ha sido grande e intenso lo vivido. Especialmente honda ha sido mi experiencia, porque después de dos años como coordinador nacional ya se acaba mi servicio y el fin de una etapa.

Durante toda mi vida religiosa, la pastoral con y junto a los jóvenes ha sido mi mayor prioridad; durante todo ese tiempo he visto cómo esas personas crecían, maduraban, optaban, vibraban con el evangelio, se enamoraban… y sobre todo no he podido evitar quererlos, quererlos mucho a todos. Son una parte esencial de mi vocación y mi vida. Pero estoy convencido de que ha llegado el momento de tomar distancia; es hora abrir nuevos caminos, para ellos y para mi propio seguimiento de cristo.

Cuando se ama a algo o a alguien, se corre la tentación de querer instalarte, apoderarte de aquello que no te pertenece, porque es de Dios, sólo suyo… y es necesario estar dispuesto a abrir las manos y ofrecerle lo vivido, lo trabajado, lo sufrido y disfrutado. El verdadero amor es aquel que sabe  liberar y desprenderse. Entregar es precisamente eso: despojarse, alejar y ver marchar… y confiar, desde la certeza de que Dios – del que todo lo has recibido- sabe lo que se hace y nunca dejara de  cuidar lo presentado.
 

Las mías son unas manos pequeñas y bastante torpes que hoy quieren ofrecer una pequeña flor; muy diminuta porque; aunque he querido mimarla, protegerla y regarla con todo mi ser; sé que no es mucho lo que he podido hacer y dar, al menos mucho menos de lo que yo hubiese querido; pero es una flor muy hermosa, porque tiene en su centro un corazón: uno abierto de par en par, que mis hermanos menores han sabido colmar de amor e ilusión.

Y tiene también una lágrima, pequeña porque la ofrenda se hace con alegría y gratitud, pero también es difícil la partida.

Una flor sencilla y querida que el Señor hará crecer fuerte y vigorosa; que mañana esparcirá sus semillas al soplo del Espíritu; que nos regalará a todos un bello perfume; que yo, orgulloso, espero poder respirar.

jueves, 21 de febrero de 2013

21 de febrero. POR DIVERSOS MOTIVOS


He comenzado el día atendiendo a un chaval que ha tenido la valentía de plantearse la vocación religiosa, por si eso fuese poco, también ha sido capaz de hablarme con toda franqueza: me explicaba las razones que le habían traído hasta este punto, las más loables pero también otras que le preocupaban porque pensaba que no eran tan aceptables.

Yo le agradecía su sinceridad, pero le decía también que no sufriese por ello, que las personas somos así, que rara vez hacemos algo movidos únicamente por motivos “puros”. Cuando hacemos algo, lo conveniente es que las principales motivaciones que nos mueven sean generosas o desinteresadas… pero no podemos evitar que, junto a ellas, aparezcan también nuestros miedos, egoísmos e intereses personales.

Mi historia está cuajada de ese tipo de “cebos” que el Señor nos coloca: por ejemplo, cuando empecé a participar en las actividades de la Orden, siendo muy jovencillo, lo que ante todo me animaba no era mi fe, ni la búsqueda de sentidos… yo iba solo porque me lo pasaba bien y me gustaba estar con aquella gente.

Pero ¡Dios nos conoce bien! Y nos ama de tal forma que es capaz de valerse hasta de esos estímulos secundarios para conducirnos hacia nuestro lugar, el puesto que nos corresponde en la existencia, la vocación de cada cual, ¡la felicidad!

Y por medio de esos “porqués” que no parecen muy honorables, Dios, poco a poco, te va seduciendo; lenta y  progresivamente va ganándose el primer puesto en tu corazón, hasta que un buen día descubres que has picado del todo, que Él ya lo es todo para ti.

Tampoco quiero decir que nos abandonemos al egoísmo y la conveniencia, claro… sólo que no nos torturemos demasiado cuando los pillemos in fraganti en nuestro interior. Pongámoslos en manos de Dios; que son como el trigo y la cizaña, que deben crecer juntos, hasta que el dueño del campo – cuando llegue el momento-  vaya acabando con las malas hierbas, para hacer  que solo brille el trigo que Él sembró en lo más profundo de tu ser.

miércoles, 20 de febrero de 2013

20 de febrero.SOLUCIÓN


La tarde de hoy se me presentaba bastante desahogada y he aprovechado para hacer “deberes”, para completar o asumir trabajos  que tenía pendientes. El saber que tienes a la espalda asuntos inacabados te genera una angustia que, aunque sea prácticamente inadvertible, está ahí, permanentemente estrujándote el corazón… qué diferencia con la profunda sensación de bienestar y satisfacción que te produce el haber cumplido, el saber que has terminado algo, que has hecho lo que debías. Todos, en muchos momentos hemos experimentado lo mismo.

Pienso que si eso ocurre con las pequeñas cosas del día a día, mucho mayor es el bien que te provoca el completar o afrontar los grandes asuntos de la vida: encontrar respuestas, sentidos, ordenar tu propio interior, vivir conforme a todo eso… Por eso, entre otras cosas, dice Jesús aquello de “venid a mí los que estáis cansados y agobiados y encontraréis vuestro descanso”.

No parece que tenga mucho sentido el continuar vagando por esta tierra con un sentimiento de opresión, de angustia y fatiga; cuando sabemos lo que podemos hacer para invertir esa experiencia. Solemos excusarnos diciendo que no hay tiempo, que estamos muy ocupados para eso, pero no es verdad: cuando algo es necesario y se convierte en urgente  encontramos el hueco y la posibilidad de realizarlo…  ¡nada más que tenemos una vida! Merece la pena y la alegría el dejarse de pretextos, el poner los medios para que podamos disfrutarla en lugar de sufrirla.

 

19 de febrero. JUGAR CON FUEGO


Durante toda esta primera semana de cuaresma, el tema de las tentaciones está presente, de una forma u otra, en las lecturas que la liturgia nos ofrece.

A veces en la vida te encuentras con personas que no sólo no luchan contra esas tentaciones sino que se entregan a ellas sin problema ninguno. Precisamente hoy me llegaban noticias sobre dos personas a las que quiero mucho y que, desde hace un tiempo,  se encuentran en esa dinámica. La historia la conocemos todos, es la de aquellos que, una y otra vez arriesgan lo que de verdad es importante, cegados en un juego absurdo, una ruleta rusa que, tarde o temprano, acabará disparándose y arruinando todo lo que tienen, lo que Dios les ha regalado.

Todas esas personas tienen a gente que les aprecia y les advierte, seguro que se encuentran también con infinidad de señales diversas que les advierten del peligro… pero nada, aunque en principio puedan reconocer la verdad de esos avisos, después permanecen ciegos y sordos. Conozco un gran número de casos así, que han terminado con matrimonios rotos, vocaciones perdidas, padres e hijos alejados, confianzas destrozadas o convicciones olvidadas. Después, cuando todo se va al garete, dirán que no sabían, que nadie les previno, que Dios estuvo callado mientras ellos se abalanzaban sobre la perdición.

Las noticias que me han llegado me causan un profundo malhumor, se siente uno tan impotente cuando alguien a quien quieres se obceca en  la inconsciencia… te sientes tan decepcionado que te entran ganas de desentenderte de ellos y abandonarlos a su suerte.

También conozco varios casos así, de familias o gentes que, supuestamente en nombre de Dios, han echado de su vida a los seres queridos que no actuaban conforme a lo que consideraban acertado. Eso no deja de ser la otra cara de lo mismo, de idéntica cerrazón.

Porque, en el fondo, si nos colocamos en la perspectiva de Dios, hemos de reconocer que todos somos un poco así,  igual  de ignorantes en multitud de cosas de la vida; que cada cual puede contar en su historia un sinfín de pequeñas traiciones y caídas anunciadas. Y Dios nunca nos abandona, permanece junto a nosotros hasta cuando nos hundimos en las pequeñas o grandes fechorías y maldades… y sigue estando ahí después; cuando nos hace falta una mano que nos ayude a levantarnos o un abrazo que recomponga nuestros pedazos; incansable, ofreciéndonos permanentemente una nueva oportunidad.

Así que, aunque duela y duela mucho, en esas situaciones,  la única opción creyente que nos queda es la de intentar hacer como Él: insistir y no dejar nunca de acompañar al otro, también en los errores que cometa; seguro que también hubo o habrá quien  hizo igual con nosotros.

martes, 19 de febrero de 2013

18 de febrero. GIOVANI


El día de hoy celebrábamos al Beato Angélico, alguien que con el tiempo se ha ido convirtiendo en muy especial para mí: fraile dominico, pintor, patrón de los artistas y, ante todo un hombre de Dios. Para colmo, en estas semanas y con motivo de la tesis doctoral, estoy trabajando sobre él y profundizando en su figura; cuanto más aprendo sobre quién fue, más y más me fascina su figura.
 


Aunque soy plenamente consciente de la tremenda distancia que nos separa, no deja de ser todo un referente, a nivel espiritual claro, pero también en cuanto al modo en el que supo utilizar los pinceles para  comunicar su experiencia de Dios a las gentes de su tiempo.

Casualmente, he pasado la jornada dedicado a la pintura, trabajando en un cuadro que me han encargado. Cuando uno pinta, en cada pincelada deposita sobre el lienzo algo de sí mismo, probablemente lo más íntimo de su ser; es por eso que la obra del Angélico es inseparable de su espiritualidad, sin su vivencia de fe, no habría podido representar con tanta delicadeza  y hermosura las cosas de Dios.

El arte, todo lo que significa crear,  nos hace entregarnos a lo creado; dejarse un trozo de ti para que algo nuevo vea la luz y eso nos liga para siempre a lo engendrado… así es la pintura, la paternidad, la música, el trabajo cotidiano… ¡el mismo Dios! que al darnos la existencia nos hizo a su imagen y semejanza, dejó algo de su ser en cada ser humano.

 

Desde esa perspectiva, también podemos entender el Evangelio de “el que da su vida la encuentra” Cuando nos ofrecemos  al otro, participamos en su desarrollo como persona, lo enriquecemos y hacemos más bello y si, con humildad, también sabemos ponernos en manos de los demás ocurre lo mismo en sentido contrario; nos hacemos unos a otros  y creamos entre nosotros el vínculo indestructible del amor.

El beato Angélico hoy me hace pensar que todos podemos hacer del Evangelio un Arte, que todos podemos ser el Arte del Evangelio.

lunes, 18 de febrero de 2013

17 de febrero. ROBANDO EN MISA


 
 
 
Hoy ha entrado en la iglesia un individuo que ha robado a una chica del grupo de jóvenes durante la celebración de la eucaristía. Ha sido en plena consagración, cuando ella se ha arrodillado, el tipo también lo ha hecho en el banco de atrás, ha metido la mano en el bolsillo del abrigo que mi amiga había dejado sobre el asiento y, tras desvalijarla, se ha marchado pitando.

El suceso me ha llenado de indignación y rabia, no sólo por el móvil que se ha llevado sino por el lugar y el momento en el que lo ha hecho. Hacía unos minutos yo predicaba sobre las tentaciones, esa lucha que el bien y el mal libran permanente en nuestro interior o alrededor de todos nosotros y poco después ahí estaban: una joven buena, alegre y comprometida rezando mientras otro se aprovechaba de las circunstancias para robar y hacer daño… como evidenciando la realidad de la que nos hablaba el Evangelio.

Lo que ha pasado no sólo me ha despertado enfado, he de reconocer que también se han asomado a mi corazón los malos deseos, la violencia, la venganza… es lo que produce el mal, más y más mal en cadena.

Pero el Evangelio de hoy nos mostraba a Jesús, hombre como nosotros, que rompe esa funesta espiral al vencer sus propias tentaciones; nos hace comprender –ya desde el comienzo de su vida pública- que, aunque a veces nos cueste verlo, el triunfo es siempre de lo bueno; que será la resurrección y la vida las que ganen la partida a la muerte y el dolor… y lo hace aferrándose a la Palabra de Dios.

Lo perverso  está ahí, fruto posible de una insondable sucesión de infortunios, no lo podemos negar. Muchos piensan que Dios no dice ni hace nada frente a ello, y en parte es verdad: no actúa contra la maldad por encima de nuestra libertad, ni nos mutila ni aliena… pero, de ninguna manera permanece impasible; le duele más que a nosotros y sí tiene mucho que decir: nos ha enseñado a decir que no a la tentación, es el mejor modo de enfrentarse a la oscuridad: tratando de ser bien y vida para nosotros mismos y para los demás también, para todos los demás… incluidos los que nos hacen cosas malas.

sábado, 16 de febrero de 2013

16 de febrero. TRIUNFANTES


Esta mañana celebrábamos una eucaristía en memoria de la abuela de unos amigos que falleció hace unas semanas. Yo no la conocí, pero todos me cuentan que fue una mujer que llegaba a la casa del padre tras una larga vida rebosante de una alegría y vitalidad que comunicaba a todos los que tenía alrededor.

La ceremonia ha debido responder a ese talante con el que ella pasó por esta tierra: la familia es muy creyente y, aunque la emoción era intensa, se respiraba serenidad pero también la algarabía de sus biznietos alrededor del altar.

Después íbamos todos juntos a tomar algo, un “algo” que se ha convertido en una comida y después en una merienda. He estado con ellos toda la tarde, riendo, compartiendo, recordando….

Ahora tengo la sensación de que he pasado el día aclamando la vida, la de verdad, tal y como es. Porque las personas, quizás para poder afrontarlo todo, tendemos a dividir, a compartimentar las experiencias: queremos separar los momentos buenos de los malos, el dolor del gozo, el pasado del futuro, los sueños de los fracasos… como momentos inconexos e inconciliables entre sí; pretendemos huir de unos y aferrarnos a los otros, pero es inútil, porque nuestra existencia no es así, no consta de capítulos incomunicados… lo tenemos todo a la vez e íntimamente unido: la risa y las lágrimas, las virtudes y limitaciones, los aciertos y las meteduras de pata, el nacer  y el morir son un continuo en realidad. No sólo son compatibles  es que, además unos cobran sentido en virtud de los otros.
 
 
 

En este tiempo de cuaresma, se pone de evidencia todo esto y que, si deseamos apurar nuestros días, es necesario que asumamos esa naturaleza de la realidad; nos hace falta un sentido que sea aplicable a ese conjunto indivisible de sentimientos y vivencias; que nos sea eficaz, tanto para disfrutar con generosidad como para superar y sanar con esperanza.

Eso es estar vivo, eso es el amor, eso es ser feliz.

Y por si lo que el día de hoy me ha regalado era poco, ahora me encuentro este vídeo que comparto con vosotros. ¡Buenas noches!
http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=qyehfClKCVc

jueves, 14 de febrero de 2013

14 de febrero. X


Hoy en la catequesis de primera comunión, y aunque es jueves, hemos estado explicando a los niños el sentido del miércoles de ceniza y el tiempo de cuaresma que con él se inaugura. Nuestra intención, este año, era que comprendieran que era una oportunidad para aprender la compasión y se lo presentábamos desde la idea de “aprender a mirar con los ojos del otro”. Teníamos la idea de enseñarles que, cuando nos ponemos en los ojos de los demás  podemos salir de nosotros mismos y comprender lo que siente, las necesidades que tiene, los dolores y las alegrías que albergan.

Y estábamos en ello cuando –como ocurre con mucha frecuencia- han sido los niños los que han enriquecido nuestro mensaje:

Uno de los catequistas preguntaba “Si nos ponemos los ojos de nuestra madre, ¿qué vemos?” a lo que uno de los críos ha respondido “¡pues el doble!”

Todos nos hemos reído con la ocurrencia pero, si uno se para a pensar en ello, se da cuenta de la razón que tenía. Si nos compadecemos del hermano, si “padecemos –con” él; al colocarnos en su piel, no sólo podemos capacitarnos para relacionarnos más fraternalmente, para ofrecerle lo que necesita; también nos enriquecemos a nosotros mismos porque nuestra perspectiva se amplía, nuestro conocimiento en general se multiplica y se desarrolla todo lo que somos… ¡y también sabemos lo que pasa si algo se multiplica por cero!

Y por esa regla de tres, cuanto más realicemos ese ejercicio, cuantas más sean las personas en cuyo lugar hemos sabido posicionarnos; mejor lo comprenderemos todo, más cierto será el sentido de nuestro vivir; más y más humanos seremos… ganaremos intimidad con Dios.
 

13 de febrero. CENIZA Y ORO


Como me suele pasar todos los años en este día, me he pasado prácticamente todo el tiempo con numerosas celebraciones de imposición de la ceniza, casi todas ellas con niños y con adolescentes.

Lo paso estupendamente con ellos, supongo que por algo fui profe antes que fraile, con la candidez y la receptividad de los más pequeños; con las inquietudes y las  suspicacias de los más mayores… me resulta muy alentador poderles hablar de este tiempo de gracia que es la cuaresma; de la posibilidad que a todos se nos ofrece para crecer y ser mejores, para contemplar la realidad con ojos nuevos y ser más felices.

Al final de la jornada me encontraba con un viejo amigo para charlar de nuestras cosas. Entre una cosa y otra, hacía mucho tiempo que no tenía la oportunidad de compartir en profundidad con él y, como suele hacer, me ha maravillado con su calidad humana.

Desde que lo conocí, siendo un chavalín como los que hoy me escuchaban en el instituto, sostengo que es una de las mejores personas que me he tropezado en esta vida; es un tío brillante en todos los aspectos pero, a la vez, tremendamente humilde, sencillo y noble como como pocos… pero no ha tenido la suerte que, en justicia, le hubiese correspondido ¡así de indebida es la vida a veces!

Probablemente, las desilusiones, la traición y los golpes recibidos hubiesen amargado el carácter de cualquiera, podrían haberlo vuelto desconfiado o haberle quitado la esperanza; pero no… a pesar de todo mantiene ese corazón de oro que dios le dio y continua situándose frente a la existencia con bondad.

Aunque no nos veamos mucho, me siento orgulloso de tenerlo por amigo y, no creo que haya sido una simple casualidad nuestra cita de hoy. Mi viejo amigo, sin saberlo, hoy me ha mostrado un sentido más para este tiempo y, tras un montón de horas hablando de la cuaresma, del miércoles de ceniza, de lo que supone para nosotros… he comprobado que, aunque es cierto que la vida nos puede abofetear con fuerza, siempre es posible ese crecimiento en el amor… que este tiempo de preparación para la Pascua es una ocasión para despojarnos de cargas y cadenas, para curar heridas, sí, pero ante todo es hora de mantener, de conservar, de proteger y desarrollar toda la belleza que, desde el principio, el Señor puso en nuestro corazón.

 

miércoles, 13 de febrero de 2013

12 de febrero. EL CUMPLE DE JEISSON


El día de hoy ha sido toda una sucesión de experiencias bonitas; conforme pasaban las horas, el tiempo no ha parado de regalarme con rostros y momentos completamente inmerecidos.

Pero de todo lo vivido hoy, ha sido el rato que he pasado a la hora de comer el que más he disfrutado. La novia de un joven amigo y feligrés, con motivo de su cumpleaños,  me invitaba a presentarme por sorpresa y compartir con ellos la mesa. Este joven es colombiano  y el primer halago que me ofrecían era ese, el considerarme a mí parte de esa pequeña familia de la que este chico se ha ido rodeando aquí.

Pero después también me ha resultado apasionante la compañía de la que he podido disfrutar: cinco personas de cinco países distintos, con diferentes lenguas, religiones y culturas.

Mira que uno es tímido, pero lo habían preparado todo con un mimo exquisito para que todos, en nuestra diversidad, nos sintiésemos a gusto.

Hemos hablado de muchas cosas, nos hemos interesado por la historia de cada uno, por nuestras costumbres, ritos y formas de ver la vida en un ambiente de cordialidad y totalmente fraterno.

Al terminarnos una exquisita colección de platos internacionales, me pedían que elevase una oración y, todos juntos, hemos elevado una acción de gracias al Dios común a todos… y yo volvía a mi convento completamente admirado ante la belleza del ser humano.

Cuando desde muchos lugares insisten en buscarnos enemigos; en presentarnos a las otras religiones, al distinto  como una amenaza; en levantar nuevos muros y fronteras… lo que yo he vivido hoy ha sido radicalmente otra cosa, ante mis ojos y mi corazón se ha hecho evidente que, cuando las personas se encuentran, más allá de que creamos en Dios, Alá o Yaveh; por encima de los pigmentos que decoran nuestra piel o del lugar en el que abrimos los ojos por primera vez; lo fácil, lo natural entre nosotros no es la incomprensión o la distancia, sino la risa; la palabra y el abrazo.

martes, 12 de febrero de 2013

11 de febrero. PAPA


Hoy nos sorprendía a todos la noticia de la valiente decisión del Papa; un anuncio que nos muestra a un hombre que no se aferra al poder y que, al reconocerse incapaz de realizar adecuadamente su servicio, es coherente y renuncia al ejercicio del mismo.

Todo un ejemplo el que nos ha dado Benedicto XVI, en este mundo en el que nadie, pase lo que pase, deja voluntariamente sus cargos o privilegios.

Pero, además, esta opción supone una nueva puerta que se nos abre a la esperanza…. Puede que sea demasiado ingenuo, lo sé, pero desde que me he enterado del asunto me he llenado de ilusión ante el futuro. Todos los católicos del mundo entero pensamos ya en quién será el nuevo pontífice y muchos albergamos el deseo de que el Espíritu Santo sople con fuerza en el próximo cónclave y que la Iglesia se abra a su acción; que estemos atentos a los signos de los tiempos y el nuevo Papa sepa guiarnos en la presentación de respuestas significativas para los hombres y mujeres de hoy.
 


Pero esa posibilidad no descansa únicamente en los cardenales o en el Vaticano; somos todos y cada uno de los creyentes los que debemos protagonizar ese paso hacia el mañana, desde nuestra propia vida, con el compromiso y el testimonio personal, acompañando nuestras ilusiones de la oración, confiando en que- a pesar de todas nuestras miserias- es el mismo Dios el que conduce el  camino de  nuestro pueblo.

domingo, 10 de febrero de 2013

10 de febrero. EL QUE QUIERA PECES...


 

“hemos estado bregando toda la noche y no hemos cogido nada…” Decía Simón Pedro en el Evangelio de hoy.  Me resulta familiar esa sensación y, probablemente, no sea yo el único al que le suena eso de estar en medio de la noche; envuelto en frío y oscuridad; con la impresión de que todo lo que te esfuerzas, lo que intentas, lo que das y lo que vives no sirve para nada, es inútil, no da fruto…

“…pero, por tu Palabra, volveré a echar las redes” y entonces sí, junto a Jesús las redes acaban rebosantes, los frutos nos sobrecogen a nosotros mismos; la vida se hace auténtica y plena. Es el mismo trabajo e idéntico el esfuerzo, pero muy diferente el motor… y eso también lo conozco, sé bien como es.

Cuando la tiniebla nos envuelve, perdemos la perspectiva y la respuesta más habitual es buscar culpables, encontrar a alguien o algo sobre lo que cargar la responsabilidad: es que fulano me ha hecho esto; mengano me ha defraudado; me ha sucedido esto o el mundo es un una porquería… puede que en algunos casos llevemos razón, pero eso tampoco nos soluciona nada.

Igual es que somos nosotros los que nos hemos alejado de su Palabra; puede que estemos demasiado a la orilla, donde hacemos pie, permanecemos próximos a la tierra firme, conocida y nos sentimos más seguros…

A lo mejor, la mejor actitud frente a las sombras –cualesquiera que sean- es acudir al Evangelio, revisar en cuál de sus aspectos nos hemos enfriado y remar mar adentro, profundizar en la realidad del mundo, de los otros y de un mismo; no quedarnos en lo superficial para penetrar en la profundidad y el Misterio, donde sólo en Dios podemos poner nuestra confianza… dejar atrás esa costa del “ir tirando” que sólo nos ofrece mediocridad y un sucedáneo de existencia,  para adentrarnos en la inmensidad del océano, donde está la plenitud, la Verdad y la auténtica Vida.

jueves, 7 de febrero de 2013

7 de febrero. BASURA


En mi ciudad están de huelga los trabajadores de la limpieza urbana. Como la suya es una labor que normalmente se realiza por las noches,  parece que se hace sola, por arte de magia… es como si no existieran hasta ahora, cuando no sé si llevan once días sin recoger la basura y Las calles se están llenando de montañas malolientes.

No entro en las causas de la protesta, pero esta historia me recuerda a una frase que mi madre (seguramente todas las madres) nos repetía, a mis hermanos y a mí,  muchas veces de pequeños: “¡ya os acordaréis de mi cuando no esté!”.

Efectivamente, como todas las madres, tenía razón y desde que  salí de casa han sido infinitos los momentos y razones en los que la he echado de menos sus detalles y mimitos; de la misma forma, ahora es cuando imagino que todos los ciudadanos nos damos cuenta de lo necesaria que es esa función para todos. Como decía mi madre, esto de los basureros me recuerda lo importante que es saber reconocer y valorar lo oculto, lo escondido, las pequeñas cosas cotidianas que Dios y  los otros nos regalan cada día.

Por otro lado, nos hace comprender lo fundamental que resulta el poder ir quitándose. Día a día, la porquería de dentro; aprender a ir digiriendo poco a poco los enfados, las ofensas y rencores. Si lo sabemos hacer así, en cada momento, no cuesta tanto sanearse el corazón… si nos lo guardamos para mañana, si cada noche nos vamos a dormir sin habernos curado esas heridas, corremos el riesgo de acabar como están ahora las calles de esta hermosa ciudad: inundados de desperdicios y con un amenazante peligro de insalubridad.

Y para colmo, creo  que esas dos cosas, la limpieza del corazón y el reconocimiento del otro tienen mucho que ver la una con la otra…

6 de febrero. JAJAJAJA

Sin palabras!!!
http://www.youtube.com/watch?v=xlUQlWvEIhk

miércoles, 6 de febrero de 2013

5 de febrero. CONVENIDOS


 

Los martes tenemos en la parroquia la catequesis de post-comunión. Este año se están estrenando como catequistas los jóvenes que se confirmaron el año pasado y para mí es toda una gozada verlos en acción.

Tienen a muy poquitos niños en el grupo, porque, una vez que hacen la primera comunión la inmensa mayoría de los chavales desaparecen de la parroquia, pero eso no les desanima en absoluto; cada semana se estrujan la cabeza pensando en juegos y dinámicas, en la forma más divertida de transmitir su experiencia de fe. Lo hacen llenos de ilusión y ganas semana tras semana, con una sinceridad y limpieza que me impresiona muchísimo. Los chavales también están a gusto con ellos y, cuando termina la reunión, les cuesta marcharse… se quedan allí un ratillo contándoles sus cosas y riéndose con ellos.

Cuando se han ido, alguien más mayor me contaba su proceso de fe. Me decía que había caído en la cuenta de que siempre había vivido su relación con Dios de una forma muy superficial: un poco por tradición, cultura costumbre… y otro poco por conveniencia… y que desde hacía un tiempo se había propuesto vivir su fe de una forma más digna y verdadera.

Me temo que eso de la “conveniencia” está más presente en nuestras creencias de lo que pensamos… seguimos a Jesús porque nos beneficia e interesa, por supuesto; acudimos a Él en el dolor o los problemas, esperamos que bendiga los buenos momentos, agradecemos la paz y la fuerza que nos da, encontramos en Él un sentido y una esperanza…  pero si todo se queda sólo en eso, entonces no es un auténtico  amor. Cuando no nos transforma, no nos cambia la vida, ese amor no es de verdad. El que ama antepone al amado a cualquier cosa; no piensa tanto en lo que recibe como en lo que quisiera dar; en hacer al otro feliz.

Viendo a mis jóvenes catequistas comprendo que son toda una lección para mí, para cualquiera que conozca su dedicación: se están apasionando con Jesús de Nazaret y gratuitamente le ofrecen lo que saben y pueden. Como ellos, otros muchos jóvenes en la Iglesia son un estímulo para sus hermanos mayores, un ejemplo de transparencia y sencillez.
 

martes, 5 de febrero de 2013

4 de febrero. AGENTES DE CAMBIO


Esta noche, con un grupo de jóvenes, que ya no lo son tanto, hacíamos una oración para prepararnos ante la cuaresma que ya está a la vuelta de la esquina. Rezábamos y compartíamos acerca de la necesidad de conversión que todos teníamos, de lo mucho que aún nos queda por recorrer en esta aventura de Dios.

Mientras los oía hablar de tanto  que aún le faltaba a cada uno yo no he podido evitar pensar en los grandes avances que cada una de esas personas había realizado, veía sus logros, las etapas culminadas.

Esto, unido a una agradable conversación que unos feligreses muy queridos me regalaban después de la eucaristía, me ha hecho caer en la cuenta de algunas cosas importantes.

Todos somos agentes de cambio y transformamos nuestro mundo cada día, lo hacemos mejor, y es bueno que nos detengamos a pensar cómo:

Hay personas a las que hemos beneficiado y seguimos haciendo bien; gentes a las  que nuestra presencia, el amor que les damos, nuestra disponibilidad ha ayudado a ser mejores o más felices… ¿quiénes son? ¿Cómo les hemos favorecido?

 Ocurre lo mismo con los ambientes en los que nos movemos, hemos colaborado en la construcción de esos entornos, participamos en la resolución de muchos problemas en el trabajo, la familia, la comunidad cristiana… ¿dónde y de qué manera?

Creo que es fundamental que nos planteemos estas cuestiones; primero porque es bonito saberlo y nos ilumina por dentro; segundo porque es de justicia para con Dios y con nosotros mismos; y tercero, porque solemos quedarnos en los errores y en las faltas, pero frecuentemente olvidamos los aciertos y victorias, cuando ese es el suelo del que partimos, la base fundamental para poder continuar adelante.

Todos tenemos esos triunfos, que son nuestros y de Dios también… y aunque el trabajo cotidiano continúe, hemos de ser conscientes de ellos, para poder seguir colaborando en la parte de la Creación que se ha puesto en nuestras manos y poder hacerlo con eficacia y toda nuestra pasión.

domingo, 3 de febrero de 2013

2 de febrero. CRISTINA Y FILOMENA


 

Hoy celebrábamos el día de la candelaria, la jornada de la vida consagrada, y esta mañana precisamente, dos jóvenes monjas emitían su profesión definitiva en la Orden. He asistido a la ceremonia con muchos miembros de la familia dominicana de mi ciudad y, al menos por dentro, yo estaba rebosante de dominicanismo.

He compartido con esas hermanas muchos momentos importantes de su andadura desde que llegaron a la Orden  y realmente ha sido una alegría ser testigo de este nuevo e importante paso que han dado hoy: lejos de renunciar a su libertad o de encerrarse lejos del mundo, esas mujeres han apostado por ser verdaderamente libres y estar en el corazón de la humanidad y yo estaba tremendamente orgulloso de ellas… y lo van a hacer al estilo dominicano.
 


Los carismas en la Iglesia son un tesoro, un regalo del Espíritu que todos deberíamos saber cuidar, tanto en lo fundamental como también en los pequeños detalles. No por distinguirnos, ni siquiera para ser fieles al legado que hemos recibido; sino porque es únicamente protegiendo y afirmando la propia identidad como podemos estar capacitados para reconocer y respetar la del otro.

Puede que ese sea un problema en la Iglesia y en el mundo de hoy, que no sabemos muy bien quienes somos en realidad; no nos paramos a reflexionar sobre ello y nos contentamos con definirnos por lo que hacemos o lo que “nos gusta”. Al no precisar esa conciencia, nos encontramos incapacitados para construir la unidad; acabamos queriendo que todos sean como nosotros  o, por el contrario, encontrando una amenaza en los demás; buscamos falsos refuerzos en la uniformidad o los separatismos.

En el Señor Jesús es en quien, de forma privilegiada, podemos aprender quienes somos, tanto a nivel personal como comunitario; es en Él en quien encontramos nuestra verdad, si nos miramos en su vida, su palabra, si somos capaces de escuchar…

viernes, 1 de febrero de 2013

1 de febrero. ILUSIÓN


Cómo te cambia la forma de vivir cuando en el horizonte aparece una ilusión. En realidad todo sigue siendo como siempre, pero tú lo percibes de otra manera: todo es más llevadero, los problemas se relativizan, se pierde la rutina y tú te encuentras capaz, con más fuerza y ganas para afrontar lo que sea.

Puede ser que aquello que nos enciende por dentro aparezca de forma espontánea, pero hay que reconocer que eso no es lo más habitual. Para cuando eso   no ocurra, quizás tengamos nosotros que buscar algo que nos motive de verdad.

En eso estoy yo ahora mismo, he rescatado una pasión del baúl de lo que se dio por perdido; he buscado los medios para hacerlo realidad y voy a por ello… así que estoy gozando de ese estado que nos proporciona la esperanza.

Y si eso nos ocurre con un simple viaje, una fiesta o un encuentro ¿cómo sería nuestra vida si, de verdad, fuésemos conscientes de la verdadera esperanza? ¿Qué pasaría si nos atreviésemos a quitarnos esas gafas de sol que impiden que la luz de Cristo nos alcance de lleno?

Pues seguramente desaparecerían por completo de nuestro camino las crisis, los vacíos, la soledad, el miedo y  la desesperación; podríamos hacer realidad en nosotros el Evangelio; rebosaríamos felicidad y se la llevaríamos a todos… pero así seguimos, tirando con unas migajillas de plenitud; empecinados en no salir de la mediocridad; caminando bajo unas tristes luces de neón mientras ahí fuera brilla radiante y nuevo el Sol de Dios.