jueves, 31 de marzo de 2011

30 de marzo. SEGÚN TU PALABRA

La de hoy ha sido una tarde de esas en las que no me queda otro remedio que “bilocarme” y estar en dos sitios a la vez, jejeje… ¡así que he disfrutado el doble!
La reunión con mi comunidad de cada miércoles,  los proyectos con el movimiento juvenil dominicano, la eucaristía de la tarde con los fieles de cada día, lo que voy queriendo al grupo de confirmación, el conocer a una parejita que prepara su matrimonio desde la verdad de lo que son y sienten… quien comienza a ver algo de luz tras una noche oscura, los que saben disfrutar con sencillez y generosidad de la bendición cotidiana; quien se aferra a su débil fe en medio del desierto y el vacío; los que crecen, viven, cambian…
Y en medio de todos ellos, yo, testigo y parte de todo ello; con mis ganas, mi ilusión, mis límites e inexperiencia… haciéndome religioso y sacerdote cada día
Ahora pienso en cómo, sin darme cuenta, el Señor va conformando mi vida y a mí mismo… uno simplemente intenta ir respondiendo a la vida, tal y como va llegando; hacerlo de la mejor manera, eso sí, y cuando -de repente- te paras un momento, te das cuenta de cómo has ido aprendiendo; recibiendo amor; llenando tu existencia de personas que, poco a poco,  acaban siendo importantes para ti… aprendes a confiar en que Dios te hará capaz, que pondrá en tu boca sus palabras y más amor en tu corazón… prácticamente todo sin pretenderlo, sin buscarlo; sin grandes heroicidades, ni acontecimientos deslumbrantes.
Es como que el Evangelio se hace vida a mi alrededor y yo puedo dejar de recordar la experiencia del profeta Elías, que descubre a Dios en la suavidad de la brisa, en lo aparentemente imperceptible; ese airecillo fresco, que parece que te da la vida cuando lo sientes acariciándote la cara… pero que no percibes si no cierras los ojos y elevas un poquito la cabeza; si no te abandonas a ese placer y  te tomas tu tiempo para disfrutarlo.


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