sábado, 19 de marzo de 2011

18 de marzo. PAPÁ

Después de ocho horas de autobús; de haberme quedado encerrado dentro durante la parada en Cáceres y de tener que controlar el ardiente deseo de cortarme las piernas (¡porque no tenía dónde meterlas!); he vuelto, por fin,  a casa. De nuevo estoy en la parroquia y con mi comunidad, pero con el corazón repleto por la fraternidad de estos días, por los hermanos que me lo han dado todo y me han acogido como uno más.
Y es que, parece como si esta vida disolviera cualquier límite en el amor;  te hace querer tanto y en tantos sitios…
Mañana, por ejemplo (bueno, hoy ya) es San José y mi alma vuela a Valencia, donde se jugó una parte muy importante de mi vida y mi vocación; donde un trozo del corazón se me quedó para siempre. Me asomo a la ventana y me acuerdo de las luces de la “nit del foc”, me inundan los sonidos de la mascletá, el olor a pólvora y la alegría de la fiesta y de los amigos, los hermanos de allí.
Mi corazón no para de ir de aquí para allá, porque también es “el día del padre”. He tenido la gran suerte de que el mío es completamente excepcional, y no lo digo porque sea el mío, sino porque es una verdad evidente y objetiva; así que me permito la licencia de que él, mi padre, sea el referente que me inspire a la hora de representar a José. Con él quiero rendir un homenaje  a todos los padres buenos del mundo, a todos aquellos que –un buen día- se encontraron con una criaturita que descansaba segura en sus brazos y sintieron la urgencia de darlo todo por ella, de soñar lo mejor para su futuro, de dejarse la piel para hacerlo realidad… sin saber muy bien cómo, ¡sin que nadie les enseñara! Haciendo lo mejor que sabían y podían.
Pocas cosas sabemos de San José. Una de ellas es que supone el enlace de Jesús con la descendencia del rey David, por eso, a los pies de la figura encontramos unas raíces, expresando los orígenes, la experiencia… una de las principales herramientas con las que se cuenta a la hora de ejercer la paternidad… uno de los mejores regalos que se puede legar a un hijo.
Es un camino  lleno de alegrías (representadas por estrellas), sufrimientos (lágrimas) y sacrificios (formas divididas). En los relatos de la infancia, se nos presentan muchas de esas ocasiones que, desde el principio tuvo que afrontar la Sagrada familia… la mía también.
Mi padre y José superan los obstáculos y disfrutan de las satisfacciones gracias a su apertura y escucha a Dios. Las vestiduras se componen de triángulos que simbolizan la inteligencia, la sabiduría de Dios y de ladrillos con una casa en su interior, que hacen referencia a la seguridad que un padre siempre supone para su hijo. Por encima de todo un manto de amor entregado.
El padre de Jesús tiene los parpados cerrados, como el mío, en señal de fe y confianza en Dios;  porque lo más importante de esta vida no se ve “con los ojos” ¡la gran enseñanza!.
Desde esa intimidad y fidelidad al creador, surge la luz que alumbra el camino de los hijos y el báculo que ayuda a recorrerlo. Seguro que –como María- José tuvo que ser un referente de fe y vida para Jesús, un modelo como mi padre lo es también para mí.
Un hombre bueno, creyente, honrado, trabajador y valiente; así era también José. Si Jesús llamaba a Dios Abba, es porque con José había aprendido lo que era un "papá". Mi padre también me muestra a mí, con su vida de cada día, el rostro generoso y repleto de amor del Dios que me ha cautivado.

Al fondo las ramas, el fruto, la vida que continua, la que un padre DE VERDAD siempre genera.
(Muchas felicidades a todos los padres y, en nombre de todos los hijos GRACIAS SIEMPRE)

2 comentarios:

  1. Es un privilegio conocer a Jesús y vivir a su lado...al igual que es un privilegio tener el PADRE que "me ha tocado". Todo lo que considero valioso en mi interior lo han plantado ellos. Luchan día a día para seguir cerca y poder transmitir con su ejemplo todo lo que son: AMOR. Gracias Padre por poder seguir disfrutando de su sensatez, sabiduría, humor soriano, entrega, escucha, su dificultad, su necesidad, su lucha, su honradez, su superación, ...SU AMOR. Gracias.

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  2. ¡Mmm, San José! ¡Qué prudencia, qué sencillez, qué SABIDURÍA!.Exceptuando a los curas y algunos allegados, ¡qué pocos conocen a este gran padre, a este hombre que pasa a la Historia casi de refilón!. Porque a María todos la conocemos (en sus mil advocaciones) pero a S. José... ¡Como si no hubiese sido el engranaje de nuestra historia -la venida de Jesús no sólo dependía del "SÍ" de María, sino de la aceptación de ese padre terrenal que iba a permitir su llegada con una fe absoluta en el otro Padre, en Dios-; lástima que sólo nos acordemos de él el 19 de marzo!

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