jueves, 24 de marzo de 2011

23 de marzo. HACE FALTA VALOR

No sé si será la cuaresma, pero la verdad es que estos días estoy descubriendo que Dios me está dejando muy clarito por donde puedo dirigir mi proceso de conversión en este momento…
Hoy por ejemplo, antes de laudes, me ha despertado la llamada de un amigo: Había tomado una decisión complicada y muy sutil; desde sus convicciones evangélicas se desmarcaba de lo que esta sociedad impone, se arriesgaba al descrédito y la burla; renunciaba a un beneficio importante…
Mientras me vestía el hábito y bajaba a coro pensaba en que me sentía muy orgulloso de él, en si yo habría sido capaz de hacer lo mismo. Esas ideas me rondaban por la cabeza durante la oración y me encuentro con que, inmediatamente, las lecturas de la eucaristía me hablaban de algo en lo que aún tengo mucho que aprender: VALENTÍA; la de aquel que se enfrenta a quienes quieren acallar la voz de Dios en el mundo; la de Jeremías, la del mismo Jesucristo ante su subida a Jerusalén; la del que mira la cruz con la fuerza de Dios.
El madero de cada uno, con el que tenemos que cargar.  Cruces que no se reducen a las enfermedades, circunstancias y dolores que la vida nos presenta; que –como en el caso de mi amigo- son ante todo las consecuencias que nos puede traer la coherencia con el Evangelio: incomprensión, mofas, impopularidad, soledad, intemperie, ¡muerte!

La verdadera cruz, que sólo se puede asumir desde una profunda experiencia de Dios y de su Verdad. Sólo de ahí brota la fuerza, el coraje necesario para asumir nuestra miseria; para hacernos siervos del hermano; ser una auténtica alternativa al consumo y la imagen;  para desnudar el corazón y ponerlo en las manos de otro; para vivir un amor de verdad, universal y desinteresado…
Por la noche volvía a hablar con mi amigo… lo he encontrado contento, rebosante de paz, había hecho lo correcto; había sido EVANGELIO; era ÉL…estaba VIVO.

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