jueves, 31 de marzo de 2011

30 de marzo. SEGÚN TU PALABRA

La de hoy ha sido una tarde de esas en las que no me queda otro remedio que “bilocarme” y estar en dos sitios a la vez, jejeje… ¡así que he disfrutado el doble!
La reunión con mi comunidad de cada miércoles,  los proyectos con el movimiento juvenil dominicano, la eucaristía de la tarde con los fieles de cada día, lo que voy queriendo al grupo de confirmación, el conocer a una parejita que prepara su matrimonio desde la verdad de lo que son y sienten… quien comienza a ver algo de luz tras una noche oscura, los que saben disfrutar con sencillez y generosidad de la bendición cotidiana; quien se aferra a su débil fe en medio del desierto y el vacío; los que crecen, viven, cambian…
Y en medio de todos ellos, yo, testigo y parte de todo ello; con mis ganas, mi ilusión, mis límites e inexperiencia… haciéndome religioso y sacerdote cada día
Ahora pienso en cómo, sin darme cuenta, el Señor va conformando mi vida y a mí mismo… uno simplemente intenta ir respondiendo a la vida, tal y como va llegando; hacerlo de la mejor manera, eso sí, y cuando -de repente- te paras un momento, te das cuenta de cómo has ido aprendiendo; recibiendo amor; llenando tu existencia de personas que, poco a poco,  acaban siendo importantes para ti… aprendes a confiar en que Dios te hará capaz, que pondrá en tu boca sus palabras y más amor en tu corazón… prácticamente todo sin pretenderlo, sin buscarlo; sin grandes heroicidades, ni acontecimientos deslumbrantes.
Es como que el Evangelio se hace vida a mi alrededor y yo puedo dejar de recordar la experiencia del profeta Elías, que descubre a Dios en la suavidad de la brisa, en lo aparentemente imperceptible; ese airecillo fresco, que parece que te da la vida cuando lo sientes acariciándote la cara… pero que no percibes si no cierras los ojos y elevas un poquito la cabeza; si no te abandonas a ese placer y  te tomas tu tiempo para disfrutarlo.


miércoles, 30 de marzo de 2011

29 de marzo. ESTÁS AQUÍ

Esta mañana he estado con un niño al que quiero mucho y que el pobrecito lleva casi una semana ingresado en el hospital, parece que no es nada serio y él ya se encuentra de maravilla… pero está agobiado de estar allí y se muere de ganas de salir. Un hospital no es sitio para nadie y menos para un niño.
Es un chaval de esos que, desde chiquitito, ha tenido una sensibilidad extraordinaria para las cosas de Dios y parece que ha salido de él  el deseo de que yo fuese a verlo y habláramos. No sé si lo que hemos estado comentando le habrá servido de algo, pero lo cierto y verdad es que, siendo tan joven, ya conoce esa desagradable experiencia y, lo mejor, sabe a quién se tiene que agarrar en momentos así, que el Señor es su amigo y que está a su lado.
Después he presenciado como alguien se plantaba en sus convicciones evangélicas y se negaba a participar de una actividad muy beneficiosa, pero totalmente inmoral; de esas de las que la gente no suele confesarse, pero que son las más dañinas porque aprovechan la injusticia y explotan al hermano.
He tenido el privilegio de ser testigo de su opción y de cómo, a partir de eso y misteriosamente, se ha puesto en evidencia un engaño y todas las partes implicadas salían ganando.  He podido comprobar, emocionado, como la bondad y el valor triunfaban sobre la mentira y la codicia.
A mediodía, un lujazo, una cervecita de amor, amistad y fraternidad.
Un poco más tarde, otra historia interesante, una persona que no parece lo que es me ha dado una lección tremenda; me ha hecho darme cuenta de mis propios prejuicios, de que me había dejado llevar por las apariencias y me estaba colando del todo.
Ha resultado ser alguien repleto de bondad y entrega; mientras que yo he acabado siendo, otra vez, un inepto que después de haberlo infravalorado, ha terminado confiando en sus manos un asunto importante.
Resulta que, a lo mejor, varias personas acaban encontrando estabilidad y la felicidad  gracias a alguien que ya estaba ahí, pero yo me había permitido el lujo de juzgar por la apariencia. ¡Toma cura de humildad!
A última hora, en la eucaristía, celebrábamos el aniversario del nacimiento de un angelito en el cielo, una niña que hace dos años llegó a casa de Papá-Mamá Dios. Ha sido otro de esos momentos en los que se evidencia mi inexperiencia y mi limitación; de esos en los que hablas, intentas iluminar la esperanza de esos padres…pero lo que más te gustaría hacer es callarte y abrazarlos sin más. Quisiera poder transmitirles toda la paz y el amor de Dios pero ¡me siento tan frustrado!
Sin embargo esta vez había algo que me ha impactado: la serena belleza de esa madre y la templada confianza del rostro de su marido.
Cuento todo esto porque hoy he visto con apabullante claridad esa mano del Padre que siempre está ahí, sosteniéndonos en la enfermedad, regalándonos el amor, presente en los negocios, enseñándonos en el hermano, en los niños, sostén en el dolor, reciente en el vacío y luz en el sinsentido…
Otro día regalado, día grande para hombres y mujeres tremendos, Dios de su pueblo, y pueblo de Dios.
Esa es mi alegría, la nuestra, saber  (y no de cabeza sino por experiencia) que, en la vida y en la muerte, somos del Señor.

martes, 29 de marzo de 2011

28 de marzo. ¡AY!

Dicen que santo Domingo lloraba por las noches, en oración, compadecido por los pecadores…
En mi aprendizaje como fraile y sacerdote, no deja de sorprenderme la cantidad y la calidad de la gente buena que hay en el mundo; pero también debo admitir que a veces me encuentro con personas que hacen mucho mal, que causan graves daños. No puedo compararme con nuestro Padre Domingo ni de lejos, claro está, pero yo también siento con fuerza ese dolor cuando me encuentro de frente con el pecado de mi hermano. No es por el error en sí, sino por el sufrimiento que –incluso sin darse cuenta- va anidando por dentro de uno cuando nos alejamos de Dios, cuando le damos la espalda a los demás.

La mayor parte de las veces no se es consciente de ello; porque no sabemos o no queremos  pensar en las consecuencias de nuestros actos (como lo hace todo el mundo, pues nosotros participamos de las cadenas y los ciclos del mal, sin planteárnoslo demasiado); porque estamos cegados por nuestro propio dolor y nos dejamos engañar por la rabia; por nuestra incapacidad de ponernos en lugar del otro; la ignorancia…
Otras veces sí, optamos conscientemente por el mal, arrastrados por la ambición, la comodidad, el egoísmo, nuestros miedos, la venganza…
Cuando topo con personas en estas situaciones, me invade un sentimiento de incomprensión pero, ante todo, de lástima… me llora el alma por lo que hacen sufrir, por el daño que en realidad se están haciendo a sí mismos…porque mientras se mantengan en esa dinámica perversa, no podrán saber lo que es la felicidad, qué es eso de ser humano.
En este tiempo de cuaresma, solemos hablar mucho del pecado, pero no siempre lo hacemos bien. Yo creo que es bueno pensar en ello, pero sin torturarnos por los remordimientos, sino confiando siempre en la Gracia de Dios; abriéndonos a su amor, que es lo único que puede liberarnos de ese ciclo de inhumanidad para ofrecernos la auténtica libertad, la plenitud de ser hombres y mujeres de verdad.

lunes, 28 de marzo de 2011

27 de marzo. TE LO DIGO A LA CARA

Hoy sí que me muero de sueño, después de tantas horas sin dormir estoy deseando meterme en la cama y cerrar los ojos.
Últimamente estoy viviendo de cerca algunos conflictos a mí alrededor; no soy parte de ellos, pero me afectan porque incumben a personas cercanas y a las que quiero . Desde esta mañana en la oración, tengo una idea muy presente al respecto…
También había in conflicto entre los samaritanos y los judíos, pero Jesús en el evangelio de este domingo rompe con todos ellos y se acerca a la persona; no a la pecadora, sino a una mujer. Eso me ha llevado a centrar mi reflexión a lo largo del día en la forma en que los creyentes; en que yo; afronto esas situaciones de roces y tensión.
Puede pasar que vivamos nuestra fe en numerosos ámbitos y circunstancias, pero que, al llegar momentos así, se nos olvide el Evangelio y nos abandonemos a nuestros orgullos, rabias y perspectivas… si eso nos ocurre ¿qué estamos enseñando a los demás? ¿Qué ejemplo damos a los que vienen detrás?
No suelo pensar mucho en ello, es cierto que cada cual decide su camino, pero de todas formas no podemos negar que también nos influimos unos a otros.
A mis espaldas ya hay bastante camino recorrido, pero también soy consciente de lo mucho que aún me queda por caminar; es por eso que suelo estar muy atento al comportamiento de mis mayores, que aprendo de sus vidas, de su experiencia… que también me tengo que dejar cuestionar…
De la misma forma, me imagino que también yo soy, de alguna manera, un referente para los niños a los que les he explicado el evangelio, en la eucaristía de la mañana, o para los chavales de catequesis…
Creo que nos engañamos si creemos que nuestra vida es cosa nuestra, que despachamos nuestros asuntos a solas con Dios; también somos del otro, nos afectamos, somos responsables de nuestros hermanos.
Cada día, dentro de nuestras casas, cuando no estamos ante la galería,  podemos ser mal ejemplo, desilusionar a quien nos ira, obstaculizar su proceso de fe o; iluminar nuestro entorno con la humildad y la misericordia; el saber pedir perdón o el relativizar afrentas; con el diálogo, la escucha o poniéndonos en el lugar de quien nos ofende.
Un hermano mío dice a menudo que “todo el mundo es un ángel, si tiene a alguien que se lo diga”… Y en las pequeñas cosas es como, de verdad, vamos transformando la realidad, la nuestra propia y la de todos; en nuestras manos está llenar la Tierra de ángeles o no.

Esta noche, desde este espacio, quiero recordar a quien pueda leer estas líneas eso precisamente, que tú eres un ángel. Que el mismo Dios te ha elegido y enviado para ser luz de las gentes; para poner una huella de divinidad allá donde se pierde lo humano.
Buenas noches.

domingo, 27 de marzo de 2011

26 de marzo. POR EL TRONCO EN QUE NACÍ Y LA SABÍA QUE ENCONTRÉ Y LOS BROTES QUE NACIERON PORTADORES DE TU FE

Me temo que sé de uno que esta noche ya no se acuesta… acabo de subir de una especie de “convivencia nocturna” o algo así con los jóvenes de confirmación. Hemos estado en los locales parroquiales cenando, cantando con un Karaoke y viendo una película. Son un grupo que ya está a punto de recibir el sacramento para el que han estado varios años preparándose… durante este tiempo ha sido un privilegio ser testigo de sus vidas, sus procesos, su crecimiento. Ahora se están empezando a plantear el “después” de la confirmación y la posibilidad de formar parte del movimiento juvenil dominicano.
Antes de eso he tenido un retiro con la fraternidad de dominicos seglares de la parroquia. Una comunidad muy veterana, compuesta por algunos hermanos y hermanas que llevan a gala muchos años de profesión en la Orden. Me han ayudado tremendamente en esto de aprender a ser sacerdote y son para mí todo un ejemplo de fidelidad a nuestro carisma, de perseverancia en el seguimiento de Cristo al estilo de Domingo.
Con unos y con otros, aunque de formas diferentes, he percibido la ilusión, la VIDA. Unos son los que me han antecedido en la Orden, los que han hecho posible que el regalo del carisma dominicano llegara hasta mí; los otros quizás sean los que nos sucedan, los que recojan el testigo de la predicación y anuncien el Evangelio mañana.
El caso es que circunstancias así, hacen que piense en todos y en cada uno de los dominicos, los que están en diferentes lugares, los que fueron y serán, que me sienta parte de un cuerpo; un Organismo con sus achaques, desde luego, que para eso tiene ya ocho siglos de vida, pero lleno sobre todo de grandeza, de importantes aciertos e infinidad de vida entregada; me hace darme cuenta, con mucha fuerza, de mi parte de responsabilidad en ese conjunto. A ciencia cierta, soy uno de los miembros más insignificantes, lo sé… pero eso no significa que sea prescindible, que pueda rehuir la función que Dios me encomienda.
Soy parte de ese árbol; de un tronco compuesto por la comunidad, la oración, el estudio, la predicación que –gracias a la luz del Señor- puede ofrecer al mundo fruta de amor, frutos de Dios.
Es bonito darse cuenta de eso, en la Orden y en la Iglesia; caer en la cuenta de que, ante todo, somos personas, hermanos y hermanas unidos profundamente que , en su mayoría, tratamos con honestidad de hacer de esta tierra un lugar mejor, de conseguir que la humanidad sea auténticamente humana.

A mí, al menos, me posibilita el enamoramiento, el sentirme orgulloso del pueblo con el que camino; el dejarme animar por ese único Espíritu que me impulsa a superar todos mis obstáculos y miedos para volver a decir cada mañana (o cada noche) SÍ.
(y si queréis poner banda sonora...)

sábado, 26 de marzo de 2011

25 de marzo. TANTO...

Muchas veces la gente que me quiere me dice que tengo que poner un orden en mi vida, que quiero asumir demasiadas cosas, que tengo que aprender a decir que no. Hoy ha sido un día de esos en los que siento que no puedo con todo,  que me encuentro desbordado y fallo; una vez más, los más cercanos pagan mis platos rotos.
Así que, de nuevo me lo planteo, tengo que priorizar…pero ¿a qué o a quién le digo que no? Ahora mismo, además de los compromisos de la parroquia,  tengo un montón de dibujos encargados; mil llamadas que quisiera responder; estoy liado con un trabajo que –sobre el curso de la semana pasada- tengo que presentar;  preparo unos ejercicios, las pascuas juveniles… esa es la situación, comprendo que debería ser capaz de poner unos límites, pero no sé cómo.
No es que me crea imprescindible en ningún sitio, por supuesto, pero es que uno no trata con papeles o estadísticas sino con personas, con rostros concretos con los que debo y quiero estar.
Es la cuestión del día, la mía de siempre… mis pobrezas e incapacidades. En días como este sólo puedo ponerme en manos de mi Dios, dejar que sea Él el que realice la obra, pedirle que me ayude a estar, cada vez, un poco más a la altura de la vocación que me ha regalado.
Hoy os presento este dibujo: la mies es mucha, los obreros pocos.
Un campo cargado de labores que necesitan atención, esperanzas en forma de estrella; lágrimas y dolores; los frutos de sangre que producen las injusticias y violencias del mundo; las dudas y desconocimiento de las personas…

Atendiendo a todo ello obreros anónimos que se esfuerzan pero que tienen también en su interior la espiral de la limitación; sobre el conjunto, la oración y el rostro de Jesús, que cuida constantemente de todo.
¡Hay tanto por hacer!, ¡son tantas las posibilidades que hay ante nosotros!… sólo Dios puede ayudarnos a ser conscientes de ello y, desde luego, el único capaz de hacer de nuestras vidas, una respuesta cierta y eficaz.

viernes, 25 de marzo de 2011

24 de marzo. INOCENTE, INOCENTE

Una vez más, no he parado en todo el día; acabo de subir a mi habitación cansado pero satisfecho.
He pasado algunos ratos muy agradables pero también he recibido un par de malas noticias; es curioso, pero tanto en unos casos como en los otros, no he podido sentirme demasiado ingenuo…
Quizás haya sido por mis propios complejos, o puede ser que me hayan influido las reacciones de los demás. Aún me siento lo suficientemente “poco mayor” como para tener muy en consideración las opiniones y la visión que procede de la experiencia. De cualquier forma ahí estaba el sentimiento, como riéndose de mí y de mis sueños…
Es como que tenemos muy asumido que lo maduro es pensar mal, que con el tiempo la vida te enseña, a base de palos, a ponerte en lo peor… a desconfiar.
Dándole vueltas a cada uno de los contextos en los que se me ha escapado la candidez, me doy cuenta de que todos tenían algo en común: de nuevo el amor.
Al hablar del futuro de la Orden, de la Familia Dominicana, descubro lo apasionado y enamorado que estoy del ideal evangélico al estilo de Domingo de Guzmán; lo que disfruto con los aciertos de cada dominico y dominica; lo que me hacen sufrir los errores o la falta de consideración con ellos.
Lo mismo me pasaba con los niños de catequesis, que –aunque están en una edad muy, muy tonta-  me tienen encantado con su ilusión y descubrimientos; igual con las personas que me han transmitido esos malos acontecimientos, a las que me une un cariño muy profundo.
Puede ser que cuando se ama, no puedes evitar que tu visión se centre en lo positivo, que tu esperanza se robustezca, el desear lo mejor. Igual es por eso aquello de que “la sabiduría de Dios no es la del mundo”, porque es la ciencia del amor.
Probablemente, los cristianos tendremos que asumir que somos doblemente cándidos: porque amamos y porque hay alguien que nos ama infinitamente, que nos mima con toda la delicadeza de la creación.

Y tendremos que optar por ser inocentes a propósito; no porque no sepamos en qué mundo vivimos, porque nunca nos hayan hecho daño o no conozcamos el fracaso; sino porque somos testigos de que ese Amor es más fuerte que todo; que suya es siempre la victoria.

jueves, 24 de marzo de 2011

23 de marzo. HACE FALTA VALOR

No sé si será la cuaresma, pero la verdad es que estos días estoy descubriendo que Dios me está dejando muy clarito por donde puedo dirigir mi proceso de conversión en este momento…
Hoy por ejemplo, antes de laudes, me ha despertado la llamada de un amigo: Había tomado una decisión complicada y muy sutil; desde sus convicciones evangélicas se desmarcaba de lo que esta sociedad impone, se arriesgaba al descrédito y la burla; renunciaba a un beneficio importante…
Mientras me vestía el hábito y bajaba a coro pensaba en que me sentía muy orgulloso de él, en si yo habría sido capaz de hacer lo mismo. Esas ideas me rondaban por la cabeza durante la oración y me encuentro con que, inmediatamente, las lecturas de la eucaristía me hablaban de algo en lo que aún tengo mucho que aprender: VALENTÍA; la de aquel que se enfrenta a quienes quieren acallar la voz de Dios en el mundo; la de Jeremías, la del mismo Jesucristo ante su subida a Jerusalén; la del que mira la cruz con la fuerza de Dios.
El madero de cada uno, con el que tenemos que cargar.  Cruces que no se reducen a las enfermedades, circunstancias y dolores que la vida nos presenta; que –como en el caso de mi amigo- son ante todo las consecuencias que nos puede traer la coherencia con el Evangelio: incomprensión, mofas, impopularidad, soledad, intemperie, ¡muerte!

La verdadera cruz, que sólo se puede asumir desde una profunda experiencia de Dios y de su Verdad. Sólo de ahí brota la fuerza, el coraje necesario para asumir nuestra miseria; para hacernos siervos del hermano; ser una auténtica alternativa al consumo y la imagen;  para desnudar el corazón y ponerlo en las manos de otro; para vivir un amor de verdad, universal y desinteresado…
Por la noche volvía a hablar con mi amigo… lo he encontrado contento, rebosante de paz, había hecho lo correcto; había sido EVANGELIO; era ÉL…estaba VIVO.

martes, 22 de marzo de 2011

22 de marzo. ALABAR, BENDECIR, PREDICAR

Nada más empezar la mañana, tras la eucaristía, me he encontrado un video con una versión del “ Magnificat dominicano” que me ha encantado.
El cántico evangélico es uno de mis pasajes preferidos del evangelio; la adaptación a la espiritualidad dominicana muy buena y la versión actual y muy bien interpretada… así que me he dejado seducir y me he pasado el día escuchándolo una y otra vez…¡hasta lo he colgado en el Facebook!
Junto al “hallazgo”, la experiencia de esta mañana; junto a alguien muy especial y querido para mí. Hemos compartido la vida, con las alegrías, los progresos, los problemas,  miedos e inquietudes, pero sobre todo, nos hemos dejado sentir e iluminar por Dios.
Esto ha reforzado el eco del himno de María, la alabanza en medio de la incertidumbre a un Dios que nunca nos suelta de la mano; que hace obras grandes con nosotros, en nuestra vida, que nos llena de bendición y –de forma misteriosa- hace brillar su justicia en el mundo.
Por mal que se nos pongan las cosas, por muy cuesta arriba que resulte el camino, no podemos dejarnos vencer por la desesperación; lo más importante nunca nos faltará.
Nuestro dolor nunca es deseado por el Señor. NO, ni nos lo manda, ni nos castiga, ni nos prueba; pero sí es cierto que desde Él, no sólo podemos superar cualquier padecimiento, sino que además es posible que encontremos crecimiento, aprendizaje y grandeza en nuestro sufrir. Así ganamos la partida, es como Dios aniquila todo mal.
Esa es la confianza de María, desde la que grita que SÍ al mundo, la que hizo posible que Dios transformara para siempre la historia y lo que somos cada uno de nosotros.

¿Qué mayor alegría podemos tener? ¿Qué mejor legado para ofrecer? ALABAR, BENDECIR Y PREDICAR,  uno de los lemas de la Orden.
Supongo que pegaba más que esto me hubiese sucedido el viernes, cuando celebraremos la anunciación… pero el caso es que me ha pasado hoy y he tenido que elegir entre el calendario y la vida, tal como llega… ¡he optado por la vida!
Esta noche me apetece compartir el enlace de esa canción que hoy me ha acompañado y la letra en español.
MAGNIFICAT DOMINICANO
Magnificat, Magnificat,
Anima mea, dominum (bis)
Bendecid, bendecid al pueblo de Dios.
Bendecid, bendecid el nombre del Señor.
Todos los pueblos me dirán bendita:
se fijó en la sierva del Señor.

Predicad, predicad la palabra de Dios.
Predicad, predicad su verdad en la tierra.
Enséñanos a seguirle y muéstranos su camino
porque santo es su nombre. Amén

21 de marzo. DE TI,POR TI, PARA TI

En una sociedad en la que nos enseñan a competir, a pisar al que tenemos por debajo, a explotar al otro; una cultura en lo que se lleva es ser independiente, frío y calculador; en que no se sabe muy bien que era eso de tener principios; con ejemplos de personas que venden hasta su intimidad y la de los suyos, la dignidad, sólo por aparecer en televisión o alcanzar el éxito;  la gratitud no está de moda. Incluso, alguna vez, he escuchado sorprendido  a algún personaje de actualidad decir que no le debe nada a nadie, que había llegado a ser quien era por sus propios medios únicamente.
El tiempo de cuaresma es  la ocasión propicia para hacernos conscientes de lo mucho que debemos; de todas las personas que nos regalan lo mejor que son cada día; de las oportunidades que se nos brindan continuamente; de lo que la vida nos enseña a cada paso, del amor que nos rodea… es el momento ideal para reconocer nuestra precariedad, la mucha falta que nos hacen las personas, nuestra necesidad de Dios.
Es necesario hacerlo, en primer lugar porque esa es nuestra verdad y también porque sólo reconociéndonos así, regalados, podemos comprender la miseria de los demás y ofrecerles de verdad nuestro perdón, nuestra ayuda, el auténtico amor.
"Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros." (Lc. 6,36-38)

El evangelio de hoy nos muestra que Dios no es un referente inasequible, todo lo contrario, Él es el punto de partida, el origen de todo lo bueno que hay en nosotros, de cuanto podemos ofrecer al mundo.
En el Señor descubrimos de verdad lo que es perdonar, dar, amar y sólo desde ahí podemos construir el reino y hacer que todos esos dones se multipliquen por donde vayamos.
Quien vive desde la desconfianza, la amargura, el rencor y la lejanía, acabará recibiendo también frialdad y recelos mientras que al que se abre, cree, entrega y perdona no le faltarán personas que le respondan con las mismas actitudes… y no porque Dios nos lo mande como premio o castigo, desde luego; sino porque nuestra forma de vivir se percibe y va conformando la vida misma, la propia y la del próximo.
Cuaresma: semanas para sentir, disfrutar del amor y la Gracia; para comunicarlos y salvar al mundo…

lunes, 21 de marzo de 2011

20 de marzo. ¡¡ENCANTADOS!!

Día intenso donde los haya, he disfrutado como un mono explicándole a los niños las lecturas de hoy en la misa parroquial, después una reunión de lujo con matrimonios, luego un repaso a la filosofía con un amigo “muy grande”, la eucaristía de la tarde y la visita final de mis ahijados. Cada una de las cosas que he vivido me ha sorprendido muy gratamente; me ha hecho disfrutar de la magia de Dios, de la gente.
Pienso que quizás en la Iglesia nos hemos contagiado un poco de esa fiebre de nuestra cultura por explicarlo todo, por controlarlo y definirlo y hemos querido racionalizar a Dios; explicarlo sólo desde lo humano, nuestra razón y nuestra ciencia…
Desde luego, no niego que es un buen ejercicio para nosotros y nuestra fe el racionalizar la experiencia de Dios, el buscar razones para nuestras creencias, el tratar de conocer más y mejor ese Amor que nos abrasa por dentro… pero no podemos olvidar que Dios siempre es “más”.
Ocurre como en nuestras relaciones interpersonales, la amistad, la familia, la comunidad, la pareja… por mucho que nos conozcamos, por intensas que hayan sido las vivencias compartidas, por grande que sea la complicidad, nunca podemos pensar que sabemos completamente quién es el otro, que lo abarcamos del todo. Nunca perdemos la capacidad de sorprendernos –incluso a nosotros mismos- de aprender y conocer partes del ser que ni nos imaginábamos: en las ocasiones en las somos capaces de afrontar los terrores de nuestro interior; cuando encontramos una fuerza desconocida dentro de nosotros; al emocionarnos y reencontrar la ilusión a pesar de las heridas y el cansancio del camino; reconociendo nuevos sentimientos que nos desbordan…. Descubrimos que las personas siempre somos un enigma inabarcable.
Si pensamos que podemos controlar, delimitar, predecir al otro, nos perdemos esa magia que está en nosotros y a nuestro alrededor, reducimos fatalmente lo que somos.
Puede que un poco sea eso lo que nos está pasando con Dios; que hemos pensado que ya nos lo sabemos, que podemos explicarlo y comprender totalmente quién es, su paso por nuestra vida y nuestra historia.
Quizás haya sido consecuencia natural de otros excesos del pasado, en los que se acentuaba demasiado la lejanía, el desconocimiento de Dios, su ocultación.
Creo que la solución no puede estar, de ninguna manera, en una vuelta atrás, sino en buscar el equilibrio; saber que somos nada al lado de Dios, pero que Él –por amor- rompe todas las distancias y está muy cerca; que se da a conocer, teniendo siempre en cuenta que conocer no es poseer; que su encanto nos envuelve siempre.
Eso es lo que hoy me sugiere la transfiguración de Jesucristo; un Dios humano, que vive nuestra vida… pero que también está más allá. El evangelio de hoy nos presenta la oportunidad de reencontrarnos con su encanto, con ese amor todopoderoso que nos arrebata, que actúa en nosotros y en la vida de cada día de forma incomprensible, sin trucos milagreros que violen nuestra libertad.














Es lo que quiero expresar con el dibujo de hoy, la propuesta de reconocer a Jesucristo en su totalidad: con su humanidad y con su misterio; por eso, sólo he representado a dos de los tres discípulos que aparecen en la narración evangélica: el tercero eres tú, es el espectador.
Cristo da sentido a nuestra existencia y a la luz de su divinidad se comprenden la ley y los profetas, toda la historia de la salvación de la humanidad.
Ante esto, uno de los discípulos trata de agarrarse a la tierra, de aferrarse a ese momento, pero una flecha los envía a la Tierra. El Dios que se revela en Cristo es un Dios vivo, un Dios para el mundo. La contemplación de esta Divinidad debe empujarnos al mundo, no podemos instalarnos en ella. Los momentos intensos junto a Dios son un estímulo necesario para ir al encuentro de nuestros hermanos y sus carencias… de su mágica compañía.

sábado, 19 de marzo de 2011

19 de marzo. ROCÍO

Ayer adelanté la celebración de San José porque sabía que hoy el día iba a estar protagonizado por un acontecimiento especial que yo vivo como una fiesta de la Orden y la familia Dominicana.
Una joven hermana contemplativa mía ha realizado esta tarde su profesión perpetua… es una razón de alegría profunda el saber que aún hay gente joven y normal que se atreve a decir que sí y a hacerlo para siempre.
Mi dibujo de hoy es mi pequeño regalo para Rocío; un presente muy insignificante al lado del que ella nos hace a todos los dominicos y dominicas, pero cargado de fraternidad sincera.
Son las monjas, encarnando el carisma dominicano; la comunidad, el estudio, la oración, la predicación. En el centro, junto a nuestra cruz, una de ellas ofrece el corazón.

En su acción de gracias, ella decía que su vocación es vivir siempre con el corazón en la mano, casualmente como yo la había representado ayer al dibujar.
Desde este rincón, felicito a mi hermana y, al hacerlo, me felicito a mí mismo,  a su familia, a las monjas y a toda la Orden de Predicadores.

18 de marzo. PAPÁ

Después de ocho horas de autobús; de haberme quedado encerrado dentro durante la parada en Cáceres y de tener que controlar el ardiente deseo de cortarme las piernas (¡porque no tenía dónde meterlas!); he vuelto, por fin,  a casa. De nuevo estoy en la parroquia y con mi comunidad, pero con el corazón repleto por la fraternidad de estos días, por los hermanos que me lo han dado todo y me han acogido como uno más.
Y es que, parece como si esta vida disolviera cualquier límite en el amor;  te hace querer tanto y en tantos sitios…
Mañana, por ejemplo (bueno, hoy ya) es San José y mi alma vuela a Valencia, donde se jugó una parte muy importante de mi vida y mi vocación; donde un trozo del corazón se me quedó para siempre. Me asomo a la ventana y me acuerdo de las luces de la “nit del foc”, me inundan los sonidos de la mascletá, el olor a pólvora y la alegría de la fiesta y de los amigos, los hermanos de allí.
Mi corazón no para de ir de aquí para allá, porque también es “el día del padre”. He tenido la gran suerte de que el mío es completamente excepcional, y no lo digo porque sea el mío, sino porque es una verdad evidente y objetiva; así que me permito la licencia de que él, mi padre, sea el referente que me inspire a la hora de representar a José. Con él quiero rendir un homenaje  a todos los padres buenos del mundo, a todos aquellos que –un buen día- se encontraron con una criaturita que descansaba segura en sus brazos y sintieron la urgencia de darlo todo por ella, de soñar lo mejor para su futuro, de dejarse la piel para hacerlo realidad… sin saber muy bien cómo, ¡sin que nadie les enseñara! Haciendo lo mejor que sabían y podían.
Pocas cosas sabemos de San José. Una de ellas es que supone el enlace de Jesús con la descendencia del rey David, por eso, a los pies de la figura encontramos unas raíces, expresando los orígenes, la experiencia… una de las principales herramientas con las que se cuenta a la hora de ejercer la paternidad… uno de los mejores regalos que se puede legar a un hijo.
Es un camino  lleno de alegrías (representadas por estrellas), sufrimientos (lágrimas) y sacrificios (formas divididas). En los relatos de la infancia, se nos presentan muchas de esas ocasiones que, desde el principio tuvo que afrontar la Sagrada familia… la mía también.
Mi padre y José superan los obstáculos y disfrutan de las satisfacciones gracias a su apertura y escucha a Dios. Las vestiduras se componen de triángulos que simbolizan la inteligencia, la sabiduría de Dios y de ladrillos con una casa en su interior, que hacen referencia a la seguridad que un padre siempre supone para su hijo. Por encima de todo un manto de amor entregado.
El padre de Jesús tiene los parpados cerrados, como el mío, en señal de fe y confianza en Dios;  porque lo más importante de esta vida no se ve “con los ojos” ¡la gran enseñanza!.
Desde esa intimidad y fidelidad al creador, surge la luz que alumbra el camino de los hijos y el báculo que ayuda a recorrerlo. Seguro que –como María- José tuvo que ser un referente de fe y vida para Jesús, un modelo como mi padre lo es también para mí.
Un hombre bueno, creyente, honrado, trabajador y valiente; así era también José. Si Jesús llamaba a Dios Abba, es porque con José había aprendido lo que era un "papá". Mi padre también me muestra a mí, con su vida de cada día, el rostro generoso y repleto de amor del Dios que me ha cautivado.

Al fondo las ramas, el fruto, la vida que continua, la que un padre DE VERDAD siempre genera.
(Muchas felicidades a todos los padres y, en nombre de todos los hijos GRACIAS SIEMPRE)

viernes, 18 de marzo de 2011

17 de marzo. TOMAD...

Ahora mismo, en Japón, hay personas que están jugándose la vida, permaneciendo en las central de Fukushima para evitar un desastre nuclear y así salvar otras vidas… las noticias dicen que, como tienen que organizarse por turnos para evitar exposiciones prolongadas a la radioactividad, incluso se han incorporado grupos de voluntarios… no he podido evitar el conmoverme ante la hermosura de esta noticia, en medio de la angustia de aquél pueblo; del mundo entero.
Aunque esta heroicidad concreta es muy explícita, sé que no ocurre sólo allí, que cada día, en infinidad de rincones de la Tierra, muchos seres humanos se ofrecen, entregan su vida por el otro. Personas que anteponen la dignidad y la libertad de las gentes a su propio interés y seguridad; dando todo lo que son hasta el final de sus días o, incluso así, entregando la propia vida.
La existencia de estos hombres y mujeres, de su sacrificio son razón más que suficiente para que nunca, nada ni nadie pueda convencerme de que esta vida es una porquería; de que el mundo es malo; de que no se puede confiar en nadie porque somos “lobos”; de que el amor verdadero no existe; que no merece la pena dar la vida…
Poco más puedo añadir esta noche, sólo una oración estremecida a nuestro Dios crucificado y un silencio respetuoso, admirado y agradecido por ellos, por sus motivaciones (sean las que sean), por la gente que los quiere;  por su precioso regalo al ser humano.

jueves, 17 de marzo de 2011

16 de marzo.CAMBIA, TODO CAMBIA

Estoy entusiasmado con el curso al que asisto estos días. Por otro lado, las clases y las lecturas recomendadas, me ocupan la mayor parte del día, así que eso es lo que hoy puedo compartir…
Estamos estudiando, desde el punto de vista de la sociología de la religión, las transformaciones que se están dando en las creencias de nuestros contemporáneos a raíz de los fenómenos del laicismo y la secularización.
Parece que, los que saben de estas cosas, han estado mucho tiempo analizando si las religiones desaparecerían de la sociedades desarrolladas o si –por el contrario- estábamos asistiendo a una especie de “revancha de los dioses”, con el fuerte resurgir de nuevos sentimientos e inquietudes creyentes.
Resulta que ahora parece claro que, lo que se está dando en realidad, es una profunda transformación en la manera de creer y dicen los libros que, en ese sentido, vivimos un tiempo excepcional, como ha habido pocos en la historia.
Surge una forma de creer más personalizada, más presente en esta Tierra, enriquecida con otras experiencias religiosas, con más atención a la espiritualidad…  
El profesor es un crack y a mi todo me está resultando muy sugerente y esperanzador…  resulta que me veo muy reflejado en algunas de esas tendencias (están presentes, cada vez con más fuerza, dentro y fuera de la Iglesia) y se me dispara la imaginación con la cantidad de retos que supone esta evolución para los cristianos.
Son muchas las ideas que me bullen por dentro y, una vez más, no tengo la suficiente agilidad para procesarlo todo con la rapidez que quisiera; de nuevo necesito rumiarlo todo con calma; pero lo cierto es que tenemos la suerte de que los cristianos de hoy, del presente,  somos los protagonistas y agentes de ese cambio.























Ciertamente también hay peligros y posibilidades de desviación o del “todo vale”, pero si sabemos estar atentos a los signos de los tiempos (los de nuestro Dios), no caben ya los pesimismos, el miedo o el sentimiento de persecución y derrota; por el contrario, desde la alegría de saber que nuestra fe está en proceso de purificación, que algo nuevo está naciendo de parte de Dios, podemos abrirnos a esa novedad, dejarnos cuestionar por ella; zambullirnos por completo en manos de ese Dios que no deja de ser más y mejor cada día; buscar incansablemente las formas de compartirlo, de regalarlo al de al lado…
El mundo cambia, la humanidad también… la fe acompaña siempre su marcha. Nuestra relación con el Señor es, en gran medida, un legado que hemos recibido de muchos hombres y mujeres creyentes que, en su momento, supieron evolucionar junto a sus contemporáneos.
AHORA es nuestro turno, el momento oportuno.