jueves, 31 de enero de 2013

30 de enero. UNA GRAN OFENSA


 

Hace tiempo tuve un encuentro con alguien que me dejó marcado, me lo he guardado hasta ahora para proteger el anonimato de esa persona.

Se trataba de una persona que no quería a nadie: se había separado hace muchos años y sus hijos ya eran mayores y estaban casados, no tenía ninguna amistad… estaba completamente sola, porque a todo el mundo le encontraba sólo los defectos y siempre pensaba mal de cualquiera.

Es verdad que tenía a sus espaldas una historia dura y no creo que sea justo responsabilizarla por completo de su situación, en cierto modo ese ser solitario era también una víctima.

Pero a mí, como he dicho, me impactó la forma en la que alguien puede llegar a aislarse por completo del amor y la profunda infelicidad que eso supone… me parecía mentira que se pudiese alcanzar ese punto… que la mirada del corazón pudiese llegar a ensuciarse tanto.

Lo peor es que no sé si la realidad de esa persona tiene ya arreglo, porque ni siquiera era consciente del asunto; era el resto el mundo el culpable de todo lo que le pasaba y de su miserable abandono.

Es un caso extremo, pero que a mí me hacía pensar en lo fácilmente que a veces nos ofendemos; en qué ganamos buscando siempre algo que nos hiera de los demás.

A mí me parece mucho más sencillo el quedarse con lo bueno de cada cual; el disfrutar de lo que compartimos con el otro, en lugar de llevar la cuenta de si me llama o no, los detalles que tenga conmigo o deje de tener,  las veces que no estuvo a la altura de mis expectativas o la búsqueda de razones retorcidas que motiven su comportamiento.

La persona que hablo conmigo no empezó siendo así, claro, cada camino de esta vida se va recorriendo despacio, paso a paso. Todo comenzaría con un sentimiento pequeño pero que se fue alimentando más y más; que fue creciendo y haciendo cotidiano hasta que se instaló y regodeó en él hasta que se le helaron del todo las entrañas. Si en algún momento se hubiese parado a pensar a dónde le conducía la senda en la que se había sumergido; si alguien le hubiese advertido o hubiese sido capaz de atender los consejos que pudo recibir ayer; si hubiese profundizado en la Palabra… seguramente habría cambiado el rumbo a tiempo.

Yo, en este caso, quiero apostar por una conversión, aunque sea muy tardía, haré lo que esté en mi mano para ayudar y, de paso, me aplicaré el cuento, para estar atento a las cosillas cotidianas.

No dejar de intentar quedarnos con lo hermoso de cada ser humano, vivir con misericordia y comprensión para no alejarnos demasiado del camino de Jesús, el que nos mantiene siempre el corazón caliente, grande, abierto y rebosante de vida.

1 comentario:

  1. ESA ES LA FORMA, ESE ES EL CAMINO, ESE ES EL MENSAJE, BENDITO SEAS Y ANIMO

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