Cómo te cambia la forma de vivir
cuando en el horizonte aparece una ilusión. En realidad todo sigue siendo como
siempre, pero tú lo percibes de otra manera: todo es más llevadero, los
problemas se relativizan, se pierde la rutina y tú te encuentras capaz, con más
fuerza y ganas para afrontar lo que sea.
Puede ser que aquello que nos
enciende por dentro aparezca de forma espontánea, pero hay que reconocer que
eso no es lo más habitual. Para cuando eso
no ocurra, quizás tengamos nosotros que buscar algo que nos motive de
verdad.
En eso estoy yo ahora mismo, he
rescatado una pasión del baúl de lo que se dio por perdido; he buscado los
medios para hacerlo realidad y voy a por ello… así que estoy gozando de ese
estado que nos proporciona la esperanza.
Y si eso nos ocurre con un simple
viaje, una fiesta o un encuentro ¿cómo sería nuestra vida si, de verdad,
fuésemos conscientes de la verdadera esperanza? ¿Qué pasaría si nos
atreviésemos a quitarnos esas gafas de sol que impiden que la luz de Cristo nos
alcance de lleno?
Pues seguramente desaparecerían por
completo de nuestro camino las crisis, los vacíos, la soledad, el miedo y la desesperación; podríamos hacer realidad en
nosotros el Evangelio; rebosaríamos felicidad y se la llevaríamos a todos… pero
así seguimos, tirando con unas migajillas de plenitud; empecinados en no salir
de la mediocridad; caminando bajo unas tristes luces de neón mientras ahí fuera
brilla radiante y nuevo el Sol de Dios.
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