viernes, 4 de enero de 2013

4 de enero. LA CARTA REAL


Estos últimos días, como suele ser habitual en mi casa, nos hemos echado todos a la calle para sumergirnos en esa marea humana que –a última hora- busca entre las tiendas algo que “pedirle” a los reyes para el resto de la familia.

De nuevo me sorprendo al ver la cantidad de gente que atiborra cada rincón del centro, el jaleo, la prisa… y a veces la desesperación por no encontrar el regalo adecuado… Todos buscando esos detalles que son expresión del amor mutuo y de la vida compartida… también se contagia uno de la alegría del ambiente que también se salpica con las mini cabalgatas que preceden a la de sus majestades de Oriente.

En medio de todo eso, he podido encontrar un huequecillo para escaparme al monasterio de las monjas, que hacía demasiado que no las veía. Con la fraternidad y el cariño de siempre se han interesado por cómo va todo: mi vida y vocación; mis hermanos de comunidad; los proyectos de los frailes; la salud de mis padres y hermanos; por mi sobrinillo, los amigos…

Cuando volvía a casa en el coche, con el corazón exultante de esa paz, la alegría y el amor que sólo ellas pueden transmitir, cavilaba sobre lo que me cuesta aparcar el ritmo cotidiano y acercarme a estar con ellas, a pesar del mucho bien que me hacen…. Y extendía ese pensamiento a casi todos los aspectos de mi día a día; a todas las personas por las que ellas me habían preguntado…

Cuando los carteros reales están cargaditos con escritos  que son peticiones de lo que no se tiene, de lo que nos falta, lo que deseamos; a mí se me ocurre que  lo mejor que puedo pedir es luz para saber y poder gozar de todo lo que ya tengo pero no suelo aprovechar; para tener presente y vivir tanta bendición que ya hemos recibido de Dios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario