Vuelvo a estar a pleno
rendimiento tras el bajonazo de hace dos días, aunque me temo que –dadas mis
circunstancias- esto de la tesis va a ser duro: todo un parto del que, el
bloqueo que acabo de sufrir, no ha sido más que una de las primeras
contracciones.
Desde que nació mi sobrino, suelo
utilizar mucho ese ejemplo, el de un alumbramiento, para explicar que se puede
estar padeciendo grandes dolores sin que eso te prive de la felicidad; que
cuando sabes que el mal que sufres tiene sentido, es para algo hermoso, es un
dolor alegre, como el de una madre que pasa por lo que sea contenta y deseosa
de contemplar pronto el rostro de su bebé.
Así que supongo que, salvando las
distancias así estoy yo: de parto.
Los frailes de esta casa me dicen
que es normal en este tipo de trabajo intelectual, que a veces llegan etapas de
sequedad… imagino que como en todo en la vida… así que, seguramente, lo
importante es no olvidarte del por qué de aquello que realizas, trabajas, a lo
que te entregas y amas; cuando llegue la travesía por el desierto o las
tormentas de cada cual, debe ser el momento de pensar en lo que está naciendo
de ti, de agarrarte a esa imagen que,
como un recién nacido, te sonreirá y tendrá tus ojos o tu nariz… seguirá doliendo,
sí, pero ya de otra forma.
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