Hoy estoy contento otra vez. Esta noche habíamos preparado, con los miembros del Movimiento Juvenil Dominicano, una oración del Espíritu Santo para prepararnos a la fiesta de Pentecostés.
La habíamos organizado con mucha ilusión y ganas; se nos ocurrió abrirla a todo el que quisiera participar de ella y, para ser la primera vez que lo hacemos, el resultado ha sido muy bonito y alentador… han venido a rezar con nosotros varias personas y también el grupo de confirmación; todos han salido diciendo que les había gustado; que había sido un momento especial…
Eso ya sería suficiente razón para estar satisfecho, pero mi alegría reside sobre todo, en la misma oración en sí; en lo que el mismo Espíritu es y significa en nuestra vida.
Hoy, además de mi dibujo diario, quisiera compartir desde aquí uno de los textos que hemos usado… espero que sea útil.
Al viento de su Espíritu
que sopla donde quiere,
libre y liberador,
vencedor de la Ley,
del Pecado y de la Muerte.
Al viento de su Espíritu
que se remansó
en el corazón y en el vientre
de una aldeana de Nazaret.
Al viento de su Espíritu
que se apoderó de Jesús
para enviarlo a anunciar
la Buena Nueva a los pobres
y la liberación a los cautivos.
Al Viento de su Espíritu
que se llevó, en Pentecostés,
los prejuicios, los intereses
y los miedos de los Apóstoles
y abrió de par en par
las puertas del cenáculo,
para que la comunidad
de los seguidores de Jesús
fuera siempre abierta al Mundo
y libre en su palabra
y coherente en su testimonio
e invencible en su esperanza.
Al Viento de su Espíritu
que se lleva siempre
los nuevos miedos de la Iglesia
y abrasa en ella todo poder
que no sea servicio fraterno
y la purifica
con la pobreza y con el Martirio.
Al Viento de su Espíritu
que reduce a cenizas
la prepotencia,
la hipocresía y el lucro,
y alimenta las llamas
de la Justicia y la Liberación
y es el alma del Reino,
Para que seamos
viento en el Viento,
Hermanos.
(Pedro Casaldáliga)
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