Qué grande lo que he visto hoy. He estado con una persona muy enferma; me ha emocionado la fuerza con la que se está agarrando a Dios incluso cuando ya no tiene fuerzas ninguna… los dolores ya no le permiten concentrarse en la oración así que necesitaba a alguien que fuese rezando a su lado para ella poder repetir y hacer suya la plegaria.
Pero si intenso ha sido ese momento e impresionante la humanidad de esa persona; mucho más me ha impresionado lo que tenía alrededor… un matrimonio que, sin ningún lazo de sangre, en un acto de generosidad ilimitada la había acogido en su casa y le prestaban el cuidado y la atención constante que necesitaba en estos momentos.
Habían mantenido una relación laboral con ella que acabó hace unos años y, al enterarse del diagnóstico que padecía, se presentaron en el país extranjero en el que ella se encontraba sola y se la trajeron.
También he tenido el privilegio de charlar un poquito con ellos y entre otras cosas, me decían que no tienen muy claro el tema de Dios.
Me he quedado fascinado con el testimonio que he vivido en ese hogar de puertas abiertas, sobrecogido ante lo humanas que podemos llegar a ser las personas, frente a esa bondad heroica y esa grandeza noble de la que he sido testigo.
Lo que este matrimonio está haciendo ha iluminado cada rincón de mi alma, cuando volvía a mi convento no podía creerme lo tremendamente sugerente que me resultaba aquello.
Pensaba en la fortuna de haberlos conocido; en lo hermosa que es nuestra condición cuando la dejamos respirar; en lo diferente que todo sería si fuésemos capaces de vernos los unos a los otros con esa humanidad, si no ahogáramos continuamente la compasión que cada día nos estremece. Ha sido un encuentro sanador, no sólo están haciéndole un bien a esa mujer que lucha por seguir viviendo y creyendo, sino a todos los que nos cruzamos por su camino y descubrimos ese acto de amor… que aquello también estaba en mi mano, que yo también puedo y quiero ser así, que todos podemos hacerlo; que el Reino de Dios no es nada lejano ni inaccesible….
Esta noche lo compartía con una comunidad muy especial para mí, necesitaba contarlo, comunicar esa esperanza… una certeza que esta noche es especialmente clara. No soy un ingenuo cuando me esfuerzo y trabajo para hacer de esta Tierra un lugar mejor, por vivir la Buena Noticia… no busco una quimera ni una utopía sino algo que ya es realidad.
Hoy he visto Evangelio en estado puro, ¡la parábola del buen samaritano hecha realidad!… quizás estas personas no sean muy creyentes, pero, junto a ese lecho de dolor, para mí han sido el rostro cercano de Jesucristo. Esta tarde yo lo he abrazado, le he dado mi teléfono y he estado charlando con Él en una cocina.
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