Yo no lo sabía, pero parece que uno de los símbolos que esta familia utiliza en su pastoral con los chavales es un candil, “chispa” le dicen. Yo, que estoy que me derrito con ellos, les he prometido que hoy el dibujo que haría sería esa chispa “versionada”.
Así que, nada más despedirlos, volviendo al convento, ya venía dándole vueltas a la cabeza, pensando cómo dibujar esa “chispa” y la forma de expresar su aparición en mi vida…
La convivencia se está celebrando en un pueblo cercano a mi ciudad que está situado en un alto, de forma que, al bajar de noche, es un espectáculo ver toda la capital iluminada. Frente a todas esas luces que brillaban esplendorosamente en medio de la oscuridad, repasaba lo que hoy hemos abordado: los aspectos más humanos de la Iglesia, las cosas que más nos frustran, lo que nos parecían errores de esta gran comunidad que somos. Yo, al terminar les compartía mi forma de vivir ante esas situaciones, mis esfuerzos por centrarme en lo positivo y, desde ahí, tratar de ser coherente con lo que creo y mi experiencia de Dios… tratar de ser luz en las sombras.
Mi ciudad cada vez estaba más cerca, ya se distinguían las ventanitas de los edificios, las farolas de las calles y los focos de los coches… hay que ver cómo es esto de la claridad, por imponente que se nos presenta ese inabarcable cielo negro, por inmensa que sea la tiniebla, resulta que una sola cerilla es capaz de romperla; una pequeña bombilla puede atravesarla muchos kilómetros con su resplandor… ¡una chispilla, aparentemente insignificante!
Luz en lo alto del monte que brilla, que orienta, que desvela, que denuncia, que nos permite ser conscientes…
No lo sé, puede que ese sea el asunto, intentar que uno mismo no sea un obstáculo para que la luz que hemos recibido se proyecte con fuerza; no esconderla bajo una cama egoísta y perezosa… tratar de permanecer cerquita de otras luces para que el efecto se multiplique, ir subiendo juntos a la cumbre y que destaque cada día más…
La miseria, la debilidad, la oscuridad que hay dentro y fuera de nosotros seguirá ahí, pero cada vez un poco más rota, más débil, más desapercibida… lleva las de perder, ya está vencida definitivamente por aquél que dio su vida amando y amando nos regaló, para siempre, su luz victoriosa.
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