Conozco a una madre que está sufriendo un dolor inimaginable, uno de los más grandes a los que creo que se puede enfrentar un ser humano. Me cuenta que, aunque a veces se viene abajo, está viviendo con paz, que siente con mucha claridad el abrazo de Dios que la mantiene en pie.
Hoy, fiesta de nuestra madre, la virgen de los Dolores, no se me ha ido de la cabeza, su testimonio ha inspirado mi predicación.
En la vida de esta mujer, en su fidelidad junto a la cruz, se hace realidad, vive la Palabra de Dios.
Lo de Dios es tan fuerte que también nos regala a todos, sus hijos e hijas, esa posibilidad: la de ser Evangelios andantes, como lo fue el Señor. Podemos serlo en cualquier circunstancia, en la bonanza y en la amargura, seamos como seamos, con cualquier edad, con pocas o todas las limitaciones del mundo… todos tenemos en nuestras manos la opción de ser Palabra de Dios vital y presente en nuestro aquí y ahora, una oportunidad que se nos regaló desde el mismo día de nuestro bautismo.
Esa es la verdadera predicación, la que se comunica no sólo de boquilla sino con la vida entera: con nuestra felicidad, con las renuncias, los sacrificios, con la generosidad y el amor de cada día.
Se puede ser buena noticia, está a nuestro alcance vivir como vivió el Maestro de Nazaret; ese es el desafío, la aventura cotidiana del creyente, avanzar hasta esa meta, ¡conseguirlo!
Me traes a la memoria la frase de Hélder Cámara:
ResponderEliminar"NO OLVIDES QUE TU VIDA DE CRISTIANO ES EL ÚNICO EVANGELIO QUE MUCHA GENTE LEERÁ".
Ojalá consiguiésemos ser verdaderos transmisores.