sábado, 17 de septiembre de 2011

16 de septiembre. A LA LUZ DE LA RAZÓN

Mira que somos comodones los creyentes, cómo aprovechamos cualquier excusa para justificarnos…

Hoy ha salido en una conversación aquello de la “fe del carbonero” como argumento para no aprender, para no estudiar, para no racionalizar la propia fe.

Me parece un ejemplo perfecto de cómo pervertimos las cosas en nuestro propio beneficio, cuando no tiene nada que ver una cosa con otra.

La sencillez del creyente, vivir la fe con humildad, llegar hasta donde las capacidades o las oportunidades nos permiten, saber que Dios siempre es más y que desborda nuestra capacidad de razonar,  es algo que, aparte de indiscutible, no está reñido con la inquietud, con el cuestionamiento o con el pensar nuestra fe; todo lo contrario…




Pretender que la verdadera fe no quiere conocer y entender, siempre más, es como decir que al auténtico amor no le interesa saber quién o cómo es la persona amada.

Creo que esa concepción errónea nos ha hecho mucho daño, porque hay mucha gente que cree que, en cuanto a Dios, es mejor no hacerse preguntas y ésta es una realidad que alimenta la pasividad en un importante sector de la Iglesia: creyentes muy manipulables que se relacionan con el Padre parcialmente, sólo desde el sentimiento, dejando fuera el resto de su ser… ¡y cuantas veces nos engañan los sentimientos!

No dejan de sorprenderme muchas de las prácticas pseudo-religiosas que aún persisten en nuestra sociedad; en personas bien formadas en otros ámbitos de la vida: místicas muy autocomplacientes que no nos hacen avanzar en nuestro seguimiento de Jesús u olvidan el compromiso con los que sufren; acercamientos a la Palabra cargados de superstición; espiritualidades que tienen más de creencias mágicas que otra cosa…. Hermanos que están expuestos a que cualquiera los engañe o destroce sus creencias.

Y la fe no tiene nada de superstición ni hechicería y sí mucho de reflexión y conocimiento; de opción libre y personal… Dios nos ofrece su amor, el acoger y responder  o no a ese don, es una responsabilidad propia e ineludible… y todo eso es imposible si no pensamos, si no estudiamos, si no nos dejamos transformar y hacernos mayores en la fe.

1 comentario:

  1. ¡Menudo compromiso!
    ¿Profundizar en la fe?...¡PERO SI NO HAY TIEMPO! Porque tenemos que levantarnos temprano, llevar a los chicos al cole, irnos a trabajar, volver ESTRESADOS y obligatoriamente hemos de ir al gimnasio para destresarnos (que no, destrozarnos). También necesitamos salir a tomar una copa con los amigos, y a veces con los niños, o ir a comprar al super,o al...
    Y la verdad es que no nos queda tiempo. ¡Lástima!, porque la verdad es que si tuviésemos tiempo hasta sería interesante eso de repensar nuestra fe.
    ¡QUÉ IRÓNICOS Y FALSOS QUE SOMOS!La verdad es que es más cómodo el borreguismo y el dejarse manipular que el plantearte seriamente y cuestionarte sobre esa fe que nos inculcaron nuestros mayores cuando éramos pequeños!¡Es que a los amigos hay que dedicarles tiempo, que es necesario, pero al AMIGO...!
    En fin, espero que algún día no demasiado lejano de nuestra existencia, nos demos cuenta de qué y Quién realmente son importantes en nuestra vida y comencemos a caminar por la senda correcta.
    ¡Que el Espíritu nos pegue un aletazo grande!

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