sábado, 7 de mayo de 2011

6 de mayo. LA SORPRESA CONOCIDA

Hoy he vuelto a ir a la feria, había quedado con los del grupo de confirmación y la suerte ha querido que, además, nos encontráramos con mis amigos de toda la vida. Los unos han hecho buenas migas con los otros y yo lo he pasado en grande.
Ahora es tardísimo y estoy molido, pero pienso que quizás,  lo de esta noche es una buena representación de la vida misma; lo viejo y lo nuevo unidos; la experiencia compartida y la sorpresa juntas y rodeadas de música, baile y diversión.
Seguramente ese es el secreto de la existencia, de la propia iglesia; la armonía entre lo aprendido a lo largo de los siglos por la comunidad, la tradición y la apertura a la novedad que siempre está presente en nuestro caminar humano y, todo ello, desde una perspectiva optimista, la de Dios, que no deja nunca de vernos amorosamente; que siempre gana y que hace que nuestro existir se envuelva de la melodía de ese amor.
Me acuesto muy cansado pero también infinitamente contento por haber podido disfrutar de esa amistad, ese amor que es veterano pero que siempre está por estrenar.

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