jueves, 26 de mayo de 2011

25 de mayo. Y SIN EMBARGO, TE QUIERO

Suelo hablar mucho del amor, tanto que a veces pienso que mis palabras o convicciones pueden resultar un poco cursis. No sé por qué pero solemos tener una idea demasiado edulcorada y rosita de este sentimiento, cuando, en realidad no tiene nada de eso.
Últimamente, ya lo he comentado, me encuentro con diferentes circunstancias en las que a la gente les cuesta amar… conflictos matrimoniales; personas que no se tragan pero deben compartir trabajos y vocaciones; amigos que se distancian; decepciones…
Verdaderamente, esto del amor  no es tan fácil como podemos pensar; inevitablemente llegan momentos y circunstancias que lo dificultan enormemente. El Evangelio no nos engaña y nos advierte sobre todo aquello que lo obstaculiza;  pero precisamente, es en esos momentos cuando el amor se pone a prueba: si sólo amamos cuando nos aman, cuando todo va bien, cuando no hay problemas… ¿qué merito tenemos?
El auténtico amor se conquista justo ahí, cuando el amigo no da la talla; cuando los problemas nos desquician; en los aprietos; cuando nos sentimos heridos;  con el que no podemos soportar o nos repugna.
Entonces es cuando nos tenemos que trabajar el amor, porque –aunque lo más sencillo es tirar balones fuera y colocarle al otro todo el error- generalmente la verdadera responsabilidad está dentro de nosotros mismos.
Si profundizamos un poco acabamos dándonos cuenta de que, en esos baches, suele haber mucho de nuestras propias limitaciones: deficiencias en la comunicación, carencias que proyectamos hacia los demás, envidias, miedos, inseguridades… piedras que son las que endurecen nuestro corazón y de las que, sólo nosotros, podemos ocuparnos.
Cuando nos empeñamos en culpar a los demás, le cerramos la puerta al amor y traicionamos al Evangelio. Vivimos de sucedáneos y creemos que amamos cuando, en realidad tenemos “un corazón de piedra”.

El amor, cuando es sincero,  es valentía, humildad, coraje, apuesta, lucha, constancia, imaginación, riesgo, opción, generosidad, dolor, pasión, renuncia… mil cosas que no son nada ingenuas o dulzonas; que son costosas y tan reales como la vida misma; que tienen mucho que ver con la aceptación de la propia verdad.
En Jesús de Nazaret, modelo de ser humano, encontramos cual nuestra verdad más íntima y todo lo que nos hace falta para quererla, para dejar que se desarrolle; lo que necesitamos para poder amar siempre y con autenticidad.

1 comentario:

  1. "Lo único que aumenta cuando lo das a otros es el AMOR"

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