domingo, 1 de mayo de 2011

30 de abril. ¿ME AMAS?

Este sábado ha resultado ser un poco de “resaca emocional” después de tantas cosas, tan bonitas e intensas como he vivido estas últimas semanas.
Después de los cuatro bautizos de la mañana, he dedicado la tarde a la oración, a recordar, revivir y saborearlo todo con Dios… ¡a darle las gracias!
En estos días de Pascua, recordaba el pasaje en el que Cristo resucitado le pregunta a Pedro “¿tú me amas?” Es una pregunta que Jesús formula tres veces seguidas. Eso es lo que he dibujado hoy.










 













Jesucristo lleva un manto adornado con puertas abiertas, posibilidades, porque la pregunta se repite tres veces, en contraposición con las negaciones, recordándonos así que la oferta amorosa de Dios está por encima de todas nuestras limitaciones y errores.
Por otra parte, la pregunta se presenta por triplicado porque el tres es un número simbólico que significa la totalidad, lo absoluto… de manera que se trata de una pregunta que va más allá de un momento determinado e incluso más allá del propio Pedro, es una pregunta que se nos hace constantemente a todos los hombres y mujeres de todo lugar y momento. Una pregunta ligada al testigo de la resurrección, es una pregunta que se nos hace directamente a cada uno de los que estamos aquí: ¿me amas?
Yo me imagino que Jesús, igual que cualquier amante necesita que la otra persona le verbalice sus sentimientos (como los novios que se hacen mil veces seguidas esa pregunta), necesita saber si le amamos pero la cosa no creo que se quede aquí…
Él nos ama como nadie y así nos lo demostró con su vida, su muerte y nos lo demuestra en su resurrección pero ¿y nosotros? Pedro, a la hora de responder lleva unas ropas de ojos abiertos, los de la fe, y verde esperanza;
No es cuestión de contestar a la ligera…
El amor transforma nuestras existencias, cuando amamos de verdad cambian nuestras prioridades, nuestros intereses, nuestras ilusiones y  hasta nuestros miedos y seguridades… la vida se ve y se vive de otra forma; si contestamos afirmativamente a Jesús estaremos dando una respuesta que nos compromete y que lo hace de lleno: “si me amas, apacienta a mis ovejas”…si amamos a Jesús la única consecuencia directa de nuestra respuesta es en función de los otros. Es cierto que es preciso un amor a uno mismo y una situación personal adecuada, pero nuestra prioridad debe colocarse en los otros, en su paz y su bien.
Hoy me llega la pregunta de una forma directa y explícita; una cuestión que condensa miles de ocasiones cotidianas en las que Jesús nos dirige las mismas palabras…nos las formula tantas veces que podemos llegar a acostumbrarnos a ellas y no hacerles caso.
Me llega desde todo lo bueno que he vivido últimamente, pero  cada vez que tenemos un conflicto con un amigo, un familiar o un compañero, también podemos oír esta  pregunta de Jesús; cuando nos cruzamos por la calle con un transeúnte o una persona necesitada suena en nosotros ¿me amas? Cada vez que los ojos de un niño que se muere de hambre o de una mujer maltratada nos pregunten desde la televisión ¿me amas? Algo se nos tiene que mover definitivamente (no sólo un par de minutos) no podemos permitir que nuestras vidas continúen igual que antes y pasar a los deportes como si tal cosa.
El amor se verbaliza con palabras pero se demuestra con las acciones, nuestro amor a Jesús resucitado se expresará en unas vidas entregadas a la paz, la justicia y la verdad.

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