sábado, 14 de mayo de 2011

13 de mayo. PASO A PASO

(Como algunos habréis observado durante todo el día de ayer la página estuvo fuera de servicio y no pude subir la entrada correspondiente al jueves 12; además desapareció esta entrada del día 11 y sus comentarios.  He vuelto a subirla, pero me temo que los comentarios no pueden recuperarse).
Pues sí, he estado casi dos días sin poder acceder al blog; he fallado un día, pero como no ha sido por mi culpa, no cuenta para el desafío de los 365 días, jejeje.
Lo bonito de este percance ha sido la cantidad de mensajes, llamadas y personas que se han interesado por saber cómo estaba, si me había pasado algo  o echando de menos estas  líneas diarias… entre todos habéis puesto en evidencia que uno no está solo delante del ordenador, que al otro lado de la pantalla hay hermanos. Muchas gracias por el interés y el cariño que me habéis mostrado.
Entre los comentarios que han desaparecido en la avería había uno que planteaba una pregunta acerca del olvido. Decía que, ciertamente, hay circunstancias y momentos de la vida que nos enseñan, que nos hacen aprender y escarmentar, pero que luego, poco a poco se nos va borrando de la cabeza y volvemos a vivir igual que antes. Además me pedía que yo respondiese a esa cuestión.
Me llamó la atención porque nunca ninguno de los comentarios lo había hecho antes, lo de esperar respuesta… también me hizo sentir un poco abrumado porque ¡quién soy yo para ofrecer respuestas a nadie!  
Pues no soy quien, desde luego, para eso pero, de todas formas la cuestión no se me ha ido de la cabeza y desde ahí he vivido los acontecimientos del día, así que lo que sí puedo ofrecer hoy es la reflexión personal que me suscitó la pregunta junto a lo vivido después.
Verdaderamente, puede parecer que no aprendemos, que tropezamos una y otra vez con las mismas piedras, que volvemos indefinidamente siempre a un mismo punto… pero no sé, a mí me cuesta aceptar esa idea, prefiero pensar que nuestros “escarmientos” y desarrollos son graduales; que en los contextos de intensidad vemos muy claro el camino, lo que sí y lo que no, lo que nos daña y beneficia; nos disparamos y pretendemos grandes conversiones, que acaban siendo un poco de fuegos artificiales.
Pero después de la explosión ¿no queda absolutamente nada? Pues creo que sí, para empezar la belleza de la misma, la luminosidad que –aunque haya sido un instante- ha encendido la noche; esa hermosura ha sido fugaz, pero ha existido y permanece dentro de nosotros, porque tras ella, ya sabemos cómo es y el efecto que nos ha producido.
En segundo lugar está ese impacto que el fogonazo crea en nosotros, la experiencia que hemos vivido que, además de habernos enriquecido, nos genera el deseo, la necesidad de más de esa luz, de esos colores, de ese calor.
Quiero decir que los acontecimientos que la vida nos presenta, en sí mismos no contienen lecciones en uno o en otro sentido; somos nosotros los que aprendemos (o no) más o menos y, cuando llega el enfriamiento de los entusiasmos y grandes enseñanzas de la vida, algo se nos queda dentro. Lo que hayamos vivido ya nos ha hecho mejores, aunque solo sea un poco.
Como decía el poeta de “mis tierras”, se hace camino al andar, golpe a golpe, verso a verso.  Paso a paso hay que avanzar, a veces corriendo; otras lentamente o en brazos de otro; caminar siempre por encima del miedo, sin que éste nos paralice.

Jesús camina sobre las aguas, por encima del mar de dudas, debilidades y desconocimientos en el que estamos inmersos los seres humanos, avanza sometiendo al miedo.
¡No tengáis miedo! Nos repite una y otra vez; temor a fracasar, a nosotros mismos, a la soledad, a lo incierto… a mil cosas.
Y a nosotros nos invita a hacerlo como él, igual que a Pedro. Pedro, como nosotros, trata de hacerlo y como a todos, le entra el pánico y empieza a hundirse. Pero tampoco podemos asustarnos de eso, de la posibilidad de caer, porque sabemos que, siempre, estará ahí nuestro amor… con la mano y el corazón tendidos a nuestra fragilidad.

1 comentario:

  1. "..Verdaderamente, puede parecer que no aprendemos, que tropezamos una y otra vez con las mismas piedras, que volvemos indefinidamente siempre a un mismo punto… pero no sé, a mí me cuesta aceptar esa idea, prefiero pensar que nuestros “escarmientos” y desarrollos son graduales; que en los contextos de intensidad vemos muy claro el camino, lo que sí y lo que no, lo que nos daña y beneficia; nos disparamos y pretendemos grandes conversiones, que acaban siendo un poco de fuegos artificiales..." ME HACE MUCHO SENTIDO ESE PARRAFO FRAY! Como siempre, gracias por compartir!

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