Hoy es el día de la Sagrada
Familia, esa familia extraña y atípica de Nazaret… e inevitablemente, yo hoy
pienso en los míos. ¿Qué es lo que nos hace ser una familia? Me niego a aceptar
que es sólo una definición o la adaptación a unos cánones tradicionales… no
somos familia por cuantos ni como somos; conozco a otros grupos humanos que
también se adaptan a esos esquemas pero que jamás me atrevería a llamar
familia: parejas, hermanos y demás donde hay abandonos, maltrato u odio.
En mi casa somos una familia por
mucho más: porque nos reímos juntos, porque nos encanta reunirnos con
frecuencia para compartir; porque afrontamos juntos los problemas; porque
discutimos y nos perdonamos; porque nos tenemos incondicionalmente unos a
otros… porque nos queremos…. Sin duda, eso es lo que verdaderamente constituye
una familia: el amor.
Si además reconocemos que ese
amor viene de Dios y a Él vuelve; si no nos lo quedamos para nosotros solos; si
abrimos las puertas del corazón al débil, al herido, al extranjero; si sabemos
hacer infinitos los limites familiares para hacer de todos un hermano… cuando
juntos escuchamos la Palabra de Dios y la hacemos vida, o al menos lo
intentamos incansablemente, entonces es cuando, además, podemos ponernos
ponerle a la familia el apellido de cristiana.
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