domingo, 30 de diciembre de 2012

29 de diciembre. 20 AÑOS DESPUÉS


Esta noche nos vamos a reunir los viejos amigos de la infancia para cenar… con muchos de ellos mantengo un contacto frecuente pero a otros hace años que no los veo y estoy muy ilusionado.

Llevo toda la tarde recordando aquellos tiempos, a los chavalines que fuimos: las anécdotas, los problemas que teníamos, las costumbres que disfrutábamos, los sueños que para el futuro cada uno albergaba en el corazón… aquella etapa en la que fantaseábamos con volver a reunirnos cuando fuésemos mayores y estuviésemos casados y con muchos críos.

Y ese futuro ya ha llegado, ya está aquí, ahora es el presente… y me imagino que para ninguno de nosotros ha resultado ser como esperábamos; para algunos habrá resultado decepcionante y para otros mucho mejor de lo esperado…es lo que pasa con los sueños ¡que no los podemos controlar!

En esta vida me he encontrado con muchas personas totalmente derrotadas, incapaces de levantarse del rincón donde  acarician los pedazos de unas esperanzas que se hicieron añicos; otras gentes han recibido cosas buenas de la existencia pero no las saben valorar porque estas no coinciden con lo que querían; también he conocido a algunos que lo ambicionan todo y nunca podrán estar contentos porque, por mucho que tengan, siempre habrá algo que les falte… pero lo verdaderamente grande es cuando te topas con quien sabe disfrutar de lo que posee, aunque sea poco; con los que saben adaptar sus ilusiones al devenir de las cosas; con los que se han levantado mil veces del polvo; con los que, a pesar de todo, no se rinden, no se cansan de soñar y de esperar.

¿Y yo? ¿Qué ha sido de los proyectos que fabricaba con 16 años? pues muchos se esfumaron casi sin darme cuenta; otros se partieron en mil pedazos de dolor; pero la mayoría de ellos me los pidió Dios, me los tuve que arrancar para ofrecérselos a Él y ponerlos en sus manos… y mi Padre después me los devolvió mejorados, más reales y completos de lo que yo había sido capaz de pensar… con todo ello creo que he aprendido a soñar y esperar en nuestro Dios; en ese Amor en el que tanto nos cuesta confiar pero que, a pesar de todo, SIEMPRE cumple su palabra.
 

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