Llevo todo el santo día liado con
trabajos manuales; esta semana celebramos en la parroquia el triduo de
preparación a la navidad y, como suele pasar, me ha tocado a mi preparar el
símbolo que nos acompañará a partir de esos días… así que he apartado los
libros y me he rodeado de cola, papeles y plásticos para intentar conseguir que
salga algo bonito.
Estoy cansado, aún me queda mucho
por hacer, y para colmo, esta semana se me presenta mucho más cargada de
trabajo que de costumbre, pero la cosa ya va tomando forma y, reconozco que me
ilusiona… supongo que es lo que ofrece cualquier actividad que tenga algo de creatividad:
de entrada un desafío; un problema del que intuyes el resultado pero que, al
principio, no sabes como resolver; la magia de ir viendo como –a medida que vas
dando de ti- el camino se abre frente a ti; el asombro de descubrir que, lo que
estás haciendo, no depende únicamente de uno mismo, sino que también tiene un desarrollo
propio que tú no controlas…
En realidad, todos somos artistas; cada mañana se nos
ofrecen los materiales con los que cada cual podrá trabajar para ser autores de
la propia jornada; del mundo y la sociedad….del rostro de Jesús hoy.
No hay porque frustrarse cuando
los acontecimientos no respondan a nuestras expectativas; eso, precisamente, es
parte del propio proceso de creación… la vida que tenemos entre manos; nuestra obra; el Reino de Dios tiene su
propia autonomía y acaba por superarnos…
Todos somos creadores, sí, de una
obra de arte que es mucho más grande que nosotros; ¡ejecutémosla con
genialidad!
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