jueves, 11 de agosto de 2011

10 de agosto. APESTA2

Hoy sigo con la cabeza ocupada en mi “nuevo amigo” del que hablaba ayer, espero no ponerme pesado pero, qué puedo decir...me tiene ocupada la cabeza y el alma. Sigue en la puerta, aunque parece que mañana ya vamos a ir a un centro… veremos a ver…

He pasado un rato largo hablando con él y debo confesar que, a pesar del olor y la suciedad, he disfrutado; es un tío muy majo, la verdad.

Cuando era joven, creía que los frailes, curas, monjas y toda “esa gente”  sabían, como por generación espontánea, la forma de abordar las situaciones de exclusión y sufrimiento: que les salía fácilmente el modo de acercarse, tratar a estas personas y resolverlo todo de forma eficaz. Ahora, unos cuantos años después y con muchas vueltas de la vida encima sé que no es así… por lo menos yo no soy así.

A mí me cuesta lo mismo que a cualquiera romper el muro invisible que nos separa de los “apestados” de esta sociedad;  tengo los mismos miedos y dudas que los demás; siento igual rechazo ante lo desagradable y la comodidad y el egoísmo me ata el corazón, como a cualquier otra persona… sin embargo, cuando se me presentan situaciones como la que estoy viviendo ¡puedo hacerlo! Y no sólo eso, sino que además descubro la belleza que entraña el descubrir que los “pedestales” desde los que creo mirar a esos hermanos más desafortunados son MENTIRA;  que soy un hombre, como ese que tengo al lado…que nuestros corazones se pueden tocar; que la esperanza existe también para ellos; que ninguna situación es irreversible o está perdida.

Si yo he podido hacerlo, os aseguro que es una oportunidad que está al alcance de cualquiera. A mí, la conversación con este señor, me ha llenado de Dios, lo he sentido allí sentado en el suelo con nosotros, acariciando su miseria y la mía.

























Tengo una amiga que está dedicando sus vacaciones a trabajar con las misioneras de la caridad (la congregación de la Madre Teresa de Calcuta) ¡otra loca!. Me ha escrito y me cuenta que se levanta muy temprano para compartir la oración con las hermanas y que después se desloma atendiendo a los ancianos del centro en el que está. Está cansada pero dice que es así cuando siente a Dios más cercano y que el esfuerzo que hace es un precio ínfimo al lado de eso. Yo, en este rincón del mundo, he experimentado lo mismo que ella allí…

Pienso que el compromiso con los últimos, con los olvidados del mundo, es uno de los aspectos del Evangelio en los que más flojeamos los cristianos de a pie (al menos yo) ¡y es fundamental! Es una asignatura que nos deberíamos replantear, ellos nos necesitan, le hace falta a la humanidad;  pero no es tanto por lo que podamos hacer, que suele ser poco, sino porque es una pena que nos lo estemos perdiendo, que pasemos de largo y no podamos disfrutar más del rostro de Dios que ellos pueden regalarnos.

2 comentarios:

  1. Es cierto,que siempre nos transmiten esas personas un cierto rechazo o miedo,pero yo al menos intento transmitirle a mis hijos ,que son personas como nosotros,que si están así seguramente sea por algún motivo que los ha llevado a ello.Quién sabe qué será de nosotros en un futuro,quién sabe si encontraremos a una persona como tú que nos escuche,que nos tienda una mano,....Por desgracia la sociedad necesitará de muchas personas como tú.TQ.Bss

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  2. ¡El principal problema es que no vemos el alcoholismo como una enfermedad!
    Así como vemos a un pobre y sentimos piedad, o a un enfermo mental y sentimos piedad... al ver a una persona "bebida" lo que pensamos es ESTÁ ASÍ PORQUE QUIERE.
    Porque quiere ¿quién? o ¿qué?.
    ¿Acaso nos preguntamos qué le ha llevado a ese estado del que tal vez sí que quisiera salir si las circunstancias le acompañasen?
    ¡No podemos olvidar que Dios está en el corazón de todos los seres humanos, sin exclusión!.
    Entiendo que hoy día es bastante difícil acercarse a alguien que aparece "tirado" en la calle, pues es mucho el riesgo y el miedo que pululan día a día por las calles de nuestras ciudades. Pero también creo que si las Bienaventuranzas se pudiesen reescribir, la novena sería algo así como DICHOSOS LOS QUE ACOGEN Y AYUDAN A UN ALCOHÓLICO O ADICTO porque es A MÍ a quien acogéis.

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