jueves, 14 de febrero de 2013

14 de febrero. X


Hoy en la catequesis de primera comunión, y aunque es jueves, hemos estado explicando a los niños el sentido del miércoles de ceniza y el tiempo de cuaresma que con él se inaugura. Nuestra intención, este año, era que comprendieran que era una oportunidad para aprender la compasión y se lo presentábamos desde la idea de “aprender a mirar con los ojos del otro”. Teníamos la idea de enseñarles que, cuando nos ponemos en los ojos de los demás  podemos salir de nosotros mismos y comprender lo que siente, las necesidades que tiene, los dolores y las alegrías que albergan.

Y estábamos en ello cuando –como ocurre con mucha frecuencia- han sido los niños los que han enriquecido nuestro mensaje:

Uno de los catequistas preguntaba “Si nos ponemos los ojos de nuestra madre, ¿qué vemos?” a lo que uno de los críos ha respondido “¡pues el doble!”

Todos nos hemos reído con la ocurrencia pero, si uno se para a pensar en ello, se da cuenta de la razón que tenía. Si nos compadecemos del hermano, si “padecemos –con” él; al colocarnos en su piel, no sólo podemos capacitarnos para relacionarnos más fraternalmente, para ofrecerle lo que necesita; también nos enriquecemos a nosotros mismos porque nuestra perspectiva se amplía, nuestro conocimiento en general se multiplica y se desarrolla todo lo que somos… ¡y también sabemos lo que pasa si algo se multiplica por cero!

Y por esa regla de tres, cuanto más realicemos ese ejercicio, cuantas más sean las personas en cuyo lugar hemos sabido posicionarnos; mejor lo comprenderemos todo, más cierto será el sentido de nuestro vivir; más y más humanos seremos… ganaremos intimidad con Dios.
 

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