domingo, 23 de enero de 2011

23 de enero. PESCADORES DE HUMANIDAD

“Venid conmigo y os haré pescadores de hombres” esa es la invitación que, desde el evangelio de hoy, hace Jesús a Pedro, Andrés, Santiago, Juan… a ti y a mí.

Me suele ocurrir con frecuencia que, de tanto oír algunas palabras, me acostumbro a ellas, como si ya me las supiera de memoria; y entonces me pierdo  la riqueza profunda que esconden. Pero a veces, de repente, se me abren los oídos y las recibo como  completamente desconocidas, me doy cuenta del contenido que tienen.

Eso me ha pasado hoy con la llamada de Jesús. La he oído, estudiado, cantado, predicado mil veces, pero hoy no dejo de saborear su belleza y calado.

“Pescadores de hombres”. Los discípulos eran pescadores, Jesús no nos pide imposibles, ni nada diferente a lo que ya somos; lo que nos ofrece es trascender esa realidad, ir más allá, descubrir todas las posibilidades y grandeza que se esconde en nuestro interior y en la vida que llevamos; que nos plenifiquemos.

Un desarrollo que sólo Él puede darnos sólo si nosotros queremos y siempre en relación con el hermano, con el Hombre. Hoy esa llamada podría ser “os haré limpiadores de hombres; médicos de hombres; profesores de hombres, obreros… en definitiva te haré a ti mismo pero mucho más inmenso de lo que puedes pensar; iluminaré tu existencia y labores cotidianas para que descubras su dignidad, los tesoros que te ofrece; haré que te encuentres con tu hermano, con él y en él encontrarás tu propia verdad.





















El evangelio dice que los discípulos lo dejaron todo para aceptar la propuesta, ¡claro! ¿Y quién no? Si comprendemos la hondura de la oferta y confiamos en quien nos la presenta es muy difícil resistirse, supongo.

El problema está, por un lado en las premisas, claro: comprender y confiar. Por otra parte, también nos cuesta identificar las cosas que podemos dejar, de las que tenemos que liberarnos para decir que “sí”. Las dos caras de una misma
Misma moneda, el miedo; que nos impide confiar, abandonarnos, arriesgarnos a conocer; desprendernos… que nos lleva a conformarnos con mediocridades, con sucedáneos de vida y migajas de lo que auténticamente somos.

Únicamente el deseo de crecer y ser mejores, el que sólo el AMOR despierta en nosotros, es lo que nos puede ayudar a dar el paso. Amando y dejándonos amar, por Dios, por  el hermano; atreviéndonos a exponer el alma y el corazón a pesar de las heridas de ayer, “poner la otra mejilla”, ahí está nuestra fuerza y posibilidad.

Cada nuevo día, el Señor me dice que vaya con Él, que me hará “ilustrador de humanidad”, espero que mi respuesta sea cada vez un poco más sincera y decidida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario