jueves, 20 de enero de 2011

20 de enero.DIME CON QUIEN ANDAS

Hay un chaval en el grupo de postcomunión que es genial, bueno, todos lo son cada uno a su manera; pero este es un personaje muy ingenioso y me harto de reír con él.

El año pasado fuimos un fin de semana de convivencia y ahora todo su afán es convencernos de que los llevemos otra vez. ¡Pero ahora me decía que teníamos que irnos una semana entera! Cuando le he contestado que tanto tiempo no podía ser, que él tenía que estudiar y yo trabajar, me ha preguntado muy serio… ¿pero los frailes trabajáis?

Je, je, ha estado simpático, pero lo cierto es que ese es uno de los “bulos” que corren por ahí sobre nosotros: frailes, curas, religiosas…
En la experiencia de cada día se nota que muchísima gente se cree que “no damos palo al agua”. En sus preguntas, en la sorpresa cuando descubren nuestras agendas, cuando pretenden que uno esté siempre en casa, esperando a que alguien venga a cualquier hora para lo que sea… en muchos detalles del día a día.

Y la verdad es que eso no es lo único, también se supone que somos anticuados, manipuladores, altivos, casposos, oscuros, pedigüeños, reprimidos, tristes…qué sé yo.

No gozamos de muy buena imagen, la verdad, hay que admitirlo. Reconozco que podemos tener parte de culpa y que gran parte de esa imagen también se ha propiciado por parte de la Iglesia, pero, a pesar de todo, este tipo de cosas me fastidian, porque además suelen venir de bocas que no conocen a muchos de nosotros. No me gusta la injusticia que sufrimos, porque asumiendo todos nuestros defectos, no dejamos de ser personas que quieren darse,  que están al servicio de los demás y muchas veces con muy poca colaboración.

Pero por otro lado, también es verdad que siempre me ha gustado que, según quien, tenga mala imagen de mí. Sinceramente, creo que es bueno ser oveja negra, especialmente para el poder y los intereses creados.

En estos años he tenido la gran suerte de encontrarme con muchas personas que, a pesar de su indudable valía y bondad, no reciben la valoración que se merecen… no se cuenta con ellos, no se les confían grandes responsabilidades, resultan incómodos y, a veces, hasta se les difama y “destierra”.

No sé muy bien por qué se ven en esa situación, quizás porque se atreven a decir lo que piensan; porque se creen lo que  piensan, o porque ponen a la persona por encima de las piedras y las ventajas personales; porque siempre son más libres… seguramente porque dan miedo o envidia.

Ellos han supuesto una inmensa riqueza en mi formación, me han iluminado en momentos difíciles, han sido ejemplo y ánimo para seguir adelante… así que supongo que, de alguna forma, yo también he acabado siendo un poco eso: “un borreguillo distinto”


Jesús también lo fue y por eso iban a por Él; nos dijo que nos preocupásemos si acabábamos siendo demasiado populares; se ocupó siempre y ante todo de esas ovejas negras…  

Y así ha sido siempre, los grandes pasos que la Iglesia ha ido dando casi siempre se debieron a hombres y mujeres “distintos”, cuatro gatos valientes y confiados en su Dios.

Tampoco digo que haya que hacer oídos sordos a las opiniones contrarias, por el contrario, creo que hay que saber recibirlas con humildad, pensarlas y rezarlas para distinguir la parte de razón que puedan tener. Gracias a ellas también se ha ido purificando con el tiempo nuestra fe y nuestra vida como creyentes.

Pero después… hay que ser y estar siempre junto a esas ovejas negras de la Iglesia, de la humanidad entera ¿Que se nos critica? ¿No gustamos a muchos? No hay por qué preocuparse demasiado, tampoco es raro si tenemos en cuenta que vivimos en esa pequeña porción de la Tierra en la que se acumulan el poder y la riqueza.


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