viernes, 8 de abril de 2011

7 de abril. EL PALO

En el día de hoy me he llevado una gran decepción, lo cierto es que me ocurre con relativa frecuencia; supongo que cuando uno se esfuerza y trata de poner lo mejor de sí mismo  en el acompañamiento de sus hermanos, de proponer su experiencia de fe y la búsqueda de la verdad en el amor de Dios; no puede evitar que se le escapen algunas expectativas y que las proyectemos sobre los demás. No sé, quizá no sea nada malo, porque, a fin de cuentas, es una forma de desear lo mejor para los que te rodean…
El caso es que,  cuando alguien tira la toalla y cambia de rumbo o cuando me da la sensación de que no responden a lo que se les ha regalado, me siento mal… me da por pensar en qué es lo que hice mal o dejé de hacer. Es sólo un sentimiento porque, en definitiva, sé que cada cual decide su camino; que las decisiones de los otros no están en mis manos, ni pueden ni deben estarlo… lo sé, pero eso no quita que me encuentre así.
Es entonces cuando recurro a mi “terapia particular “me miro a mi mismo, y me doy cuenta de que yo también habré decepcionado muchas veces a los demás, que con frecuencia, me defraudo incluso a mí mismo, cuantos titubeos, equivocaciones, egoísmos, miedos…han aparecido en mi caminar Y ¡aquí seguimos! Intentando ser fiel y buscando sin perder la esperanza. Eso me tranquiliza y me ayuda a confiar que en la mano de Dios guía también los pasos de mis hermanos.

Así son las cosas y así es como tienen que ser,  el grano y la cizaña crecen juntos. Están juntos en la Iglesia, en los que creen junto a  nosotros y en el interior del propio corazón. Aquí y ahora nosotros no podemos separarlos, seguramente no sabríamos ni distinguir lo uno de lo otro…cuantas veces creemos estar haciendo las cosas bien cuando lo único que vivimos es el propio interés barnizado de evangelio; en cuántas ocasiones, lo que nos pareció un error, acaba conduciéndonos a Dios… si queremos arrancar la mala hierba podemos terminar acabando con la mejor semilla.
No, no conviene hacerlo, es parte de lo extraño, mágico y precioso de la vida. Sólo nos queda dejar que cada cual siga su rumbo y confiar siempre en el Señor, pedirle que haga crecer con fuerza nuestro trigo; que el grano que Él nos siembra en el alma crezca con fuerza y brille dorado ante los ojos del mundo.


1 comentario:

  1. Este post me hace pensar en Libia. Lo de la cizaña y el trigo, qué se yo. El asunto está en que hemos mantenido (y vendido millones de euros en armas que ha usado contra su pueblo) a un dictador (la cizaña) los años que nos ha venido bien para aprovecharnos de su petróleo y de su control sobre los inmigrantes. Ahora, que nos pica, nos avalanzamos sobre él y de camino acabamos con miles de vidas humanas inocentes (si en que alguna no lo es, el trigo).
    Todo bajo buenas maneras, con apariencia de bien, pero con resultados perversos.
    Y nos olvidamos, también en el plano internacional, de tu terapia: "me miro a mi mismo, y me doy cuenta de que yo también habré decepcionado muchas veces a los demás, (y) con frecuencia, me defraudo incluso a mí mismo"

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