En la calle, día de elecciones; en el corazón, fiesta de Cristo rey, el “fin de año” litúrgico.
Me ha maravillado la forma tan clara en la que los niños, esta mañana en la eucaristía, han comprendido el significado de la festividad de hoy. Cuando les he preguntado si Jesús era rey y de dónde, sin dudar me han contestado todos que sí, que claro que era el rey; el rey de todas partes, porque era el rey del amor, ¡toma ya!
Yo les he leído un trocito del Evangelio para que me dijeran qué tenía que ver eso de “tuve hambre y me disteis de comer” con ese rey del amor. De nuevo, la sencillez infantil me ha dejado boquiabierto: si queremos que Jesús sea nuestro rey, tenemos que amar a todos, más que nada a los que están sufriendo; porque Jesús nos quiere a todos muchísimo y cuando alguien ayuda a los que queremos, nos ayuda también a nosotros y si les hacen daño, nosotros también sufrimos.
No se me ocurre mejor manera de presentar el misterio de ese rey, cuyo trono es una cruz y que ejerce su soberanía haciéndose servidor de todos.
Ya por la noche, cuando subía de la eucaristía de la tarde y ya se iban sabiendo los resultados de las votaciones, leía a unos restregando la victoria a los otros y estos, a su vez, asustando con toda clase de males a los primeros… no he podido evitar un sentimiento de lástima al ver esos comentarios de amigos míos, los unos y los otros… si fuésemos capaces de entusiasmarnos con el reino igual que lo hacemos con la política o los deportes, qué diferente sería el cuento. Desde luego, es bueno y necesario que los creyentes nos impliquemos en la política y lo hagamos en diversidad, pero, ante una situación como la que estamos viviendo, donde tantas personas, en este país y en los demás, están sufriendo tanto, lo último que necesitamos es que los colores nos separen; lo que hace falta de verdad, es que seamos capaces de ponernos los unos al servicio de los otros; de ser más generosos que nunca; que el que pueda, se prive de lo que no le resulta esencial, para atender al que no llega a fin de mes; que descubramos el poder que tiene la unidad, para, juntos, hacer lo posible para que las cosas cambien.
Pienso que ese es el compromiso fndamental, sin él, no creo que ningún partido pueda hacer gran cosa…ni ahora ni nunca.
Las elecciones las ganará quien las gane, pero yo, a quien me debo es al reinado de Dios. Los dineros, los políticos, las armas, los poderes de esta sociedad han demostrado ya que no son el mejor camino para la humanización del mundo; es el amor el único agente capaz de transformarnos a nosotros y a la creación entera; y ese, sólo está en nuestras manos.
"Lo que hace falta de verdad, es que seamos capaces de ponernos los unos al servicio de los otros; de ser más generosos que nunca; que el que pueda, se prive de lo que no le resulta esencial, para atender al que no llega a fin de mes; que descubramos el poder que tiene la unidad, para, juntos, hacer lo posible para que las cosas cambien"."Es el amor el único agente capaz de transformarnos a nosotros y a la creación entera; y ese, sólo está en nuestras manos."
ResponderEliminarY así este pequeño partido "el de la toalla" ya tiene un voto más, el mío, pues es el único que se pone al servicio del pueblo. Gracias por recordarme lo que verdaderamente importa.
Qué dibujo tan precioso... te descubres cada día más con tus palabras y tus creaciones. Gracias y un voto más
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