domingo, 13 de noviembre de 2011

12 de noviembre. LA CUBERTERÍA DEL ALMA

Siempre están muy presentes en mi vida, pero hoy , por diferentes razones (una foto que hace mucho que no veía y que alguien cuelga en Facebook; una llamada, una visita entrañable…) me han llenado especialmente el día: son mi familia.




Uno siempre tiene la sensación de que no sabe comunicarles todo lo que siente por ellos, lo que les debe, lo que los admira, cuánto los necesita y quiere… unas veces porque se da por sabido, pero –al menos en mi caso- la mayor parte de las veces es por pura vergüenza, porque te parece que es demasiado cursi lo que quieres decir o expresar y nunca encuentras un momento adecuado para hacerlo… ¿¡cómo es posible que te pase eso con las personas a las que más quieres, las que mejor te conocen!?

No quiero, de ninguna manera resignarme a esa omisión, a esa represión del corazón; tampoco voy a decirlo por aquí, que no es el sitio; ni siquiera es mi aspiración la de transmitírselo una sola vez; lo que me gustaría, lo que espero, es llegar a vaciar mis sentimientos con ellos, con todas las personas a las que quiero, cada día, todos y cada uno de ellos. Aprender a hacerlo con la vida entera, con los gestos y las acciones; también con las palabras, que no son menos importantes: siendo capaz de callar las que no brotan de mi verdad, sino del nerviosismo de un momento determinado o de un estado de ánimo; esas que no definen, ni construyen, ni sirven de nada, que sólo causan malentendidos y dudas; apagando esas para poder pronunciar las que auténticamente reflejan mi amor; las que digan lo impresionado que estoy por cómo son, lo grandes que los ven mis ojos, lo mucho que me hacen falta sus brazos; la alegría que sienten mis oídos al sonido de su voz y de su risa; la forma en que enmudecen mis labios ante sus vidas, sus luchas y sus sueños… cómo se me llena el alma de bendiciones cuando los tengo delante, a todos y a cada uno de ellos.

Con ellos he aprendido a amar y a vivir, a afrontar lo que venga, amando… mis padres, mis hermanos, mis cuñados..., son la escuela donde aprendo el abecedario de Dios y para mí, no hay nada con lo que eso pueda pagarse; por eso  quiero que, en casa de este “herrero”, el cuchillo sea de metal, de hierro del bueno.


3 comentarios:

  1. Cuando leo lo que escribes siento dentro de mí algo que no sé como explicarte, pero es tan positivo que me ayudas a darme cuenta de algunas cosas que a veces paso por alto.Felix: muchas gracias.

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  2. ¡Qué bonita es la familia! y ¡qué deteriorada está hoy día! Tus palabras de hoy me han hecho reflexionar mucho sobre esta institución: he llegado a la conclusión de que, a veces, la descuidamos o no la mimamos lo suficiente y me he prometido, a partir de hoy, cuidarla aún más porque es un tesoro de lo más valioso. Gracias, por tratar temas tan cotidianos, tan cercanos, pero tan importantes, que nos impulsan a ser un poquito mejor cada día.

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  3. Aquí están tu cucharona sopera y tu cucharilla de postre (para la crema catalana y yemas de huevo).."aunque tamb podría ser un cuchillito que pincha un poco". Ambas estamos forjadas con amor año tras año y somos DURAS como el acero. Estamos tan orgullosos de ser tu familia... porque nuestra familia, creada por papá y mamá, son de esas cuberterías buenas, de las antiguas, de esas que duran toda la vida y que por mucho que las uses, por mucho que las friegues a mano o en el lavavajillas,... Las cuidas, las valoras de forma especial, siempre presto para no perder ningún utensilio, las necesitas siempre... Y SON FUERTES; PARA TODA LA VIDA. TE QUEREMOS MUCHO

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