miércoles, 16 de noviembre de 2011

16 de noviembre. TURURÚ

Hoy me encontraba con unos amigos, uno de ellos tiene a la novia en la otra punta del país y nos comentaba que, casi todos los fines de semana, cogía el coche y se recorría miles de kilómetros para poder estar un ratito con ella…” tú estás loco”  le decía el otro; loco de amor, pensé yo…



A lo largo del día, supongo que porque tenía esa idea en la cabeza, me encontrado con mucha gente que padece ese síndrome, la locura de amor: una parejita que se va a casar, aunque –ahora mismo- están los dos parados y no saben muy bien como podrán salir adelante; una chica inmigrante que ha decidido tener a su hijo, aunque está sola en este país; un matrimonio que conjuga la vida laboral con la educación de sus hijos y que además está atendiendo a los abuelos que ya son totalmente dependientes; la señora mayor que, aunque ya no puede con su alma, se desvela por cuidar de los nietos mientras sus hijos tienen que trabajar; un médico que dedica su tiempo libre a sensibilizar a la gente acerca de la donación de órganos …  un Dios agonizando en una cruz. Parece que vivo en un gran manicomio, lleno de gentes que pierden cada día la cabeza por amor.




Y la verdad es que, viendo sus rostros, yo también quiero contagiarme, me niego a ser cuerdo entre ellos…

Quiero que la demencia del amor invada todas las dimensiones de mi vida, se coma las neuronas que se ocupan de atender a la buena imagen, el interés y la seguridad; que ese virus corra por mis venas y me empuje a moverme, a saltar en la fe, a buscar siempre; que se enrosque en mis brazos y piernas y me haga capaz de piruetas imposibles; que estire bien mis manos para que nunca dejen de estar abiertas a todos; que alcance a esa parte de mi cerebro donde residen el egoísmo, el miedo, los malos recuerdos, el rencor y los escarmientos y lo borre todo; que me suba por la garganta y se trague las murmuraciones, los chismes, las palabras que hacen daño;  que agarrote los músculos de mi cara en una sonrisa perpetua; que chispee en mis ojos y me permita ver, en el mundo y en el ser humano, la magia y la belleza que nadie percibe.

Hazme un loco, tu loco, mi Dios, que corra desnudo y libre por las calles, que siempre cante tu canción en todas las plazas; que vaya contagiando a todos esa feliz locura de amar.

2 comentarios:

  1. Cuando una persona se vuelve obsesiva aunque sea de amor no es bueno y mucho menos como dices que invada todas las dimensiones de tu vida.¡Tranquilo¡

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  2. ¡uy! no??? por qué??

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