lunes, 30 de mayo de 2011

30 de mayo. ¿AYUDARME TÚ?

Me cuestiona una barbaridad el que, por ejemplo, se me acerque una persona y me diga que la he ayudado con un problema, que le he ofrecido las claves que necesitaba para resolver su situación; o que les he transmitido paz en una celebración: cuando yo sé lo perdido e incapaz que me sentía en aquella conversación o lo nervioso que me encontraba en esos momentos… ¿cómo he podido ser luz o serenidad para nadie si yo mismo me he reconocido lleno de desconocimiento e intranquilidad? hasta ahora he pensado que estaba claro, que no era yo, no podía ser yo… sin dudarlo era el mismo Dios, que gracias a la fe de las personas era capaz de llegar hasta ellas.
Pero hoy he estado pensando de nuevo sobre esto y desde ahí encontraba una nueva perspectiva en el signo de la multiplicación de los panes y los peces.
Todo ha empezado esta tarde, me he encontrado con un niño de la parroquia por la calle, acaba de hacer la comunión y tiene mucho desparpajo. Yo iba rápido, pensando en todo lo que tengo por hacer y casi no lo había visto, entonces él me ha saludado y me ha preguntado que a dónde iba con tantas prisas; yo le he contestado que me iba a casa, que tenía mucho trabajo pendiente y el, sin pensárselo dos veces, me ha dicho que no me preocupara por eso, que si lo necesitaba, él me ayudaría.
En principio me ha hecho mucha gracia el ofrecimiento, era ridículo pensar en aquél chavalín ayudándome con las tareas de teología en las que estoy metido, o con las ilustraciones que tengo pendientes… pero después, y pensándolo bien, he caído en la cuenta de que el niño ya me había prestado su ayuda al pararse conmigo y hacerme reír; al regalarme su ilusión y espontaneidad.

Así me he acordado de ese otro niño del Evangelio que tampoco pensó en lo ridículo que era ofrecer lo poquito que tenía para alimentar a miles de personas. No le detuvo en su generosidad su propia escasez, lo que tenía lo puso en manos de Dios ¡y se realizó el milagro!
Precisamente eso es lo que hacemos también en cada eucaristía, poner nuestras vidas ante Él y dejar que lo multiplique, lo absolutice en Pan de Vida y bebida de Salvación.
Y supongo que también eso es lo que ocurre en lo cotidiano, que nosotros ponemos en juego lo mucho o lo poco que tenemos y Dios saca paz del nerviosismo o claridad de la duda… ayuda al otro.
Así que, no sé, puede que eso también sea aplicable en otros muchos momentos, cuando contemplamos el dolor o la injustica del mundo y nos sentimos incapaces, insignificantes, desbordados ante la inmensidad  de lo que nuestros hermanos necesitan o incluso nosotros mismos. Puede ser que sea así como funcione esto del Reino, de antemano no podemos cambiar ni hacer nada, eso está claro; como evidente era que con los pocos peces y panes de aquél chiquillo era imposible alimentar a la multitud; seguramente no debemos pensar en ello, en el resultado o en que somos nosotros los que tengamos que hacerlo… ante el sufrimiento de un ser humano, frente a todo lo que tiene que ser transformado en el mundo o en nuestro interior, no es cuestión de ponerse especular o a hacer cálculos, sino sencillamente actuar,  entregarse, ofrecer todo lo mucho o poco que se pueda y ya está… ponerlo en manos del Señor Jesús y confiar…

1 comentario:

  1. Y es que ya dijo "alguien":Dejad que los niños se acerquen a mí porque de ellos es el reino de los cielos.
    ¿Y por qué? Supongo que por su inocencia, por su espontaneidad, por su valentía, por su sencillez. Y es que sólo cuando actuemos con ilusión y confianza (como los pequeños tienen en sus padres, o en sus mayores), cuando dejemos de hacernos los interesantes y trabajemos sin máscaras (actuamos), cuando nos lancemos sin miedo a los fracasos (la mayoría de los veces es la propia inseguridad la que nos impide avanzar)y sin engrandecernos por cuanto hagamos... AHÍ SERÁ DIOS, a través de nosotros, CONSTRUYENDO EL REINO.
    Y todos, absolutamente todos formamos parte ( por tanto IMPORTANTES somos)de ese entramado que es "su" red, donde el último de los nudos, ¡que no le quepa duda! es tan importante como el primero que el pescador tramó.

    ResponderEliminar