martes, 17 de mayo de 2011

16 de mayo. ... Y BEBED

Otro día de carreras, hoy he pasado el día de celebración en celebración. Aunque las prisas y el cruzarme la ciudad corriendo me agobia un poco y sobre todo ¡me cansa! Ha sido una jornada muy especial, he vivido cosas muy bonitas y, todas ellas, en torno a la eucaristía.
Por ejemplo, he estado en la ceremonia de envío de cinco religiosas que se iban a África a fundar allí una comunidad. Su valentía, la confianza en Dios, su disponibilidad, la opción viva de esa congregación… todo ello reflejado en los ojos alegres y emocionados de las hermanas me ha impactado muy profundamente; me ha renovado la esperanza, fortalecido en mis opciones y refrescado mi fe.
También he celebrado otra eucaristía en sufragio interior  por una hermana mía que anoche llegaba a la casa del amado. He vivido con intensidad la comunión con mis monjas, la plenitud de Sor Mª del Pilar en los brazos misericordiosos del Padre y Madre.
También he disfrutado con fuerza la última misa, ya por la noche, junto al grupo de jóvenes de la parroquia, envueltos en lo íntimo y lo fraterno.
Por eso, hoy cuelgo este cuadro, que se llama Caná, y que además, hoy una mujer a la que quiero y admiro me ha dicho que le gustaba.. Encontramos aquí una explosión de vino. Jesús ofrece a la humanidad todo lo que le hace falta.


En aquellas bodas, Jesús proporciona a los invitados lo preciso para que la fiesta continúe, el mejor vino. Del mismo modo  nos ofrece a nosotros todo aquello que nos es necesario para nuestra plenitud y felicidad… ante lo gozoso y lo que duele en la existencia.
Alrededor del vino aparecen los invitados, de todas las razas, la humanidad entera que canta y baila con alegría. Son personificaciones de nuestras necesidades, las que Jesús puede cubrirnos: son, tanto realmente como en sentido figurado, luz y calor; la naturaleza y el alimento; la capacidad de crear; aire y atmósfera; amor e ilusión; agua y vida..., pero lo que principalmente precisa la humanidad está en el centro del cuadro: Jesús, el mismo Dios, el vino nuevo, el único que de verdad puede dar sentido a nuestra existencia.
Junto a Jesús, María adhiriéndose a la plenitud que trae su hijo; mirando directamente al espectador, que atenta a todas nuestras esperanzas, dolores y carencias, provoca que se manifieste públicamente la presencia de Dios entre nosotros.
Esta noche, ante la marcha de esas mujeres a África, el “hasta pronto” de mi hermana, las vidas de los hombres y mujeres; quiero compartir esa fiesta, esa totalidad, que va mucho más allá de nosotros y a la que todos estamos invitados.

1 comentario:

  1. A mi también me encanta este cuadro y, como siempre, se me queda muy corta la explicación. Porque sé que el colorido y los dibujos que envuelven a cada personaje están llenos de símbolos que tienen algo que decir a mi vida, a nuestras vidas.
    La otra mañana usé uno de estos cuadros y su explicación detallada para un momento de oración-reflexión con mis compañeros de trabajo en Cáritas. Quedaron muy impresionados y creo que más de uno y de una se han hecho fans de este blog.
    ¡Gracias!

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